Un doble fenómeno astronómico será visible desde la Tierra

ACTUALIDAD

DARRIN ZAMMIT LUPI

Esta próxima madrugada la Luna se presentará algo más grande y brillante

26 may 2021 . Actualizado a las 15:23 h.

Durante la madrugada del jueves tendrá lugar un evento astronómico doble: un eclipse lunar y una superluna, que se produce cuando el satélite atraviesa el perigeo, el punto más cercano a la Tierra en su órbita elíptica. Por tanto, las superlunas se producen precisamente por la configuración de la órbita lunar que provoca que dependiendo de la época del año se encuentre más cerca o más lejos. Desde Galicia podrá verse con un tamaño aparente hasta un 14 % más y con un brillo en torno a un 30 % más intenso. 

No debe confundirse con otro fenómeno conocido como «efecto lunar». A menudo, la Luna se presenta en el cielo más grande de lo normal, aunque, en realidad, se trata de una ilusión óptica. Su tamaño aparente cambia según la altura y cuando está cerca del horizonte se puede comparar con edificios o el propio horizonte, algo que provoca que aumentan sus dimensiones. Si se espera lo suficiente para ver cómo se eleva y desaparece del campo de visión cualquier referencia, podrá comprobarse que ese efecto desaparece.

En Galicia el efecto de la Luna en perigeo o superluna siempre genera que las mareas vivas sean un poco más intensa de lo habitual. El tirón gravitatorio será más fuerte y por tanto el agua bajará y subirá de forma más intensa. El recorrido entre la pleamar y la bajamar superará los cuatro metros durante las próximas horas.  

Además de que el satélite asomará más grande y luminoso que de costumbre, en algunas zonas del mundo estará eclipsada. Se podrá ver el eclipse lunar desde Norteamérica, América Latina América y el sudeste asiático. Cuando se produce, la parte ensombrecida adquiere unos tonos rojizos y marrones. La atmósfera de la Tierra deja pasar los rayos solares, que se refractan. Las partículas atmosféricas, como los aerosoles, dispersan con mayor facilidad los colores violetas, azules y verdes y dejan visibles los tonos rojos, naranjas y amarillos.

El proceso físico que colorea el satélite es, en realidad, el mismo que tiñe de rojo los amaneceres y los atardeceres. Cuando el Sol se encuentra bajo en el horizonte, la luz blanca se descompone, el violeta y el azul se pierden, y son los colores cálidos, como el rojo, el naranja y el amarillo los que consiguen llegar hasta el ojo humano.

Año 1110, cuando la Luna desapareció

Entre el año 1109 y 1111 existen numerosas referencias escritas a las terribles condiciones ambientales y a sus efectos sobre la población. El famoso cronista y monje bizantino Orderico Vital mencionó en su obra Historia Eclesiástica que durante el verano y el otoño de 1109 en Francia «la lluvia excesiva ahogó los cultivos y la vendimia fue un fracaso casi total».

Las malas cosechas generaron escasez, acaparamiento de granos y la especulación de los propietarios de cultivos. En muchos países de Europa, como España y Francia, hubo grandes hambrunas. «Toda la Galia sufría de forma muy severa la hambruna y durante siete años continuos la falta de todo lo necesario para mantener la vida persistió y, por lo tanto, acabó mucha gente y redujo a innumerables personas ricas a la pobreza», sostiene un documento escrito por los monjes de la abadía benedictina de Morigny. 

Los testimonios sobre un suceso astronómico ocurrido en el mes de mayo de 1110 refuerzan la tesis de que aquellos fueron unos años muy convulsos en lo referente a la meteorología. El día cinco estaba previsto un eclipse de Luna, uno de los siete que se registraron entre el año 1100 y 1120. Pero aquella noche el satélite desapareció por completo de un cielo que estaba muy despejado. «Su luz disminuyó y se extinguió por completo además, no se vio ni luz, ni orbe, ni nada de nada. Y así continuó casi hasta el día», recoge la crónica anglosajona de Peterborough.

La comunidad científica también fue testigo de aquel eclipse lunar tan atípico. «Es evidente que este fue una instancia de un eclipse negro, cuando la Luna se vuelve bastante invisible en lugar de brillando con el familiar tono cobrizo», documentó el astrónomo inglés Georges Frederick Chambers. La escala de Danjon se emplea en la actualidad en el estudio de los eclipses lunares y mide precisamente la luminosidad y la apariencia del satélite en función de la presencia de nubes o el polvo en suspensión. Pero las nubes no pudieron hacer desaparecer la Luna, porque el cielo estaba estrellado. 

Una investigación ha descubierto recientemente gracias s los testigos de hielo de Groenlandia que ese año se registró una concentración muy elevada de azufre en la alta atmósfera, lo que sugiere una erupción volcánica.