Concluida la contienda del 4M y consumado el fracaso del PSOE, el presidente tratará de retomar la agenda legislativa y consolidar sus relaciones con ERC, PNV y el resto de socios del Gobierno de coalición
05 may 2021 . Actualizado a las 16:00 h.El entusiasmo que puso Pedro Sánchez en el arranque de la campaña del 4M, cuando llegó a plantear los comicios como un cuerpo a cuerpo con la presidenta madrileña, se fue esfumando a medida que pasaban los días y las encuestas. La decisión de marginar a los gurús de Ferraz y dejar la estrategia en manos de su jefe de gabinete en la Moncloa, Iván Redondo, con lo que eso suponía de implicación personal en la contienda, fue sin duda una apuesta arriesgada en un territorio donde el PSOE no gobierna desde que en 1995 Alberto Ruiz Gallardón tumbó al entonces presidente socialista Joaquín Leguina.
Asumida ya en plena campaña la derrota de Gabilondo en particular y del bloque de la izquierda en general, Sánchez se desmarcó sin remilgos de la agenda de su candidato y en el tramo final limitó su presencia a un acompañamiento casi testimonial.
Pero si en algo es hábil el presidente del Gobierno es en adaptarse a las situaciones cambiantes y en modificar su discurso. Desde hoy mismo, se quitará la cazadora de dar mítines los domingos y volverá a vestir el traje de jefe del Ejecutivo. El resultado, aunque supone un doloroso castigo para su ego, no altera en lo básico su estrategia de alianzas ni las grandes líneas de actuación de la Moncloa. Como tampoco supusieron variación alguna en su hoja de ruta ni la estéril victoria de Salvador Illa en Cataluña ni la ubicación del PSdeG como tercera fuerza en los comicios gallegos del pasado julio.
Al aparcar el debate electoral, en el que el PP siempre busca el desgaste al recordarle su dependencia de partidos separatistas, Sánchez podrá retomar su relación con ERC, PNV y demás siglas que desde el nacionalismo y las formaciones minoritarias sostienen al Gobierno de coalición.
El jefe del Ejecutivo también sabrá sacar partido a la retirada de primera línea de Pablo Iglesias, al que ya no tendrá en el Consejo de Ministros jugando a ser a la vez oposición y Gobierno. Todo apunta a que con Yolanda Díaz como interlocutora de Unidas Podemos en el seno del Gabinete las fricciones entre socialistas y morados se verán reducidas o, al menos, se resolverán en privado y no se trasladarán a Twitter como en el pasado.
Sánchez tiene la legislatura encarrilada: ha aprobado los Presupuestos, la campaña de vacunación va cumpliendo sus objetivos y los fondos de recuperación de la UE están en camino. A pesar de la inapelable derrota del sanchismo en Madrid y de los intentos de extrapolar el resultado a toda España, parece improbable que el líder del PSOE caiga en la tentación de forzar un adelanto de las generales.
Gabilondo asume que no fue capaz de abrir espacios para un «debate sosegado»
El PSOE cosecha su peor resultado en la región y se ve superado por Más Madrid
Tercer fracaso consecutivo de Ángel Gabilondo como candidato socialista a la presidencia de la Comunidad de Madrid. El catedrático de Metafísica, que en los comicios del 2019 había logrado convertir al PSOE por primera vez desde 1987 en la fuerza más votada de la Asamblea, se desplomó este martes en las urnas de forma estrepitosa: 24 escaños, 609.167 sufragios y solo un 16,85 % de los votos (con el 99,73% escrutado), muy por debajo de las cifras de la anterior convocatoria (37 diputados, 884.218 papeletas y un 27,31 % del total).
Su estrategia inicial de atraer hacía sí parte del voto en fuga de Ciudadanos no funcionó. Y tampoco lo hizo su posterior volantazo hacia Podemos y Más Madrid para vender una oferta conjunta —tres por uno— de los partidos de izquierdas, que con la falta de liderazgo del PSOE, y pese al ligero crecimiento de las candidaturas de Mónica García y Pablo Iglesias, han caído de la mano al abismo.
Es el peor resultado para los socialistas desde que se creó la Comunidad de Madrid en 1983. Sus peores cifras hasta la fecha eran las del 2015, cuando el PSOE cosechó el 25,43 % de los sufragios (37 escaños y 807.385 votos), también con Gabilondo de candidato frente a la entonces líder popular Cristina Cifuentes.
El único consuelo posible de la noche era mantener al PSOE como el partido más votado en el espacio de la izquierda, pero Más Madrid consumó el temido sorpasso. Mónica García empató a 24 escaños con los socialistas, pero los adelantó en votos emitidos, hundiendo por primera vez al PSOE en la tercera posición en la Asamblea madrileña.
Divididos hasta en el recuento
Si la tensión entre los estrategas de la Moncloa, los gurús de Ferraz y el equipo de Gabilondo ya marcó en parte la debacle de la campaña socialista, esa división se escenificó este martes con el seguimiento del escrutinio en los cuarteles socialistas: el candidato estuvo en el Hotel Princesa junto a sus fieles, los dirigentes del PSOE analizaron los resultados desde la sede de Ferraz y Pedro Sánchez se atrincheró en la Moncloa para tratar —en vano— de evitar que le salpicase la sangre de la hecatombe. Sánchez fue el único líder nacional que no apareció anoche en las televisiones. Prefirió lanzar dos mensajes a través de Twitter. El primero, para felicitar a Ayuso por su «gran resultado» y el segundo, para infundir ánimos a los suyos: «¡Siempre con el PSOE para avanzar por un país más justo e igualitario!».
Le costó al PSOE salir a valorar la catástrofe. Ferraz mandó por delante a la secretaria de organización de la federación madrileña, Carmen Barahona, que con el escrutinio aún en marcha se limitó a felicitar a los madrileños por la alta participación. Al filo del toque de queda —en Madrid, a las once de la noche—, compareció Ángel Gabilondo en su hotel, acompañado por el núcleo de su equipo y arropado únicamente por la ministra Reyes Maroto de entre la primera línea de dirigentes del partido y del Gobierno.
«Seguiremos trabajando estemos donde estemos. Soy Ángel Gabilondo y este el Partido Socialista Obrero Español», saludó el aspirante socialista a sus fieles, que trataban de levantar el ánimo con tímidos aplausos en medio del hundimiento.
«He tratado de ofrecer propuestas sosegadas, y obviamente no lo he logrado, a la vista de los resultados. No he sido capaz de abrir espacios para un debate sosegado», asumió en primera persona el candidato socialista, que admitió que se ha encontrado fuera de juego en una contienda de alto voltaje polarizada entre los dos extremos del espectro ideológico. «Seguiremos trabajando para evitar la crispación, Madrid necesita estar unida para afrontar la necesaria recuperación social y económica», concluyó Gabilondo.
Tras el candidato, salió a escena en Ferraz el secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos, que subrayó en todo momento que los resultados habían sido logrados por el «Partido Socialista de Madrid» y que las cifras no se podían extrapolar a nivel nacional: «Han sido unas elecciones solo en la Comunidad de Madrid, que es una comunidad muy importante, pero no representa al conjunto de España».
También aprovecho Ábalos para acusar al PP de «abrazar a la ultraderecha hasta mimetizarse con ella». Y puso deberes a Gabilondo y los suyos: tienen dos años para resucitar el partido de sus cenizas en Madrid.