Piden diez años de cárcel para un hombre que prostituía a su hija de 15 años

La Voz REDACCIÓN

ACTUALIDAD

Imagen de archivo de una intervención de la Policía Nacional.
Imagen de archivo de una intervención de la Policía Nacional. MARCOS MÍGUEZ

Pactaron con otros dos procesados que la menor utilizase una habitación alquilada en Torrejón de Ardoz por una renta de 150 euros semanales

09 jul 2021 . Actualizado a las 12:36 h.

La Fiscalía solicita diez años de prisión para un hombre que ofrecía los servicios sexuales de su hija de 15 años de edad a cambio de dinero y nueve años para su compañera sentimental, ambos acusados de un delito de prostitución, explotación sexual y corrupción de menores de edad.

El juicio comenzará el próximo miércoles en la Audiencia Provincial de Madrid, en una vista en la que el representante del ministerio público sostendrá que ambos se prevalecieron de su relación de parentesco, dado que él era el único progenitor de la chica y ella la pareja sentimental de su padre.

La pareja se puso de acuerdo para insertar, desde el 26 de junio del 2017 y durante dos meses, un anuncio en una página web en el que ofrecían los servicios sexuales de la hija del acusado a cambio de dinero, J.I.M.L., menor de edad.

La idea era que tanto la mujer, M.A.P., como la menor, ejercieran la prostitución en una habitación alquilada en una vivienda de la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz, propiedad de los otros dos acusados, D.P.B. y A.S.R., para quienes el fiscal solicita una pena de cinco años de prisión por el mismo delito.

Según consta en el escrito de acusación, el 28 de julio del 2017 la pareja sentimental del padre (que se presentó como Eva) y la menor (que dijo llamarse Luna) suscribieron un contrato verbal de arrendamiento de dicha habitación. Los propietarios de la habitación sabían que ambas iban a ejercer la prostitución y que la mujer conocida como Luna era menor de edad. Determinaron un suplemento en el precio «pactando una renta de 150 euros semanales».

Tanto M.A.P. como la joven prestaron diariamente servicios sexuales a cambio de dinero en el interior, previo conocimiento de J.I.M.L., «quien había acordado que se quedaría en un parque de las inmediaciones supervisando». Así, el procesado era avisado por su pareja sentimental en el momento en que se iba a recibir un cliente, y vigilaba toda la operación para después de finalizado el servicio, reunirse con ambas en dicho parque.