Míriam Algueró: «A mi madre le dimos agua con limón y bicarbonato para curar el cáncer»

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

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Míriam Algueró visitó Santiago como presidenta de la Asociación de Oncología Integrativa.
Míriam Algueró visitó Santiago como presidenta de la Asociación de Oncología Integrativa. Xoán A. Soler

A partir de su experiencia, creó la Asociación de Oncología Integrativa de España, cuyo gran objetivo es evitar que pacientes y familias caigan en promesas de curas milagrosas

04 ene 2022 . Actualizado a las 10:58 h.

«No existe ninguna terapia complementaria o alternativa que por sí misma haya demostrado ser capaz de curar el cáncer. No existe». Míriam Algueró insiste en el mensaje porque conoce de primera mano la angustia y la desesperación que llevan a muchos pacientes y familias a caer en las redes de embaucadores y falsos médicos que prometen curas milagrosas. «Cuando le han puesto fecha de caducidad a tu madre no tienes claridad mental para saber qué es bueno o malo. Te agarras a lo que sea y buscas donde sea», explica. Le ha pasado a ella y a muchos otros. Por eso, a partir de su experiencia, decidió crear la Asociación de Oncología Integrativa de España y ahora acaba de publicar el libro Acompañar el cáncer. Guía para cuidadores de pacientes con cáncer.

No ofrece soluciones mágicas, solo opciones contrastadas científicamente para mejorar la calidad de vida de los pacientes —nunca curar— y sus familiares, para evitar el sufrimiento y el desconcierto por el que pasaron ella y sus tres hermanas. Su padre había muerto por un cáncer linfático y, tres años después, a su madre le diagnosticaron un glioblastoma multiforme, uno de los tumores cerebrales más agresivos y, encima, en fase 4, su etapa final. No había muchas esperanzas. Si no recibía tratamiento, a su madre le quedaban tres meses de vida y, si lo hacía, con quimioterapia y radioterapia combinada, podría subsistir hasta año y medio más, pero con pérdida de movilidad, de visión y del control de esfínteres. «Es decir, terminaría en silla de ruedas, ciegas y con un pañal», aclara Algueró. Pero fue su madre la que tomó la decisión de no tratarse, porque, aparte de su marido, contaba con otros antecedentes familiares que le revelaron la dureza del cáncer. No quería prolongar la agonía.

Fue entonces cuando Míriam y sus hermanas empezaron a buscar alternativas de todo tipo. «Mamá no se puede morir», se dijeron. Y empezó el carrusel de visitas a especialistas y a cualquiera que les ofreciese una posible solución. Valía cualquiera. «A mi madre le llegamos a dar agua con limón y bicarbonato de calcio, lo que te recomienda el cuñado», señala. También se encontraron con otro supuesto experto que les dijo que el tumor cerebral de su madre se debía a los empastes negros que tenía en la dentadura. «Pero cómo le íbamos a quitar diez dientes y muelas con tres meses que le quedaban de vida». Fue uno de los momentos de sensatez que tuvieron durante ese período.

Tampoco faltaron ofertas de la denostada, pero aún creíble para algunos, MMS. O, lo que es lo mismo, el clorito sódico en agua destilada defendida por el polémico agricultor reconvertido en curandero Josep Pàmies.

Ahora, como presidenta de la Asociación de Oncología Integrativa, también recibe consultas de pacientes y familiares, que le preguntan por el MMS. «¿Qué mal tiene?, me dicen. Pues, aparte de que es lejía, cae mal al estómago. Si un paciente tiene problemas digestivos y le metes esto encima, no te va a comer, entra en caquexia y le puede dar una parada respiratoria», aclara, por si aún existen dudas.

Falsas promesas

«De lo que me di cuenta con mi madre —añade— es de que mucha gente atiende a pacientes y les promete cosas que luego no curan y les cobran una pasta. ¿Cuál es el problema? Que si no son médicos no puedes denunciar ante el colegio oficial para que los inhabiliten. Tienes que coger un abogado y denunciarlo, pero ya ni lo haces, porque estás en un estado en el que no tienes ánimos». Por ello insta a regular el sector de la medicina integrativa y las terapias complementarias.

Reclama que todo lo que se diga esté contrastado científicamente. Es lo que ha hecho en su libro, en el que habla de ejercicio físico, dieta, yoga, meditación u otras terapias para mejorar la calidad de vida de los pacientes, que no curar, con sus ventajas e inconvenientes en cada caso en que pueden convertirse en una opción complementaria. «La alimentación, por ejemplo, tampoco te cura el cáncer, pero lo que sí te hace es mejorar tu calidad de vida y, según se ha visto en estudios científicos, facilita que los pacientes respondan mejor a los tratamientos médicos», argumenta.

Su madre, al final, murió tranquila en su casa cinco meses después del diagnóstico. «Cuando ella falleció, sentí la necesidad de difundir todo lo que habíamos aprendido». Fue su inspiración.