Cayetana Álvarez de Toledo: la marquesa lleva al PP a la guillotina

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Cayetana Álvarez de Toledo, diputada del PP por Barcelona, en el Congreso.
Cayetana Álvarez de Toledo, diputada del PP por Barcelona, en el Congreso. JUAN CARLOS HIDALGO

La exportavoz del PP en el Congreso traza en «Políticamente indeseable» un demoledor retrato del liderazgo de Casado y Egea

29 nov 2021 . Actualizado a las 09:52 h.

El 17 de agosto del 2020, cuando Pablo Casado convocó a la entonces portavoz parlamentaria del PP en su despacho de la séptima planta de Génova 13 para apartarla del cargo, activó la cuenta atrás de una bomba que acaba de explotarle entre los dedos. El artefacto tiene forma de libro, se titula Políticamente indeseable, suma 500 páginas y lo firma la todavía diputada popular por Barcelona Cayetana Álvarez de Toledo (Madrid, 1974). El volumen es un ajuste de cuentas a cámara lenta (justo como describe la autora que se produjo su destitución), que culmina cuando ya ha pasado un año largo de aquella ejecución de la portavoz al puro estilo genovés.

Al margen de los periodistas y medios de comunicación guillotinados en una estremecedora autopsia de la profesión que va salpicando el relato, las dos víctimas estrella de Álvarez de Toledo son el propio Casado y el secretario general del PP, Teodoro García Egea. La marquesa de Casa Fuerte reserva sus frases más gruesas para el número dos del partido, al que acusa literalmente de «acoso» y «bullying» en varios pasajes. Pero, aunque por momentos parece como que lo golpea con tristeza, casi sin ganas —a Egea se ve que le sacude con cierto placer—, el retrato que traza del líder de la oposición resulta devastador.

Un líder que no lidera

Bastan solo dos frases, plantadas en los labios de Casado, para dinamitar el prestigio del presidente del PP. La primera escena se produce cuando Álvarez de Toledo trata de convencer a su jefe de filas de que los populares tienen que votar en contra de una proposición del PSOE «contra el negacionismo de la violencia de género». A la diatriba de Cayetana, replica Pablo Casado: «Ya, ya. Si yo estoy de acuerdo contigo. Pero ¿qué opina el partido?». Como si el PP, de genética vertical y presidencialista desde los tiempos en que todavía se llamaba Alianza Popular, pudiese defender tesis diferentes a las de su presidente.

La segunda estampa con la que la exportavoz del PP en el Congreso cartografía el débil liderazgo de Casado en Génova llega, ya casi al final del libro, cuando Álvarez de Toledo cuenta cómo, tras una tensa reunión con García Egea, acude a Casado para pedirle que le quite al secretario general «de los tobillos y de la yugular». Al ruego, el líder del partido responde con una confesión: «Te lo reconozco: le he entregado a Teodoro todo el poder, todo el poder». Fin de la cita.

Sobre Casado, según detalla, ya albergaba dudas desde el principio de los tiempos. Cuando le proponen que se sume a la campaña para promoverlo a la presidencia del partido, ataja a su interlocutor sin titubear: «Le dije que siempre había trabajado para gente más inteligente y más valiente que yo, y no me sumé».

Al presidente del PP lo ve Álvarez de Toledo como un hombre «que segrega miedo». Miedo a los medios. Miedo a la izquierda. Y miedo a los barones territoriales. Por momentos, parece que lo va a acusar de ser el «hombre blandengue» que repudiaba El Fary. «De empatías variables. Son tales sus ganas de caer bien, que acaba adaptando su posición a las de sus interlocutores, aunque estas sean incompatibles entre sí», le atiza, para rematar luego la faena: «Un camaleón sentimental. Lo que castizamente se llama un bienqueda o un veleta».

«Testosterónica teocracia»

Pero si Casado a duras penas llega vivo al final del libro, a Egea lo degüella mucho antes y con menos remilgos. El secretario general es el responsable de la «testosterónica y estéril teocracia» que domina el partido y que «conspira contra el mérito y a favor de la mediocridad». Al número dos le atribuye «un empeño obsesivo por ejercer un dominio absoluto de todos los aspectos de la gestión del Grupo Parlamentario, de los más importantes y estratégicos a los más banales y nimios», se despacha.

