Las crisis energética e inmobiliaria: un revolcón para la economía china

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Una mujer vestida con el traje tradicional camina ante la Ciudad Prohibida de Pekín
Una mujer vestida con el traje tradicional camina ante la Ciudad Prohibida de Pekín WU HONG

La segunda economía mundial no está pasando por su mejor momento. A la incertidumbre creada en los mercados por la evolución del gigante inmobiliario Evergrande, que amenaza quiebra, se suman los insólitos apagones domésticos e industriales por el racionamiento eléctrico impuesto desde Pekín.

03 oct 2021 . Actualizado a las 13:06 h.

Rolan vientos revueltos para la economía china. La gran dimensión que el gigante asiático ha ido adquiriendo en las últimas décadas a nivel global como fábrica del mundo, contrasta con el proceso de transformación que se está produciendo hacia un nuevo modelo productivo basado en los servicios y el consumo interno. Su expansión económica no ha cesado y justo antes de la pandemia parecía incluso sobrevivir a una enorme burbuja inmobiliaria, a una crisis bursátil y a un desmesurado aumento de la deuda. Unos escenarios que sí se llevaron por delante a economías occidentales como Irlanda o España durante el colapso financiero del 2008. Claro que las diferencias las marca la denominada vía china del capitalismo controlado por el régimen. El poder del partido comunista lo abarca casi todo.

Pero esos riesgos amenazan ahora con un aterrizaje brusco de la locomotora asiática. Tanto que el descalabro del coloso inmobiliario Evergrande -con una deuda de 300.000 millones de dólares y un grave agujero de liquidez- ya arrastra a otras cinco grandes compañías del país, después de que el Gobierno chino acotase por ley la capacidad de endeudamiento y financiación al sector inmobiliario para reducir los precios de las viviendas -muchas pagadas por sus futuros propietarios, pero aún sin construir- y el pasivo que las empresas acumulaban en sus carteras.

Parón de la industria

El inmobiliario no es el único quebradero de cabeza de la segunda economía mundial. Se suma el energético. Quizás más importante aún por los efectos que ya está causando en su cadena productiva. La escasez de suministros de carbón (supone el 70 % de la generación de electricidad en el país) y las políticas para reducir emisiones y mejorar la eficiencia energética a las que se ha comprometido el Gobierno de Pekín están detrás de los apagones industriales y domésticos registrados en el país. Las fábricas deben reducir consumo con parones en la producción de las industrias obligadas a recortar la factura eléctrica. Una medida que tendrá un impacto considerable en el resto de las economías porque tensionará todavía más las ya de por sí muy deterioradas cadenas de suministros que arrastran los mercados internacionales tras el covid. Generará escasez y abrirá brechas en las previsiones de crecimiento china y mundial.

Analistas de los principales bancos de inversión dan por descontado el impacto que estos ajustes tendrán sobre el PIB del gigante asiático para este mismo año. Pero el resto del mundo también sufrirá las consecuencias.