Las obras de su piso privado en Downing Street cercan a Boris Johnson

Juan Francisco Alonso LONDRES / E. LA VOZ

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Boris Johnson, a su regreso a Downing Street tras la sesión de control en el Parlamento
Boris Johnson, a su regreso a Downing Street tras la sesión de control en el Parlamento ANDY RAIN | Efe

La Comisión Electoral abre una investigación por considerar que hay indicios de irregularidades en la reforma de la residencia

29 abr 2021 . Actualizado a las 09:37 h.

La remodelación de una casa puede convertirse en una pesadilla. Y si no que se lo digan al primer ministro británico, Boris Johnson, quien ve como las obras que ordenó en sus aposentos privados en Downing Street se están convirtiendo en una tormenta política de grandes dimensiones.

El miércoles el premier recibió varios varapalos. El primero por parte de la Comisión Electoral, que decidió abrir una investigación para esclarecer cómo fueron costeadas las reformas realizadas en las dependencias donde residen él, su pareja, Carrie Symonds, y el bebé de ambos, y después en el Parlamento, donde no solo es la oposición la que le exige explicaciones, sino también sus compañeros de partido. 

«Hay motivos razonables para sospechar que puede haber habido una o más infracciones», declaró un portavoz del organismo encargado de vigilar el financiamiento de las formaciones políticas al anunciar la investigación. Johnson niega que usase fondos del partido para costear las obras. 

Bronca laborista

La decisión de la Comisión Electoral dio munición al líder del Partido Laborista, Keir Starmer, quien durante la sesión de control al Gobierno en la Cámara de los Comunes fustigó al premier. Así dijo que Johnson lidera un Ejecutivo que «entrega contratos de manera dudosa, emplea a sus amigos y pide dinero a cambio de favores», y le exigió que explique de dónde salieron las 58.000 libras (67.000 euros) que habrían costado las obras. «¡Yo he pagado los gastos! (...) Cualquier declaración adicional que tenga que hacer, la haré», respondió irritado Johnson, pero sin presentar una factura o recibo, tal y como se lo demandó Starmer. 

El líder tory trató de esquivar las preguntas de su rival, un avezado abogado litigante, atacándolo por su supuesta ambigüedad en el brexit y exigiéndole que explique cómo pretende mejorar las condiciones de vida de los británicos, en lugar de perder el tiempo en un «asunto bizarro al que a nadie le importa». 

Starmer no cayó en la trampa y no solo insistió en el tema sino que sacó a colación otro escándalo que esta semana ha salpicado al premier. El laborista le exigió al mandatario aclarar si en realidad dijo que prefería ver como «los cuerpos se apilaban por miles» antes de declarar otro confinamiento. Johnson, por supuesto, negó la mayor y el opositor le advirtió que si se prueba que miente deberá renunciar. 

El caso cash for curtains (efectivo para las cortinas), como la prensa británica ha comenzado a llamar al escándalo de las obras en Downing Street, ha tomado tal cariz que el Gobierno ha tenidos que aceptar formar una comisión de investigación, que presidirá Christopher Geidt, exsecretario de la reina. Sin embargo, Johnson ha tomado medidas para protegerse. Así se reserva la potestad de exonerarse asimismo y a sus ministros de cualquier irregularidad, una decisión que ha generado controversia. La prensa asegura que altos cargos del Partido Conservador le han pedido al primer ministro aclarar el asunto cuanto antes y evitar que siga cobrando fuerza.