PSOE y Unidas Podemos superan dos años de tensiones sin visos de ruptura

Paula de las Heras MADRID | COLPISA

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Eduardo Parra | EuropaPress

El nuevo ciclo electoral situará a la coalición ante otro test de estrés

03 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

No han sido dos años fáciles. La coalición formada por el PSOE y Unidas Podemos ha atravesado altibajos desde su nacimiento, en noviembre del 2019. En el ecuador de la legislatura, sin embargo, ambos han logrado un equilibrio que pocos auguraban y han cosechado importantes victorias parlamentarias, aunque a menudo reciban la crítica de sus propios aliados por el permanente recurso a los reales decretos leyes (70 en dos años por 76 aprobados por Rajoy cinco).

La relación de los socios se enfrenta en el 2022 a una nueva prueba de fuego con la apertura de un ciclo electoral que se inaugurará el 13 de febrero en Castilla y León y continuará con las andaluzas en junio u octubre. Los socialistas ya han comenzado a dar muestras de nerviosismo ante la creciente popularidad de Yolanda Díaz, la dirigente política mejor valorada, según el CIS, que en enero tiene intención de abrir su «proceso de escucha» para articular un «proyecto de país» con el que presentarse a las generales.

En su balance de fin de año, unos días después de que el PSOE evitara personalizar en la vicepresidenta segunda el éxito de la reforma laboral y se lo adjudicara, fundamentalmente, a Nadia Calviño, el propio presidente se negó a cantar las excelencias de la ministra de Trabajo y diluyó su labor en la de todo el Ejecutivo. «Es un órgano colegiado y desde luego yo estoy muy satisfecho y agradecido del trabajo que se está haciendo», dijo. Las direcciones de ambos partidos insisten, aun así, en que agotarán juntos la legislatura. Y de momento, nada hace pensar que no vaya a ser así.

La salida de Iglesias

Desde que Díaz sustituyó a Iglesias en la vicepresidencia los rifirrafes se han reducido de manera considerable. Asuntos que hace diez meses habrían hecho saltar chispas, como el retraso en la tramitación de leyes de las que Unidas Podemos hace bandera se gestionan ahora sin apenas ruido. La ley de la vivienda, que debía haber sido enviada al Congreso antes de fin de año no ha llegado porque Transportes se ha retrasado en la petición del informe preceptivo; la ley trans, que en junio pasó su primera vuelta como anteproyecto tras una ardua polémica, aún no ha vuelto a la mesa del Consejo de Ministros como proyecto, y el anteproyecto de ley de bienestar animal lleva esperando desde primeros de octubre la luz verde del Gobierno para ser tramitado. Lo único que se ha oído al socio minoritario es una serena petición.

El último encontronazo de relieve en los pasados seis meses ha sido el suscitado en torno a la reforma laboral por la decisión de Sánchez de situar bajo la batuta de Calviño las negociaciones. Y aunque el año empezó con la amenaza de una guerra sin cuartel en asuntos como la reforma de las pensiones, no ha sido así. Los morados se han plegado con cierta mansedumbre a la estrategia pacífica de Díaz, su principal referente (que no solo no milita en Podemos sino que ha llegado a ningunearlo).

Ahora, el mismo partido que en el 2014 irrumpió prometiendo asaltar los cielos con una impugnación al régimen del 78 aparece incluso cómodo en una adaptación a la realpolitik de la que la reforma laboral, que deja incólume el grueso de la llevada a cabo por el PP en solitario en el 2012, sirve de epítome de su transformación a lo largo de sus ocho años de historia.