Los tres trozos de madera que confirman que los vikingos ya estaban en América hace mil años

Luis Alfonso Gámez COLPISA

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Restos del yacimiento nórdico de L'Anse aux Meadows, en Terranova, donde se llevó a cabo la investigación
Restos del yacimiento nórdico de L'Anse aux Meadows, en Terranova, donde se llevó a cabo la investigación iStock

Restos de un asentamiento situado Terranova, en Canadá, prueban que los nórdicos pisaron el Nuevo Mundo casi 500 años antes que Cristóbal Colón

21 oct 2021 . Actualizado a las 11:05 h.

Se sabe desde hace mucho que los vikingos llegaron a América siglos antes que Cristóbal Colón, pero cuándo exactamente era una incógnita. Alrededor del año 1000, se solía decir. Hasta hoy. Investigadores de la Universidad de Groninga (Países Bajos) han sometido tres trozos de madera de un asentamiento nórdico de Terranova (Canadá) a exámenes isotópicos y descubierto que proceden de árboles talados en 1021, anuncian en la revista Nature. Es decir, que ya había europeos en el Nuevo Mundo hace exactamente mil años, aunque ni aguantaron allí mucho, ni hay pruebas de que pisaran la América continental, ni sus viajes cambiaron la Historia.

La presencia vikinga en América está documentada por la arqueología desde los años 60 del siglo pasado y antes por la Saga de los groenlandeses y la Saga de Erik el Rojo, conocidas como las Sagas de Vinlandia. Cuentan estas dos obras literarias islandesas que Erik Thorvaldson, apodado El Rojo, fue desterrado de Islandia en 982 por el asesinato de dos hombres.

Seguía así los pasos de su padre, Thorvald Asvaldsson, que hacia 960 había sido desterrado de Noruega por un asesinato y huido a Islandia con su hijo. Cuando le expulsaron de su segunda patria, Erik navegó hacia el oeste y llegó a un territorio que llamó Groenlandia (tierra verde).

En su libro Fraudes, mitos y misterios (1990), el arqueólogo Kenneth Feder considera este «el primer caso de propaganda engañosa» de la Historia porque en la isla solo había un par de valles verdes al sur. En un período de temperaturas superiores a las actuales, la colonia prosperó hasta contar con unos 5.000 habitantes repartidos en cientos de granjas en dos valles. «La de la Groenlandia noruega era una población con un marcado carácter comunitario en la que una persona no podía marcharse y vivir apartada con la esperanza de sobrevivir», explica el geógrafo Jared Diamond en su libro Colapso (2005). La aventura vikinga en la isla acabó después de que, hacia 1300, un cambio climático marcó el inicio de la Pequeña Edad del Hielo, un período frío que duró hasta el siglo XIX. Pero antes aquellos europeos visitaron Norteamérica.

Según las Sagas de Vinlandia, escritas en el siglo XIII, poco después de asentarse en Groenlandia, Leif Erikson, hijo de Erik el Rojo, descubrió al oeste unos territorios que bautizó como Vinlandia, la tierra del vino. Eran ricos en pieles y madera, recursos escasos en la isla helada, pero los nativos con los que comerciaron les plantaron cara y los vikingos acabaron retirándose a Groenlandia, donde no hay pruebas de que sobrevivieran más allá de 1430. Cinco siglos después, en 1960, se descubrió en la isla de Terranova el yacimiento nórdico de L'Anse aux Meadows, que, datado hacia el año 1000, se identificó como la Vinlandia de las sagas islandesas.

Un equipo liderado por Michael Dee, experto en radioisótopos de la Universidad de Groninga, ha analizado ahora tres trozos de madera de L'Anse aux Meadows, procedentes de sendos árboles, que presentan huellas de corte con herramientas metálicas, algo que no conocían los nativos americanos. El año de 1021 lo han determinado gracias a que en 992 una gran tormenta solar dejó una firma de radiocarbono distintiva en el anillo de los árboles del año siguiente.

«El incremento en la producción de radiocarbono entre 992 y 993 se ha detectado en anillos de árboles de todo el mundo», indica Dee. Los trozos de madera de L'Anse aux Meadows muestran esa señal 29 anillos de crecimiento (años) antes de la corteza, lo que significa que los árboles se talaron en 1021. Los investigadores coinciden en que la aventura americana de los vikingos fue breve, y su impacto cultural y ecológico, escaso. Nada que ver con lo que pasó tras la llegada de Colón en 1492. Desde finales del siglo XIX, la conquista nórdica de América propició fraudes como el de la piedra con runas de Kensington. La más famosa falsa reliquia vikinga es un mapamundi con una inscripción que lo data en 1444 y en el que están dibujadas Groenlandia y Vinlandia. El llamado mapa de Vinlandia forma parte desde los años 50 de la colección de la Biblioteca Beinecke de Manuscritos y Libros Raros de la Universidad de Yale, que en 1965 lo presentó como la prueba de que los vikingos cartografiaron parte de Norteamérica y, según una leyenda que incluye, la Iglesia tuvo constancia de ello. En septiembre pasado, un estudio científico obligó a Yale a admitir por fin que un fraude: el pergamino es medieval, sí, pero la tinta contiene anatasa, una forma de dióxido de titanio que no se comercializó hasta la década de 1920, algo que se sabía desde que lo denunció el químico Walter McCrone en 1972