España vive el trimestre más negro de la violencia de género en una década

Alfonso Torices COLPISA

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Daniel Pérez | EFE

Un malagueño de 53 años que mató el lunes a su novia y quemó el cadáver en un vertedero es el autor del crimen machista número 29 del año

03 ago 2021 . Actualizado a las 19:17 h.

La plaga de la violencia de género vive en España uno de sus momentos más álgidos en muchos años. Desde que el 9 de mayo terminó el último estado de alarma, con el retorno general a una casi normalidad, los maltratadores han perdido buena parte del control que lograron sobre sus víctimas durante el año de pandemia y confinamientos. El fin de las restricciones horarias y de movimientos y la vacunación permitieron a muchas mujeres tratar de sacudirse el dominio machista e incluso dar pasos hacia el abandono o la separación. Muchos agresores, iracundos y frustrados, respondieron con violencia y asesinatos.

El resultado es lo que el propio Gobierno definió como situación de «alerta machista», que cristalizó durante mayo, junio y el recién acabado julio en el trimestre con más crímenes de género en una década en España. Son 20 muertes en once semanas. Un triste récord para el que ni siquiera hizo falta incluir el primer asesinato machista de agosto, registrado el lunes en la población malagueña de Rincón de la Victoria, que supone ya el número 29 desde que comenzó el año.

La veintena de crímenes de género del último trimestre son los mismos registrados en los meses de mayo, junio y julio de 2019 y una cifra no superada en este período desde 2010, hace once años, cuando los maltratadores mataron a 21 de sus parejas o exparejas. Este trimestre negro es fruto del peor mayo (siete muertes) en toda una década y del junio con más feminicidios en nueve años (nueve asesinadas), el tercero con más muertas desde 2003, el año en el que comenzó a llevarse en España una estadística veraz de esta lacra.

La aceleración del ritmo de crímenes de género desde el final del estado de alarma es un fenómeno incontestable. En los primeros cuatro meses largos del año se registraron ocho homicidios machistas, con una media de uno cada dos semanas. En los últimos tres meses, en concreto en once semanas escasas, se registraron 20 muertes (más del doble) y la media se elevó a casi dos crímenes por semana.

El momento más terrorífico se vivió nada más perder el control pandémico los maltratadores, una semana justa después de la vuelta a la normalidad.

Del 17 al 22 de mayo, en solo seis días, cinco hombres mataron a sus parejas o exparejas y a uno de sus hijos de 7 años. Es la semana más negra que se recuerda. Esta ola de violencia aún no ha sido más trágica porque en julio, en coincidencia con el alto impacto social e institucional causado por la cascada de muertes, que obligó a tomar a la carrera medidas de choque para mejorar la detección precoz del maltrato y la protección de las víctimas, los crímenes se redujeron a cuatro, uno a la semana.

Agosto ya tiene su primer feminicidio

La víctima es una mujer de 36 años, de origen ruso, que fue encontrada muerta por un ciudadano cuando caminaba junto a un vertedero ubicado en un paraje de una pedanía de la población malagueña de Nerja.

Eran las siete de la tarde del lunes cuando este hombre telefoneó al 112 para comunicar a los servicios de emergencias que había localizado el cadáver de una mujer semidesnuda, que estaba prácticamente calcinado, sobre los restos de una pequeña hoguera, en un barranco de Maro.

Como pronto pudo comprobar la Guardia Civil, que se hizo cargo de la investigación del posible homicidio, los prolegómenos del crimen tuvieron como escenario una vivienda del Rincón de la Victoria, una población de unos 45.000 habitantes pegada al área urbana costera de la capital malagueña.

La investigación apunta a que quien era la pareja sentimental de la fallecida, un español de 53 años, la mató en el piso que ambos compartían en el Rincón de la Victoria, a más de 41 kilómetros del solar donde aparecieron sus restos mortales.

El sospechoso, que fue detenido el lunes por la noche, tuvo que matar a su novia antes de las seis de la tarde. Unos diez minutos antes de esa hora un vecino del inmueble que estaba en el garaje vio cómo el homicida se esforzaba en meter el cuerpo aparentemente sin vida de la mujer en su vehículo. Para explicar su comportamiento, le indicó que la llevaba a un hospital porque se había dado un fuerte golpe, pero al vecino no le convenció la explicación y puso los hechos en conocimiento de la Guardia Civil, que más tarde localizó un reguero de sangre en el garaje.

Su diligencia permitió que, cuando horas después el sospechoso retornó al aparcamiento comunitario, procedente del vertedero en el que intentó hacer desaparecer el cuerpo sin vida de su novia, fuese interrogado y arrestado por los agentes, que lo esperaban apostados en diferentes puntos del edificio. El hombre confesó su crimen después de que, durante el registro del automóvil, encontrasen un soplete, con el que pudo quemar y desfigurar el cadáver, en uno de los asientos. No hay constancia de denuncias previas por maltrato.