Adiós a Merkel, la dama de hierro alemana que lideró las crisis de Europa

Pablo L. Barbero BERLÍN / E. LA VOZ

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CARMEN JASPERSEN | Efe

Abandonará el cargo el miércoles con altos índices de popularidad en su país

05 dic 2021 . Actualizado a las 10:07 h.

Cuando en el 2005 Angela Merkel llegó al Bundestag, nadie podía prever que aquella política conservadora casi desconocida y con escaso carisma marcaría el destino del país durante los siguientes 16 años. La «canciller de teflón», conocida por su férreo aguante ante diversas crisis, deja el cargo con altos índices de popularidad y como indiscutible líder de Europa.

Merkel fue la primera mujer y política de la antigua RDA en alcanzar la Cancillería. Lo hizo en un momento en que Alemania atravesaba por un período de fuerte ajuste económico. La Agenda 2010 del excanciller Gerhard Schroeder, un paquete de medidas neoliberales, condenaron a una larga crisis a la socialdemocracia alemana y sumieron el país en años de parón económico. Sin embargo, para muchos esa etapa fue la base para el relanzamiento de la economía en la siguiente década.

Merkel aterrizó en el cargo con las reformas estructurales hechas y Alemania consiguió hacer frente con éxito a la crisis financiera del 2008. El país salió reforzado de aquel trance, pero no así el resto del continente. La férrea austeridad ahogó a los países más golpeados, como España, y ralentizó el crecimiento de toda la Unión Europea. Años más tarde, con la crisis de la pandemia, la canciller dio un giro de 180 grados y permitió a Europa endeudarse. Fue su forma de asumir sus errores económicos del pasado.

Sin embargo, la crisis de refugiados del 2015 fue, según los expertos, el principal reto al que se ha enfrentado en sus cuatro mandatos consecutivos. Su frase «wir schaffen das» («lo conseguiremos»), pronunciada en el anuncio de la apertura de las fronteras a los refugiados de Oriente Medio, hizo tambalear seriamente su liderazgo. Aquello marcó un antes y un después. Para muchos, salió a relucir la verdadera Angela Merkel, una política humanista y de corazón cristiano, que se vio obligada a actuar con urgencia ante un drama humanitario.

Sin embargo, para otros fue el principal error de su carrera. Su política de brazos abiertos encontró una gran resistencia, sobre todo en el este del país, y derivó en el éxito de la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD).

Y aunque la ultraderecha llegó para quedarse, Merkel superó aquella prueba de fuego: ganó de nuevo las elecciones, aunque necesitó el apoyo del Partido Socialdemócrata para crear un gobierno de gran coalición.

Líder fiable

Ahí reside la magia de Merkel: los alemanes en general pueden estar más o menos de acuerdo con sus políticas, pero consideran que es una líder fiable. De ahí que muchos hayan seguido apostando por ella durante años. Tanto, que ha tenido que retirarse de la política para dejar de ganar elecciones.

Durante todos estos años sus políticas han ido mutando y adaptándose a los tiempos. Empezó como defensora de la energía nuclear y decretó el apagón tras el desastre de Fukushima. Se mostraba en contra de las cuotas obligatorias para mujeres en consejos de administración y acabó cediendo y hasta considerándose feminista. Enarbolaba la bandera de austeridad y acabó endeudándose para hacer frente a la pandemia. Hay poca ideología en sus políticas, mucha sobriedad y un elevado grado de pragmatismo.

También ha cosechado críticas por su inacción en determinados momentos, o por no haber emprendido las reformas en innovación y digitalización para colocar a Alemania a la vanguardia. En su despedida militar la semana pasada, Merkel dejó una frase que resume su visión de la política. «Quisiera animarles a seguir viendo el mundo a través de los ojos de los otros. A tener en cuenta las perspectivas opuestas y no siempre cómodas de quien tenemos enfrente, y a trabajar por el equilibrio entre los distintos intereses». El futuro dirá si habrá más políticos que quieran ser como Merkel.