Ábalos, el histórico fontanero del PSOE, cae después de una carrera política de medio siglo

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa REDACCIÓN / LA VOZ

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José Luis Ábalos, en los soportales del pazo de Raxoi, el pasado abril
José Luis Ábalos, en los soportales del pazo de Raxoi, el pasado abril XOAN A. SOLER

Fiel sanchista, responde a su salida del Gobierno con su dimisión como secretario de organización del partido

10 jul 2021 . Actualizado a las 16:59 h.

Cae José Luis Ábalos Meco (Torrent, Valencia, 1959) después de 45 años en la escena política. Cuarenta de ellos agazapado entre las bambalinas del poder, ejerciendo ese oficio de fontanero a veces menospreciado por los espectadores pero sin el cual los engranajes de un Gobierno no carburan.

Pocos sospechaban su salida del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, desde donde aportaba al Gabinete un poso de experiencia y de esa sabiduría vital de quien ha cerrado muchas negociaciones en la discreta luz de un reservado. Sánchez, que con este gesto demuestra ser fiel solo a sí mismo, ejecuta a uno de los más leales sanchistas. El presidente se cobra dos piezas con un solo tiro, ya que Ábalos, muy dolido por un despido del ministerio con el que no contaba, responde con su dimisión como secretario general de organización del PSOE, número dos oficial del partido y responsable máximo de la disciplina y el control de una formación con múltiples tensiones internas y territoriales, solo apaciguadas por la supremacía incontestable de Sánchez en Ferraz.

El hasta ahora ministro de Transportes ocupaba un espacio similar al que tuvo en su día el gallego José Blanco con Zapatero, también número dos del PSOE y ministro de Fomento. Una dualidad que les otorgaba un amplio control sobre los territorios tanto desde la sala de máquinas socialista como desde el despacho en el que se decidían las cuantías y, sobre todo, el ritmo de las inversiones en infraestructuras, una de las golosinas preferidas de los candidatos en campaña.

Del PCE al PSOE

Diplomado en Magisterio y maestro de Primaria, Ábalos entró en política en 1976, cuando se afilió a las Juventudes del PCE. Ese año aún no habían nacido algunos de los nuevos ministros de Sánchez. Pero el Partido, como se conocía entonces a la formación dirigida por Santiago Carrillo, no acabó de satisfacer sus expectativas. Hombre de instinto y olfato, se apuntó al Partido Socialista del País Valenciano (PSPV) en 1981, solo unos meses antes de la arrolladora victoria de Felipe González en las generales de 1982.

Se curtió como jefe de gabinete del Delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana (1983-1987) y del consejero de Trabajo de la Generalitat valenciana (1988-1991) antes de pasar a la política local, primero durante siete años como asesor del grupo municipal del PSPV en el Ayuntamiento de Valencia y luego ya como concejal, entre 1999 y el 2009. Dio entonces el salto a la escena nacional al ganar un escaño en el Congreso de los Diputados que ha mantenido hasta la actualidad.

Ese mismo año aterrizaba en la carrera de San Jerónimo Pedro Sánchez, figura central —en el auge, y también en la caída— de la biografía política de Ábalos. En las primarias del 2014, cuando el ahora presidente del Gobierno se enfrentó a Eduardo Madina para liderar el PSOE, Ábalos fue uno de los apoyos decisivos con los que contó Sánchez. También lo fue en octubre del 2016, cuando el comité federal socialista ajustició a su entonces secretario general para evitar el bloqueo parlamentario y dar paso al Gobierno de Rajoy con una forzada abstención socialista. Cuando Pedro Sánchez puso en marcha su tour del retorno para vengarse de los dirigentes que lo habían fulminado, eligió precisamente la localidad valenciana de Xirivella como punto de arranque de una gira que concluyó con su triunfo frente a Susana Díaz. En la sombra, Ábalos se encargó de afinar la maquinaria de aquella campaña de resurrección de un líder por el que solo un grupo de devotos apostaban. Fueron los primeros sanchistas cuando aún no existía el sanchismo y los susanistas ya se veían redecorando la Moncloa.

Resucitado Sánchez como líder del PSOE en el 2017, Ábalos tomó el mando del aparato de Ferraz como nuevo secretario de organización del PSOE.

En junio del 2018, jugó un papel crucial en las negociaciones con los nacionalistas para sacar adelante la moción de censura contra Rajoy. A él se atribuyen buena parte de las maniobras que inclinaron la balanza del PNV hacia la orilla socialista. Sánchez lo premió entonces con la cartera de Fomento, en la que renovó en enero del 2020 tras participar, de nuevo con éxito y sigilo, en las conversaciones con Podemos.

El Delcygate

Ese mismo mes protagonizó uno de los escándalos más rocambolescos de su gestión. Su encuentro de madrugada en el aeropuerto de Barajas con Delcy Rodríguez, vicepresidenta de Venezuela vetada por la UE en el espacio Schengen, desató una enorme polémica que lo ha perseguido hasta su último día en el despacho.

El Supremo archivó el caso al no apreciar delito, pero las múltiples versiones que dio sobre esa cita nocturna y aeroportuaria acabaron por hacer mella en un político de la vieja escuela que hasta este sábado parecía incombustible.