Al descubierto un pueblo anegado en Ourense: «Parece que cayó una bomba atómica»

Cándida Andaluz Corujo
c. andaluz OURENSE / LA VOZ

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Santi M. Amil

El vaciado de una presa deja a la vista una aldea en Lobios aún en buen estado

26 ene 2023 . Actualizado a las 18:41 h.

El pueblo de Aceredo, en el concello ourensano de Lobios, en la frontera con Portugal, lleva semanas a la vista. Esta aldea quedó anegada a principios de los años 90 para construir una presa de aprovechamiento hidroeléctrico. Ese recurso lo explota la compañía Energías de Portugal (EDP), propietaria de la instalación por la que pasa el río Limia, y cuyo principal accionista es el Estado chino, a través de China Three Gorges Corporation (21,35 %), y tiene parte Iberdrola (6,8 %). La presa del Alto-Lindoso está entre las parroquias lusas de Lindoso y Soajo, y abastece a todo el norte de Portugal. Aunque fue construida en 1992, su germen se retrotrae a 1968, cuando los dictadores Salazar y Franco firmaron un acuerdo para su construcción que dejó a los concellos de Lobios y Entrimo sin compensación por la explotación hidroeléctrica. Y eso que el 80 % de los terrenos afectados están en la parte gallega.

Durante las dos décadas que pasaron desde el acuerdo a la construcción del embalse, los vecinos de Aceredo tuvieron siempre presente que algún día se tendrían que ir de sus casas. Así lo recuerda Francisco Villalonga, que durante su niñez vivió los veranos en la casa de su abuela y ahora reside a pocos metros del embalse. «Durante mucho tiempo se decía entre los vecinos “¡que viene el embalse, que viene el embalse!”. No sabían a qué atenerse hasta que un día pasó un perito que apabulló a la gente mayor afirmando que, si no cedían, tendrían una expropiación forzosa y sería peor para ellos. Y así, fueron comprando», resume.

En los últimos años, la bajada del caudal del embalse se ha acentuado y casi todos los otoños Aceredo reaparece, aunque esta vez la disminución del caudal es mucho mayor que en años anteriores. «Cuando hay escasez de agua se ve que la empresa abre. Hoy, como están los chinos, que son los mayores accionistas, pelean por sacar beneficios», afirma este vecino.

Aunque la aparición de Aceredo bajo las aguas del Limia supone en los últimos años un atractivo turístico, para aquellos que disfrutaron de sus calles no lo es tanto. «A la memoria no me viene nada, porque no he olvidado nunca el pueblo, lo tengo muy presente. Aun en ruinas, que parece que cayó una bomba atómica, reconozco las casas que están en pie y las calles. Y todavía resiste la fuente de piedra de la plaza. Recuerdo que antes de que se anegara el pueblo, no funcionaba porque estaba atorada. Y ahora, cuando vuelve a resurgir, echa agua por el caño». Francisco Villalonga recuerda la última fiesta que se celebró en el pueblo; él, además de vecino, era componente de una orquesta: «Fueron unos momentos emotivos muy fuertes para todos. La gente quedó muy marcada después de todo aquello. Yo solo iba en verano, pero muchos dejaron allí toda su vida, todos los recuerdos».