La muerte del concejal Ardines, un caso de celos y traición que la Guardia Civil da por resuelto

Luis Fernández
Luis Fernández OVIEDO / LA VOZ

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Los acusados, en segundo término, durante el juicio del caso Ardines
Los acusados, en segundo término, durante el juicio del caso Ardines Eloy Alonso | EFE

Los acusados niegan los hechos en el juicio y los agentes no tienen dudas de la participación de los cuatro en el crimen

07 nov 2021 . Actualizado a las 13:11 h.

Las tres primeras sesiones del juicio por el asesinato del concejal de IU Javier Ardines en Llanes el 16 de agosto del 2018 han servido para fijar posiciones y para dejar constancia de las diferencias en los relatos de acusados e investigadores. Los primeros niegan rotundamente los hechos, mientras que la Guardia Civil deja claro que para ellos se trata de un crimen resuelto con los celos como único motivo. El lunes se retomará el juicio con la declaración de más agentes y por delante quedan otras 16 sesiones en las que prestarán declaración 40 testigos. El 30 de noviembre es la fecha prevista para que el jurado popular se reúna para deliberar.

Los primeros en declarar fueron Djilali B. y Maamar K., los dos ciudadanos argelinos acusados de actuar como sicarios en el asesinato. Ambos aseguraron que nunca se desplazaron a Asturias y que ni participaron en el crimen ni conocían a la víctima. Esta versión se contradice con otra anterior en la que reconocieron los hechos. En el juicio, en el que solo respondieron a las preguntas de sus abogados, aseguraron que esas primeras declaraciones fueron bajo presión.

En la misma línea de negación de los hechos se pronunció Jesús M., el supuesto intermediario entre los sicarios y Pedro N.A, el supuesto inductor. Jesús M. reconoció que tenía cierta amistad con Pedro N.A y que conocía a Djilali B porque habían coincidido alguna vez pescando. Por su parte, Pedro N.A., aseguró que no es «celoso ni controlador», negó cualquier tipo de implicación en la muerte de Ardines e incluso señaló que «ni le odiaba ni le culpaba» por la infidelidad de su mujer.

Todos estos testimonios chocan frontalmente con los del jefe de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Comandancia de la Guardia Civil de Gijón que estuvo al mando de la investigación. En su opinión, según aseguró en la tercera sesión del juicio, «el crimen está resuelto». Para el jefe de la investigación no cabe duda de que se trató de un hecho «planificado», señalando como responsables a Djilali B. y Maamar K., supuestos sicarios, a Pedro Luis N., como presunto inductor, y a Jesús M., como presunto intermediario. De hecho, en el juicio llegó a afirmar que Pedro N. A. «tenía controlada a su mujer y estaba obsesionado con el tema de los cuernos». Por tanto, los celos fueron el motivo del crimen, según su opinión.

En cuanto a las pruebas que existen para justificar su teoría, el responsable de la Guardia Civil explicó que fue una investigación «larga y compleja» en la que se analizaron «muchos datos, muchos teléfonos y muchas imágenes». El agente explicó que, tras descartar las vías política, laboral, familiar y vecinal como móvil del crimen, se siguió la pista sentimental al descubrirse que la víctima mantenía dos relaciones extraconyugales: una con la esposa de Pedro N. A., el presunto inductor, y otra con una joven con la que había tenido relaciones sexuales un día antes de su muerte.

Pedro N. A., según explicó el responsable de la investigación, había descubierto en diciembre del 2017 que su mujer, que era prima segunda de la esposa de Ardines, mantenía con la víctima una relación tras grabar con su móvil una conversación entre ellos en la que así quedaba de manifiesto.

Durante la sesión se reprodujo la grabación que motivó ese descubrimiento, en la que Ardines y la mujer de Pedro N. A. reconocen que llevaban años «librando» de ser descubiertos por la relación de amistad que existía entre los dos matrimonios.

También se refirió a las búsquedas en Internet que realizó sobre métodos de vigilancia y control o establecimientos de venta de cámaras y dispositivos de seguimiento. Además consideró clave el viaje del 27 de julio que Pedro N. A. realizó a Llanes para «planificar el crimen» y explicó que, tras investigar todas las llamadas y el posicionamiento de los móviles de los cuatro acusados, se pudo comprobar que uno de los presuntos sicarios llamó hasta 100 veces al supuesto intermediario.

Por último, descartó que exista un hombre llamado Julián que, según las defensas, viajó con Pedro N. A. y el presunto intermediario ese 27 de julio a Llanes para revisar las obras de reforma en la vivienda que el primero tenía a 100 metros de la de Ardines. El investigador explicó que ese tercer viajero, según mostraron los repetidores de antena de su móvil, era el presunto sicario Djilali B.