La UE ve insuficiente el acuerdo del G7 para la reforma de la fiscalidad global

Cristina Porteiro
c. porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

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PHIL NOBLE

Bruselas insiste en sumar la tasa digital al impuesto mínimo de sociedades

12 jun 2021 . Actualizado a las 10:20 h.

Un pequeño paso para el mundo, pero insuficiente para resolver el problema de la fiscalidad. El acuerdo alcanzado por el G7 para fijar un suelo del 15 % al impuesto de sociedades y hacer que las grandes multinacionales contribuyan en los países donde operan todavía no satisface a la Unión Europea. Lo reconoció el presidente del Consejo, Charles Michel, horas antes de arrancar la cumbre que comenzó ayer en Cornualles y a la que asisten también los líderes de Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Canadá y Japón. El belga recordó que la fiscalidad es una competencia nacional y que la UE apoyará el acuerdo «siempre que sea posible».

¿Por qué esta ambigüedad? No es ningún secreto que dentro de la UE hay países que se resisten a cooperar en materia fiscal. Irlanda, Luxemburgo, los Países Bajos, Polonia y Hungría rechazan entre visillos la idea de fijar un impuesto mínimo. No es de extrañar. Sus artimañas para adelgazar la factura de las grandes multinacionales como Google, Amazon, Apple o Facebook hacen que recauden por este impuesto entre un 26 y un 39 % de sus ingresos fiscales totales, frente al 4 y el 5 % de sus vecinos, según apuntan expertos.

Hay división de opiniones al respecto. Y eso puede hacer que el acuerdo del G7 -poco preciso e incompleto- trastabille en la reunión de julio del G20 y en la OCDE, donde hay muchos intereses cruzados. Países como Francia abogan por elevar el mínimo del 15 % (que reportaría a la UE unos 48.300 millones de euros más al año) al 21 % (98.000 millones) o incluso al 25 % (167.800 millones de euros más). De toda esa tarta, la porción para España se reduciría a los 700 millones de euros si el impuesto se queda en el 15 %, a los 5.400 millones (con el 21 %) y hasta 12.400 si se eleva al 25 %.

Irlanda se opone frontalmente. No es para menos. Su hucha adelgazaría 2.000 millones de euros anuales. Su ministro de Finanzas y presidente del Eurogrupo, Paschal Donohoe, aseguró ayer mismo que negociará «vigorosamente» para mantener el impuesto en el 12,5 %. Su anuncio coincide con la revelación del diario The Guardian, que informó de que una filial irlandesa de Microsoft declaró en el 2020 beneficios de 260.000 millones de euros y pagó cero euros al tener su residencia fiscal en las Bermudas.

La Unión Europea tiene un problema de armonización interna y los descosidos a costa del impuesto de sociedades podrían quedar al aire a la hora de cerrar los flecos del acuerdo del G7, antesala de las negociaciones de la OCDE. Por eso sus autoridades han preferido poner el foco en otro flanco, muy incómodo para el presidente estadounidense, Joe Biden: la tasa digital, también conocida como tasa Google. ¿Por qué? En lugar de poner contra las cuerdas la soberanía fiscal de los países europeos, la UE prefiere pasar el cepillo directamente a los gigantes digitales, todos estadounidenses.

Tasa digital

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, confirmó que Bruselas no renunciará a ella. Tiene previsto lanzar una propuesta común a los Veintisiete el próximo mes de julio para conseguir que las empresas digitales con un gran volumen de negocio en todo el mundo paguen por ciertos servicios prestados. La idea de la Comisión es blindar en bloque a aquellos países que, como España, han introducido la tasa Google ante la falta de progreso en la OCDE y la falta de cooperación de Estados Unidos, que prefiere un enfoque menos sectorializado, ya que penaliza a sus gigantes.

El problema radica en la letra del acuerdo del G7, que promete ofrecer «una coordinación apropiada entre la aplicación de las nuevas reglas fiscales internacionales y la eliminación de las tasas digitales y medidas similares sobre las compañías». Von der Leyen insiste, pese a la letra, en que las dos medidas «no son contradictorias» sino «complementarias, porque nos aseguramos de que no sea discriminatorio y de que no haya doble imposición». Estados Unidos exige a la UE su renuncia.

