La caída de un gigante que puede hacer tambalear a China

Paula Avendaño
Paula Avendaño REDACCIÓN / LA VOZ

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DAVID KIRTON

Evergrande, la segunda inmobiliaria más grande del país, arrastra una deuda de 260.000 millones y roza la quiebra

29 abr 2022 . Actualizado a las 20:24 h.

La estabilidad financiera de China podría estar en serio peligro. La razón es que Evergrande, la que hasta hace poco era la segunda inmobiliaria más grande del país, no puede pagar sus préstamos. Y no es que sean pocos. La compañía enfrenta una deuda cercana a los 260.000 millones de euros. Es, de hecho, la empresa más endeudada del mundo, con una cifra que supera toda la riqueza producida por un país como Portugal, durante todo un año. O que sería el equivalente a casi el doble de los fondos europeos que recibirá España. A esto hay que sumar que la empresa tiene cientos y cientos de propiedades sin terminar.

Evergrande se ha esforzado en desmentir el riesgo de quiebra, aunque las autoridades chinas ya han comunicado a los bancos que la empresa no podrá pagar los intereses que vencen el próximo 20 septiembre. Un sinónimo de insolvencia. La caída de la compañía puede provocar un efecto dominó a enorme escala, en un país donde el sector de la construcción representa el 17 % del PIB.

Origen

Evergrande tiene su sede en Guangzhou, una provincia del sur de China. Allí fue fundada en 1996 por Xu Jiayin, el hombre más rico del país. Por aquel entonces, los millones de habitantes de la zonas rurales chinas abandonaban el campo para emigrar en oleadas las grandes ciudades. Paralelamente, el mercado inmobiliario comenzó a privatizarse. Una urbanización a toda velocidad: en 1990 solo el 17 % de los hogares chinos eran propietarios de una vivienda, un cifra que pasó a ser del 86 % en el 2005. Esta tendencia dibujaba un contexto inmejorable para una promotora de este tipo, de hecho, pocos años después, en el 2009, empezó a cotizar en la Bolsa de Hong Kong.

Xu Jiayin, aumentó entonces su fortuna hasta los 42.500 millones de dólares y se lanzó a expandirse a otros sectores como los vehículos eléctricos o los servicios sanitarios. Incluso se compró un equipo de fútbol en el 2010: el Guangzhou F.C., uno de los principales clubes de China. Para hacer todo esto, Evergrande tuvo que endeudarse, al tiempo que su margen para seguir creciendo se achicaba.

Y llegaron las vacas flacas. En agosto del año pasado, en plena recuperación pandémica, el Gobierno chino anunció una política de líneas rojas con respecto al sector de la vivienda, donde los precios y las inversiones seguían subiendo. La imposición del Ejecutivo era clara: las compañías que no cumpliesen requisitos de deuda, no podrían acceder a créditos.

Ahí comenzaron los verdaderos problemas para Evergrande, la empresa más endeudada del sector se lanzó a ofrecer descuentos en la venta de sus propiedades para cumplir con los parámetros de las autoridades.

El 2021 comenzó mal para la compañía. Fuertes caídas en bolsa que han mermado el valor de sus acciones en un 75 % en lo que va de año. Además, cientos de proyectos del grupo chino han quedado en suspenso. Es decir, que muchas familias esperan recibir propiedades que han pagado y que no saben si les serán entregadas. Con una fuerte caída de los ingresos entre enero y junio de este año como telón de fondo, Evergrande se ha dedicado a vender activos para generar liquidez.

La semana pasada, las agencias Moody's y Fitch rebajaron la calificación crediticia de la compañía. Lo que se traduce en que cada vez tendrá más difícil que alguien le preste dinero. Por lo tanto, lo que le queda a la compañía es vender. Y está en ello, a la búsqueda de inversores a los que ofrecer atractivas condiciones de pago, para que se lancen a comprar.

Riesgo cruzado

Este mismo lunes la empresa negó los rumores de quiebra, pero anunció que dos de sus filiales habían incumplido sus obligaciones crediticias. Lo que aumenta el riesgo de «insolvencia cruzada». Esto significa que cuando una compañía entra en suspensión de pagos con un acreedor, el resto de los acreedores con los que haya firmado otros préstamos, pueden reclamar su devolución. Una situación que de producirse «tendría un efecto negativo sobre los negocios y el futuro de la empresa», ha admitido Evergrande.

La compañía es un rinoceronte gris. Un término financiero que significa que corre un serio peligro. Falta por ver si el Gobierno chino se quedará de brazos cruzados o hará algo para salvarla. Por el momento, el rescate no está sobre la mesa. De hecho, el Ejecutivo está empeñado en poner freno a la financiación del sector inmobiliario, cuya deuda es histórica. Así que el que acabe abandonando a su suerte a Evergrande no parece descabellado.