¿Cueces o enriqueces?» o «Chup-Chup» forman parte del recuerdo colectivo de varias generaciones que, más que por destrezas culinarias, los guisos y asados no necesitaban más aderezo que la mítica pastilla de caldo deshidrato Avecrem para triunfar en la mesa. Su popularidad, a partir de la década de años 70, alcanzó tal nivel que los consumidores se referían a todos los cubitos concentrados con el nombre de la marca comercial propiedad de Gallina Blanca al margen de quién fuese su fabricante. Algo similar a los Kleenex en los pañuelos de papel.
Las ventas de estas pastillas hicieron ricos a una de las familias más pudientes de Cataluña, los Carulla, que todavía hoy se colocan entre la élite de los más adinerados de la comunidad, según la lista Forbes. Sigue siendo así, un año después de que la tercera generación de la familia Carulla iniciase el relevo generacional al frente de Agrolimen, el negocio familiar dueño de The GB Foods, vamos la antigua Gallina Blanca. Y es en ese momento cuando Artur Carulla Mas toma el testigo que le entrega su padre, también Artur, de un conglomerado trazado de éxitos, tantos como los que les reportó las pastillas Avecrem desde que su fundador Lluís, introdujese los cubitos en los hogares españoles poco después de la guerra civil.
Carulla Mas ha heredado el emporio, casi todo, que comparte con otros primos. Menos los famosos concentrados de caldo, sopas y pastas que fue segregado del holding coincidiendo con el relevo. El conglomerado Agrolimen se centra en dos líneas: GB Foods (alimentación) y Affinity Petcare (comida para mascotas), entre otros negocios. Y no le ha ido nada mal al sucesor en su primer aniversario, con pandemia incluida. A cierre del 2020, el grupo superó los 1.000 millones de patrimonio neto por primera vez en su historia, tal y como figura en las cuentas depositadas en el Registro Mercantil.
El primer directivo tiene ante sí varios retos. Dirigir uno de los negocios más prósperos de la economía catalana y española -de hecho Agrolimen forma parte de Marcas Renombradas- y compaginar la influencia que ejerce dentro de las denominada burguesía independentista catalana.
Nombrar a los Carulla en Cataluña es como hacerlo de los Sumarroca, Boixareu o Prenafeta. Incluso más, porque el grado de compromiso viene de lejos. El abuelo del actual responsable, Lluís, fue uno de los fundadores de Omnium Cultural, una institución que se creó en los años 60 para impulsar la cultura catalana y que en la crisis secesionista adquirió gran protagonismo. Lo cierto es que se trata de una saga comprometida, pero que también disfruta de las bondades que proporciona formar parte de una de las principales familias industriales del país. Con propiedades en las islas mallorquinas, al patriarca, que ahora disfruta de los beneficios de la jubilación, le gusta navegar, viajar, correr y practicar golf, sus grandes aficiones. Al igual que su padre, de Artur hijo apenas trascienden datos personales, más allá de ser el mayor de cuatro hermanos. También más que austero es discreto y sobre él recaerá la responsabilidad de liderar uno de los mayores grupos empresariales españoles, porque tiene claro que sus principales clientes están en España. Aunque ya no está en sus manos gestionar el que fuera un icono de la industria alimentaria, solo con hacer crecer al holding que tiene entre sus manos tiene más que suficiente.
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