Recaudación española

Mientras Bruselas teje una tasa digital europea y Estados Unidos trata de abortarla, España se prepara para pasar los primeros recibos de la tasa Google, según informa Colpisa. Entre el 1 de julio y el 2 de agosto recaudará las cuantías del primer trimestre del año por medios exclusivamente telemáticos. Esta misma semana el Gobierno aprobó un Real Decreto que regula el funcionamiento de la tasa y fija las reglas de localización de los usuarios y las obligaciones formales de los contribuyentes del impuesto, con el que el Ejecutivo espera recaudar hasta 968 millones de euros este año.

 

El Reino Unido quiere exluir del acuerdo a la City

El 12 % de la riqueza anual que produce el Reino Unido proviene de su corazón financiero: la City londinense. Bancos de inversión, entidades financieras y aseguradoras forman parte de su escarpado paisaje de rascacielos. El brexit ha hecho que muchas de las firmas perdiesen su pasaporte europeo. Otras se trasladaron al Viejo Continente para seguir operando en el mercado único. Y las cosas se le pueden complicar todavía más al Gobierno británico si estas compañías, que extienden sus tentáculos por todo el mundo, también caen dentro del nuevo marco fiscal.

Londres no quiere que le pongan la correa al cuello de estos gigantes financieros que desembolsan ingentes sumas de dinero en el país y sostienen alrededor de 2,2 millones de empleos. Así lo hizo saber el ministro británico de Finanzas, Rishi Sunak, a sus colegas, según confirmaron a Reuters fuentes de la negociación. El Gobierno de Johnson presiona para dejar fuera a los grandes bancos. La idea no convence a todos, aunque en reuniones técnicas previas de la OCDE se barajó la posibilidad de liberarlos del llamado pilar uno, por el que se adjudica una porción de los beneficios a ciertos países en función de los ingresos declarados en ese territorio, y no por los beneficios que se anota solo la matriz en su sede fiscal. El sector financiero alega que ya pagan impuestos locales allí donde operan, aunque en los últimos años las entidades han ido abriendo filiales en países con baja presión fiscal para trasladar allí beneficios.

«Lo que corre peligro de convertirse en una cicatriz duradera es que las desigualdades se enquisten», recordó Johnson al inicio de la reunión en la que deberán ratificar el acuerdo alcanzado a nivel ministerial para hacer que las multinacionales paguen más impuestos. Al menos las de países vecinos. Los británicos se resisten a aplicarse la receta. 

También se han negado a aplicar controles aduaneros a ciertos productos —especialmente cárnicos— que llegan a Irlanda del Norte. La UE le recordó ayer que recurrirá a los Tribunales si vuelven a acordar una nueva prórroga que ponga en peligro el mercado único. 

Arma arancelaria

El presidente estadounidense, Joe Biden, no desaprovechó la ocasión de buscar aliados para coordinar acciones contra su gran rival comercial: China. Apuesta por un mayor multilateralismo, a diferencia de su predecesor, Donald Trump, pero no pierde de vista el objetivo de sus políticas comerciales: proteger a las empresas estadounidenses de la competencia desleal asiático y del hambre confiscatoria de la UE, que a pesar de las buenas palabras y las sonrisas, insiste en mantener una tasa digital que Washington percibe como una amenaza para sus compañías.

En eso coinciden Biden y Trump. El nuevo inquilino de la Casa Blanca desactivó a principios de este mes una nueva ronda de aranceles que amenazaban directamente a España como represalia por haber introducido la tasa Google. Estados Unidos ha dado seis meses a los países europeos para llegar a un acuerdo en el marco de la OCDE lo suficientemente ambicioso como para que todos retiren sus respectivas tasas y destierren la idea de crear una tasa digital europea (común). ¿Qué puede ocurrir si Von der Leyen sigue adelante con sus planes? Biden se guarda la baza de los aranceles. Está dispuesto a utilizarlos como arma si la UE no baja las espadas contra sus gigantes tecnológicos.

El próximo lunes y martes, Biden y sus homólogos europeos se reunirán en Bruselas para abordar estas «fricciones». Sobre la mesa no solo está la batalla por la tasa digital, también la lejana promesa incumplida de las potencias europeas de contribuir más a la OTAN. «Estamos en contacto muy estrecho con las partes interesadas relevantes. Esto será ciertamente también un tema que debatiremos en nuestra cumbre entre la UE y Estados Unidos», dijo la alemana, antes de recordar que la UE apoya la propuesta global que hay sobre la mesa. Una propuesta que, a tenor de lo expresado por algunas capitales, no convence a todos los países.