La detención de Puigdemont hace tambalear la mesa de diálogo y los Presupuestos

Francisco Balado Fontenla
Fran Balado MADRID | LA VOZ

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ALBERT GEA | REUTERS

El arresto del expresidente catalán supone una importante sacudida en el terreno político, tanto a nivel catalán como en clave estatal

24 sep 2021 . Actualizado a las 23:48 h.

La detención del expresidente catalán Carles Puigdemont en Cerdeña ha provocado un terremoto en el tablero político, tanto a nivel catalán como en el conjunto del estado, y que supone un antes y un después en las dos principales negociaciones que mantiene abiertas el Gobierno español con Esquerra: la llamada mesa de diálogo y los Presupuestos. 

¿Qué supone para el «procés»?

La detención de Puigdemont llega en un momento en el que el procès estaba perdiendo fuelle, tal y como se venía recogiendo en los últimos trabajos demoscópicos, y tal y como quedó en evidencia en la manifestación de la última Diada, con mucha menos gente en las calles que otros años. Probablemente, en buena parte fruto de la división que existe dentro de la familia independentista. Esta fragmentación quedó reflejada también con los silbidos y acusaciones de traidor que reciben en las últimas semanas determinados líderes, como Oriol Junqueras. El arresto de Puigdemont podría volver a favorecer una situación de falsa unidad dentro del secesionismo.

Parte del discurso más victimista del procés había quedado desactivado con la concesión de los indultos a los condenados por el Supremo, y que ahora podría reactivarse con la reivindicación de la libertad para el expresidente fugado en Waterloo. 

¿Cómo afecta a la relación entre ERC y Junts?

Revuelta dentro del independentismo. La tortilla fue virando en los últimos años, un cambio que se ha consumado en los últimos meses. ERC, que con permiso de la CUP, representaba al independentismo más rupturista; mientras tanto, en Convergencia solían ser más propensos al pactismo y habituales aliados de Gobiernos españoles de todos los signos. Las tornas han cambiado, y Esquerra ahora representa el pacto y el diálogo con el Gobierno, mientras Junts, los herederos naturales de Convergencia, desconfían de las intenciones de Sánchez al entender que lo único que quiere es parar el juego, pero que jamás accederá a ninguna de sus dos reivindicaciones: referendo y amnistía. 

En el otoño del 2017, Puigdemont estuvo a punto de abortar la declaración de independencia en el último instante, pero fueron sus socios de ERC, con Rufián a la cabeza, los que le acusaron de traición. Había que llegar hasta el final. Ahora es Esquerra quien representa el ala pactista, y los que son acusados de traidores o botiflers.

 El cambio había llegado también al Gobierno. En las últimas elecciones autonómicas ERC logró afianzar por primera ocasión lo que tantas veces apuntaban las encuestas y convertirse así en la fuerza independentista más votada, lo que le otorgó la presidencia del Gobierno. Por su parte, Junts son los que azuzan desde la vicepresidencia y determinadas consejerías exigiendo más determinación para avanzar hacia la independencia. 

¿Tendrá consecuencias sobre la mesa de diálogo?

Por supuesto. Corre peligro, aunque Moncloa y Esquerra tratarán de mantenerla viva. El desmarque de los representantes de Junts de la última reunión entre el Gobierno español y el ejecutivo catalán celebrada hace unas semanas en Barcelona significó que en la práctica se convirtiese casi en una mesa de partidos, en la que en un lado estaban las dos fuerzas que integran la coalición en Madrid, el PSOE y Unidas Podemos, y al otro solo dirigentes de ERC.

De este modo, Esquerra necesita lo que suelen llamar «gestos» de parte de la administración central que les permita vender a su electorado que la vía que han abrazado, la del diálogo, es la que funciona. En el último encuentro los dirigentes de Esquerra intentaron vender que el hecho de que Sánchez y varios de sus ministros se sentaran constituía una conquista, rescatando imágenes de unos años atrás con carteles sostenidos por manifestantes en los que exigían al Gobierno «sit and talk» (sentarse y hablar).

El problema para Esquerra es que saben mejor que nadie que Sánchez jamás podrá acceder a la celebración de un referendo en Cataluña, aunque esto no podrán explicárselo a parte de su electorado. Por eso lo que necesitan es ir ganando tiempo con esos pequeños «gestos» que les permita respirar ante el sofocante acoso de Junts, y por eso este verano el presidente catalán, Pere Aragonès, situó la celebración de su ansiado referendo para el 2030.

El independentismo aprecia en la detención de Puigdemont un acto de «represión» por parte del estado español, es decir, por parte de Sánchez, y eso es todo lo contrario a un esto. ¿Podría Puigdemont favorecerse de un hipotético indulto antes de ser juzgado (como contempla la ley) que permitiera aliviar ese pressing? Sánchez siempre ha afirmado que no, que Puigdemont tendría que ser juzgado en el Supremo. 

¿Afectará a los Presupuestos?

Sánchez confirmó esta misma semana desde Nueva York que «habrá Presupuestos», y que los presentará en el Congreso a principios del próximo mes. El presidente del Gobierno salía así al paso de las presiones de sus aliados parlamentarios, que afirmaban que venderían cara su piel antes de comprometer su voto. «El voto de ERC se suda», advertía su portavoz en la Cámara Baja, Gabriel Rufián. Sin embargo, en la Moncloa daban por hecho que, pese a estas declaraciones, volverían a disfrutar al menos de la misma mayoría con las que consiguieron aprobar las cuentas del presente curso. Lo que no estaba ni mucho menos garantizado era el apoyo de los diputados que le quedan a Junts en Madrid.

La detención de Puigdemont complica el apoyo de las formaciones independentistas a las cuentas, porque cualquier negociación entre Barcelona y Madrid pasará a estar condicionada por este episodio. Junts tiene la posibilidad de denunciar que mientras «su president» está en la cárcel y se enfrenta a un juicio en el Supremo, ERC coquetea con el Gobierno.

Todavía falta ver si esta sacudida en el tablero provoca que las cuentas salten por los aires, pero lo que sí está claro es que supone un antes y un después en unas negociaciones que ya estaban muy avanzadas. Según denunciaban algunos actores, como el portavoz de Ciudadanos en el Congreso, Edmundo Bal, el apoyo de ERC a los Presupuestos está desde hace tiempo «atado y bien atado». 

¿Y cómo afecta a la relación entre PSOE y Podemos?

Un nuevo frente abierto. Mientras el PSOE se remite al imperio de la ley, en Unidas Podemos. Jaume Asens, el presidente del grupo parlamentario, lamentó la detención de Puigdemont, incluso puso en duda su legalidad. «Es incomprensible. Se basa en una orden de detención judicial suspendida por el TJUE. A mí me parece que esto es una detención ilegal», afirmó.