Sánchez y Aragonés solo consiguen acordar los desacuerdos

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

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 El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez), recibe al presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, durante su encuentro este martes en el Palacio de la Moncloa.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez), recibe al presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, durante su encuentro este martes en el Palacio de la Moncloa. JUAN CARLOS HIDALGO

El presidente del Gobierno  y el de la Generalitat evitan que sus diferencias bloqueen el diálogo porque se necesitan mutuamente

30 jun 2021 . Actualizado a las 11:58 h.

Gestionar las diferencias. O, más gráficamente, acordar los desacuerdos. Puede parecer absurdo, pero acotar aquello en lo que por el momento se considera imposible avanzar, para orillarlo e impedir el bloqueo, es el primer paso para abordar una negociación política. Y eso es lo que hicieron ayer Pedro Sánchez y Pere Aragonés. Uno y otro necesitan, por diferentes razones, atarse a una mesa de negociación. Sánchez, porque necesita los votos de ERC en el Congreso, una vez que ha renunciado a cualquier mayoría alternativa sin los independentistas. Y Aragonés, porque precisa ofrecer a sus socios de JxCat y sus aliados de la CUP algo que avale su apuesta por el diálogo. Atascarse a las primeras de cambio en aquellas cuestiones en las que las diferencias parecen insalvables hubiera sido letal para las aspiraciones y las expectativas de ambos líderes.

Autodeterminación

Desencuentro sin descalificaciones. Como era previsible, no hubo ningún acercamiento, pese a los eufemismos de Aragonés, en la cuestión clave de la autodeterminación y la amnistía. Algo que los dos interlocutores sabían de antemano y por lo que sus equipos ya habían pactado que uno, Aragonés, lo reivindicaría, y otro Sánchez, lo juzgara inviable y poco realista, peor sin descalificaciones que pudieran hacer fracasar los otros asuntos. Pero la situación de Carles Puigdemont y el resto de fugados, y las sanciones económicas del Tribunal de Cuentas aparecen ahora como el principal obstáculo para avanzar en el diálogo.

Aragonés toma el mando

Junqueras no, la CUP, sí. De las palabras de Aragonés se deduce que piensa asumir personalmente el liderazgo de la negociación con el Gobierno, a pesar de que el líder de ERC, Oriol Junqueras, haya retomado la actividad política en el partido tras ser indultado, aunque se mantiene su inhabilitación. Junqueras no se sentará en la mesa de negociación, tal y como planteó Sánchez. Eso se considera positivo desde el Gobierno, pero no el que Aragonés sugiriera que en esa mesa habrá también un representante de sus aliados de la CUP.

Dos vías de negociación

Primero inversiones, luego política. Aragonés impuso la diferenciación entre sus reivindicaciones económicas en forma de inversiones, que deberán abordarse de inmediato, y las políticas, que se aplazan a septiembre. Pero si no se satisfacen las primeras, se da por hecho que no se avanzará en las segundas.

 La política de gestos

Más química que con Torra. Más allá de los contenidos concretos, importan los gestos. Para el independentismo, la liturgia es esencial antes de dar cada paso. Y en Moncloa se valoran especialmente los gestos y la química entre Sánchez y Aragonés. La reunión no tuvo nada que ver con la que el presidente del Gobierno celebró en 2018 en la Moncloa con el expresidente catalán, Joaquim Torra, precedida entonces de la máxima desconfianza y en la que en lo único que coincidieron fue en alabar la machadiana fuente de Guiomar en la Moncloa.