«El virus está desatado»: los científicos claman para recuperar la mascarilla al aire libre y el Gobierno los desoye

María Hermida
María Hermida REDACCIÓN / LA VOZ

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ADRIÁN BAÚLDE

Parte de la oposición votó en el Congreso para volver a llevar la protección facial siempre, pero el Ejecutivo se cerró en banda y la normativa seguirá igual

22 jul 2021 . Actualizado a las 09:05 h.

La pandemia del covid-19 ha dejado a los políticos huérfanos de titulares positivos. Así que, cuando aparece alguno, se abalanzan sobre él, en ocasiones pisando demasiado el acelerador de las buenas noticias. Quizás fue lo que ocurrió el 18 de junio, cuando Pedro Sánchez anunció que en unos días apearíamos la mascarilla. Fue el 26 de junio cuando, por fin, los españoles se volvieron a ver las caras. Había una incidencia 95 casos por 100.000 habitantes a 14 días. No ha pasado ni un mes y, relacionado o no con la relajación de esta medida, la incidencia es ahora en España de más de 620 casos. ¿Suficiente para recuperar la mascarilla en cualquier tesitura? Los científicos consultados, investigadores que llevan toda la pandemia en primera línea, creen que sí. El Congreso de los Diputados, con parte de la oposición en contra y el Gobierno a favor, votó que no, es decir, que se siga sin máscara al aire libre cuando hay distancia.

Pepe Alcamí, virólogo coordinador del grupo de análisis científico del covid del Carlos III y epidemiólogo, fue de los primeros científicos en apostar por relajar el uso de la mascarilla. Creía que, con el avance de la vacunación, sí era posible estar en el exterior sin ella. Lo pensaba hace un mes. Pero su posición ha cambiado tras ver cómo se comporta la variante delta. «La transmisión con la variante delta es alucinante. El virus ha encontrado una combinación mejor y su capacidad de infectar es muchísimo más elevada», indica. Y añade: «Decidimos retirar la mascarilla cuando nuestra gran preocupación eran los aerosoles, y así sigue siendo. Pero es que ahora, con esta variante, con el virus colándose por cualquier rendija que le dejemos, hay que tener en cuenta las gotículas y la única barrera que las para es la mascarilla. Lo que estamos viendo es alucinante. Es un nuevo contexto y sí, creo que tenemos que ponérnosla siempre, hasta don distancia, si se habla fuerte, esas gotículas te pueden alcanzar. No sé hasta que punto nos ayudará llevarla siempre, pero sí sé que tenemos que protegernos más». Su frase final es realmente preocupante: «El virus está desatado», espeta el doctor Alcamí. 

La inmunóloga África González suspira al preguntarle por las mascarillas y la conveniencia de que vuelvan a ser obligatorias en el exterior: «Es que yo ya no apostaba por su retirada, porque es una medida que se ha demostrado eficaz. Estamos haciendo ocio y viajes sin mascarilla y con la variante delta... ¿qué esperábamos?», indica. Señala que, como mucho, levantaría la prohibición de llevar la protección facial estando en solitario al aire libre.

Las opiniones científicas las completa José Luis Jiménez, experto en aerosoles y uno de los grandes divulgadores de la pandemia. Él cree que podría retirarse la máscara al aire libre si se mantiene la distancia de seguridad de dos metros —la normativa en vigor exige solo 1,5 metros—. Pero puntualiza: «Sería mucho más importante poner el énfasis en las otras medidas, como la ventilación de interiores en la hostelería y en otros espacios compartidos, medir el CO2 para ventilar bien y detectar sitios problemáticos, poner filtros donde no se puede ventilar, e insistir en el ajuste y la calidad de las mascarillas. Al final la gente solo hace una o dos cosas que les parece que son las más importantes». Apuesta por destronar, por ejemplo, el omnipresente gel hidroalcohólico y, sobre todo, las mamparas, que «en general aumentan los contagios» por aerosoles, ya que no corre el aire.

Hasta ahí, lo que dicen los científicos. La realidad en el Congreso de los Diputados fue otra historia. El Gobierno, por boca de la ministra Darias, dijo que era prudente seguir sacando la mascarilla al aire libre si hay distancia. Es decir, se ratifica la norma del 26 de junio, cuando la incidencia era mucho menor y la variante delta no mostrara su peor cara.