La crisis de Ceuta oscurece el futuro político del superviviente Marlaska

Francisco Balado Fontenla
Fran Balado MADRID | LA VOZ

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Imagen de archivo de Marlaska en el pazo de Mariñán durante su etapa de magistrado
Imagen de archivo de Marlaska en el pazo de Mariñán durante su etapa de magistrado CÉSAR DELGADO

Interior aguarda el fallo de la Justicia sobre las repatriaciones a Marruecos

24 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Las quinielas sobre la remodelación del Gobierno fallaron en varias cuestiones. El momento, ya que los pronósticos se fiaron de las declaraciones de Sánchez, que invitaba a modificar su gabinete a la vuelta del verano. También fracasaron con su calado, porque ni una sola predicción vaticinó un cambio tan profundo ni incluyó el cese del jefe de gabinete del presidente, Iván Redondo. Y los errores también fueron comunes con la supervivencia del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, un nombre de los más señalados para abandonar el Ejecutivo.

Cuando está a punto de comenzar el nuevo curso político, las salidas de Pablo Iglesias, Carmen Calvo o Ábalos dejan el exmagistrado como el ministro más quemado del ala socialista. Según el último barómetro del CIS, su valoración por parte de la ciudadanía, con un 4,1, está en el pelotón de cola, y solo supera a la de los ministros de Unidas Podemos: Castells, Garzón, Belarra y Montero, con la excepción de Yolanda Díaz, que es la mejor valorada de todo el Ejecutivo.

Desde su llegada al Gobierno en el 2018, Marlaska siempre ha estado en el ojo del huracán. Su designación levantó ciertas suspicacias en la familia socialista, porque durante años había sonado para ocupar esa misma cartera bajo un Gobierno popular. Marlaska era vocal del CGPJ a propuesta del PP, y contaba con una excelente relación personal con la fallecida Mercedes Rajoy, hermana del expresidente. Sin embargo fue ganándose el respeto dentro de la familia socialista, en buena parte tras haberse convertido en uno de las dianas favoritas de la oposición, especialmente de la diputada gallega Ana Belén Vázquez (PP) y Gil Lázaro (Vox), los grandes azotes del ministro tras haber enlazado varias polémicas, como la sentencia que le obligó a restituir al coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos, por el acercamiento de etarras a cárceles del País Vasco, pero también por cuestiones más mundanas, como la adquisición de una lujosa cinta para correr en pleno confinamiento a cuenta del presupuesto ministerial.

Fortalecido tras los ataques

Sin embargo, estos ataques le ayudaron a fortalecerse en Ferraz: «No hay nada como que el PP y Vox se lancen a degüello contra un ministro para que se cierren filas dentro del partido», afirma un veterano socialista a Colpisa, tratando de explicar las razones por las que Sánchez decidió mantenerlo: «Haberle echado en julio hubiese sido un error porque habría parecido que los populares se cobraban una pieza», sostienen.

El responsable del Interior se enfrenta ahora a un problema que podría hacerle caer en desgracia. Pese a que trató de señalar al presidente de Ceuta como el responsable de la devolución de los 800 menores de la ciudad autónoma a Marruecos, las repatriaciones han provocado un nuevo boquete con sus socios de la coalición, pero también la posibilidad de que la Justicia determine que los «retornos asistidos» de los menores, como él los llama, no cumplen con la ley. Sobre todo cuando se trata de un tema tan sensible para el PSOE.