«La forma de hacer política de Teodoro García Egea son las pelotas y el peloteo»

La página más feroz del volumen es la 165, donde en un largo párrafo despelleja al secretario general y, de tacón, a sus compañeros de bancada: «¿Cómo es posible que yo tenga que dedicar a este hombre tanto tiempo y energía? Pero hay que hacerlo. Porque García Egea es un arquetipo [...] Son políticos de los que no se recuerda ninguna idea original o realmente valiosa, pero que acaban imponiéndose por la fuerza de su ambición [...] Su forma de hacer política son las pelotas y el peloteo. Esto último es absolutamente esencial. La coba al jefe se convierte en una consigna y permea la organización de arriba abajo con una facilidad pasmosa y letal [...] Sus excelentísimas señorías, representantes de la soberanía nacional, reducidos a palmeros y, en el chat de diputados, a emoticonos de palmas [...] El espectáculo de diputados compitiendo a ver quién aplaude más y mejor al mando es sencillamente desolador».

A García Egea lo culpa de ese empeño en «convertir el Grupo Parlamentario en un ejército de clones sin conciencia» y a Isabel Borrego la acusa de ser «una espía de la Stasi» al servicio del secretario general. También retrata a Egea como representante de «un sector recalcitrante de la Iglesia» y lo sitúa junto al ex de Ciudadanos Fran Hervías en el club de los «herbívoros», «en tanto en cuanto no comen carne de libro». Hasta gasta bromas con su nombre y la teocracia que impera en el partido. Con la única línea del currículo de García Egea que no hace sangre Álvarez de Toledo es con su campeonato del mundo de lanzamiento de aceitunas (las escupe a 19 metros).

El presidente de la Xunta y del PP de Galicia, Alberto Núñez Feijoo
El presidente de la Xunta y del PP de Galicia, Alberto Núñez Feijoo VÍTOR MEJUTO

Las omnipresentes discrepancias de la exportavoz con el «moderado Feijoo» y los «Varones Dandy» del partido

Las discrepancias que otros llevan por dentro, Cayetana Álvarez de Toledo las lleva por fuera. Los encontronazos entre la exportavoz del PP en el Congreso y los barones del partido son públicos y en Políticamente indeseable tampoco los esquiva. La crónica, que arranca con la propuesta de Pablo Casado para que sea candidata por Barcelona en las generales del 28 de abril del 2019, menciona ese primer desencuentro con los que llama «barones blandos» cuando, según su versión, Alberto Núñez Feijoo, Alfonso Alonso, Alfonso Fernández Mañueco y Juan Manuel Moreno Bonilla tratan de frenar su nombramiento como portavoz parlamentaria tras el 28A.

«El acoso de los barones nunca me ha importado. Es su forma de hacerse valer. Varones Dandy contra el chico que les ganó el congreso, a unos por Soraya interpuesta y al otro por brumosa y lacrimógena incomparecencia», fustiga la diputada.

Uno de los episodios que recuerda con más detalle en el libro —incluida, como apéndice, la transcripción del Diario de Sesiones— es su choque dialéctico con Pablo Iglesias en el Congreso el 27 de mayo del 2020, cuando le espetó al vicepresidente del Gobierno uno de sus grandes hits: «Usted es el hijo de un terrorista». Tras el consiguiente revuelo, el presidente de la Xunta —al que la exportavoz siempre adosa el adjetivo «moderado»— apuntó: «Ningún compañero de mi partido o de otros partidos de la oposición debe entrar al señuelo del Gobierno para crispar, provocar y perder los papeles».

Revela Cayetana Álvarez aquí que, tras oírlo, le envió a Feijoo un mensaje de réplica: «Querido presidente, el que no debe perder los papeles eres tú, sirviendo al Gobierno con tus declaraciones. Y por el bien de la concordia y de los españoles a los que invocas, me voy a callar respecto al espectáculo que significan muchas de tus intervenciones públicas respecto de mí y respecto del partido. Un abrazo».

Asegura la diputada por Barcelona que no hubo respuesta, pero que, unos días después, tras la enésima filtración de Génova a la prensa afín, mantuvo una «conversación larga y muy agradable» con el líder del PP en Galicia. «Aproveché para preguntarle por algo que siempre me había intrigado: ‘¿Y por fin por qué no te presentaste al congreso del PP?'. Se rio y lo dejamos para una futura conversación que no hemos llegado a tener», zanja.

La popular ourensana Ana Vázquez Blanco también asoma en el relato de Álvarez de Toledo como «una diputada de carácter volcánico». «Su estilo no era el mío, pero era aguerrida y diligente, peleona y eficaz», comenta sobre sus interpelaciones semanales al ministro Marlaska.