Los celos y las disputas entre asesores, causas de la guerra de Ayuso y Casado

Francisco Balado Fontenla
Fran Balado MADRID | LA VOZ

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XOAN A. SOLER

El líder del PP y la presidenta de Madrid eran amigos desde hace 17 años

07 nov 2021 . Actualizado a las 13:02 h.

Salvo un inesperado giro de última hora, el PP está condenado a afrontar al menos seis meses de guerra civil que desencadenará en la batalla final en la que está llamado a convertirse el congreso del PP de Madrid entre los partidarios de Casado y los seguidores de Ayuso.

Nadie es capaz de concretar cuándo empezaron a torcerse las cosas entre el presidente del partido y la presidenta de la Comunidad de Madrid. Eran amigos desde hace 17 años. Ayuso, cuando era una semidesconocida para el gran público, fue una de las pocas personas que arropó a Casado cuando este se presentó a las puertas de Génova con una mochila llena de avales para aspirar a la presidencia del partido. Y a los pocos meses de hacerse con las riendas del PP, Casado sorprendió al designar a la community manager de Pecas, el perro de Esperanza Aguirre, como candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Y ganó. Ayuso conservó Sol para los populares y probablemente gracias a ese triunfo Casado acabó salvando su cabeza tras haber tocado fondo en las generales de la primavera del 2019, con 66 diputado, a punto de ser sorpassados por Ciudadanos por la izquierda y con la amenaza de Vox a la derecha.

Nadie sabe cuando la cosa se empezó a torcer. Fuentes del partido apuntan a un problema de celos por parte de Casado, que en varias ocasiones ha comprobado de primera mano la popularidad de la que disfruta la presidenta regional en la calle. Otras fuentes señalan que Ayuso vive endiosada tras sus últimos resultados y que está afilando el cuchillo para pasárselo a Casado en caso de un nuevo tropiezo, «intoxicada», dicen, por los consejos de su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez (MAR), un histórico que llevó a Aznar a lo más alto y que cuando parecía ya fuera de combate reapareció con ruido y con fuerza. Otras fuentes consultadas por este periódico apuntan a que precisamente todo empezó como un problema de segundos niveles, por la falta de entendimiento entre la guardia pretoriana de Casado, liderada por el secretario general, Teodoro García Egea, y la guardia de corps de Ayuso, con MAR al frente. Probablemente exista un poco de todo. El caso es que cuando las encuestas sitúan al PP con posibilidades reales de llegar a Moncloa, las posturas entre la dirección nacional y la presidenta de Madrid parecen irreconciliables.

Mar de fondo

El mar de fondo es el temor a una posible disputa de Ayuso del despacho principal de la planta noble de Génova 13. Pese a que en la convención nacional del PP celebrada el pasado mes en Valencia afirmó que su «meta política» estaba en la política autonómica, en la dirección nacional no acaban de creérselo. Precisamente por eso quieren cerrarle la puerta en sus aspiraciones para liderar el PP de Madrid, un territorio que en los últimos años presenta una anomalía en forma de bicefalia, ya que la norma en el resto de comunidades es que los presidentes autonómicos sean también los presidentes del partido. Sin embargo, desde los tiempos en los que Esperanza Aguirre amenazaba a Rajoy, y en aras de evitar una acumulación del poder, el presidente de Madrid no compagina el cargo con la presidencia del partido.

Ayuso ya ha desvelado sus aspiraciones a romper esta norma no escrita y pretende hacerse con la presidencia del PP de Madrid. En Génova no dan el visto bueno y apuestan por otro perfil para que lleve las riendas del partido en una de las comunidades que, junto con Andalucía, Galicia y Valencia, aporta un mayor número de afiliados. En un primer momento sonó el nombre de la senadora Ana Camíns, pero en los últimos días todo parece indicar que Casado apostará por el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida, para rivalizar con el apoyo de Génova al liderazgo del partido. Existe el temor de que por mucho apoyo que tenga del aparato, alguien de segundo nivel como Camíns pueda ser barrida en la primera vuelta.

Según recogen los estatutos del partido, el sistema es a doble vuelta, exactamente el mismo con el que se impuso Casado a Cospedal y a Sáenz de Santamaría en el 2018. En la primera convocatoria, los afiliados votan en dos urnas. En una, al candidato que quieren que lidere el partido. En la otra, a los compromisarios que quieren que les representen en la votación final. Sin embargo, esta votación final podría no tener que llegar ni a celebrarse si alguno de los candidatos logran una gran ventaja en la primera vuelta, con un 50 % de los votos y superando en al menos 15 puntos porcentuales al segundo. Es decir, que si Ayuso logra el 57,5% de los votos en la urna en la primera vuelta, ya sería designada automáticamente presidenta. Por eso Génova necesita a alguien de peso. Un Almeida que sea capaz de sobrevivir al primer corte y en el segundo, en una votación más controlada, imponerse.

La fecha del congreso

Ayuso reivindica públicamente que se adelante la fecha del congreso, previsto para el primer semestre del 2022. La dirección nacional lo rechaza y dice que Madrid votará como el resto de comunidades uniprovinciales, es decir, probablemente en la primavera del 2022. Y entre medias, dardo y cuchillas volando de un bando al otro. Desde Génova acusan a Ayuso y a MAR de intoxicar y filtrar temas de forma interesada para perjudicar a Casado, como que la presidenta de la Comunidad de Madrid tiene bloqueados en el móvil a García Egea y a otros cargos cercanos a Casado, o como que la dirección nacional habría encargado a los consejeros madrileños la confección de dosieres con los puntos débiles de la gestión de Ayuso.

Desde el entorno de Casado afirman que «el presidente jamás se dejará someter a presiones, todos los que lo conocemos sabemos que nunca lo ha hecho y que nunca lo hará», sostienen. Ayuso reivindica su derecho a aspirar a la presidencia del PP de Madrid cuanto antes para afrontar con más garantías las municipales previstas para el 2023. El ruido de tambores de guerra no cesa, y la amenaza es que de aquí a la próxima primavera solo vaya in crescendo.