Robles afronta una rebelión interna de las asociaciones militares: «Somos soldados 'mileuristas' que conducimos carros de combate de 11 millones»

Mateo Balín COLPISA | MADRID

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Foto de archivo de la ministra de Defensa, Margarita Robles, en una rueda de prensa en la Moncloa.
Foto de archivo de la ministra de Defensa, Margarita Robles, en una rueda de prensa en la Moncloa. RICARDO RUBIO | EUROPA PRESS

Equiparación salarial, parálisis legislativa y «desprecio» negociador marcan la relación de la ministra de Defensa con los colectivos profesionales. «Somos soldados 'mileuristas' que conducimos carros de combate de 11 millones de euros», ejemplifica el responsable de ATME

03 ene 2022 . Actualizado a las 20:11 h.

«Yo hablo con muchísimos militares y nunca he oído a nadie pedirme subir las retribuciones. Ni en los momentos más difíciles. Al contrario, me han dado lecciones, sintiéndose orgullosos de ayudar, de servir a España y de sus valores». Las palabras de Margarita Robles, ministra de Defensa, en un diario nacional la pasada festividad de la Constitución fueron «el punto final» de su relación con la mayoría de colectivos profesionales. «A partir de ahora cruz y raya», certifica Jorge Bravo, portavoz de la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME).

Diez días después de la reflexión de Robles, las asociaciones se levantaron y abandonaron el órgano que trata las preocupaciones del personal de las Fuerzas Armadas, llamado Coperfas. Este consejo está presidido por la ministra aunque lleva tiempo delegando su asiento en la subsecretaria Amparo Valcarce. «Se ha quitado de en medio en un evidente desprecio a cualquier negociación con los interlocutores de los soldados, que somos las asociaciones. La tropa ya no confía en sus mandos y canaliza sus preocupaciones en nosotros», explica Marco Antonio Gómez, presidente de la Asociación de Tropa y Marinería Española (ATME).

Lejos queda la imagen de aquella ministra que se presentó en junio del 2018 ante los colectivos con un talante «de puertas abiertas». Dispuesta a trabajar para mejorar la conciliación de los miles de hombres y mujeres que conforman las Fuerzas Armadas; de mejorar los sueldos «mileuristas» de la tropa y marinería, el grueso de las FAS; o de solventar la amenaza real de rescindir el contrato de los soldados cuando alcanzan los 45 años.

«Ahora su puerta no es que esté cerrada, es que es inaccesible. Ha convertido Coperfas -creado en el 2005 bajo el paraguas de la Ley Orgánica de Defensa Nacional- en una herramienta para anular todas las propuestas de mejora de la vida militar», comenta el cabo primero Gómez.

«Salvo Carme Chacón, que no se dejó influenciar en sus grandes decisiones, Robles ha caído en la misma dinámica que sus antecesores, el llamado «síndrome de los cuarteles generales». Esto es, dejarse llevar por una visión decimonónica de las FAS a través de su corolario de oficiales con estrellas», añade el brigada Bravo, de AUME, asociación transversal que cuenta con unos 3.600 uniformados afiliados.

La paulatina defenestración del papel de Consejo de Personal se ha consumado a lo largo del 2021. Primero con la forma en la que Robles difundió su propuesta para incrementar el sueldo de los militares: entre 40 y 113 euros en función del empleo. Una nueva tabla salarial, regada con unos 200 millones de las arcas públicas, que apenas llegaba al 10% de la petición del asociacionismo militar, que defiende la equiparación salarial con el resto de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

«Nos enteramos por las filtraciones en prensa y luego convocó un consejo extraordinario en junio. Nos levantamos y ya no nos quiere recibir. Este es el talante de la ministra», relata Gómez. «Cualquier policía que salga de la academia cobra el triple que un militar con 27 años de servicio, como es mi caso. Somos soldados 'mileuristas' que conducimos carros de combate de 11 millones de euros», ejemplifica el responsable de ATME.

Desde el ministerio, en cambio, se escudan en que es la primera subida salarial a los uniformados en los últimos años. Medallas y «migajas» El enfado por esta «mísera» propuesta salarial se llevó a la calle. El 16 de octubre pasado se convocó una manifestación para reclamar a Robles «menos migajas» y retribuciones justas. «El colectivo militar es tratado únicamente como mano de obra barata a quien se pretende ningunear impunemente. Operación Balmis, Afganistán, riadas, volcán de La Palma...Buenas palabras y medallas honoríficas pero ningún hecho práctico», critica Bravo.

El portavoz de AUME comenta, además, que Defensa ha demorado de forma indefinida la finalización de una comisión creada hace cinco años para la revisión de sus derechos. «Las reiteradas llamadas a la modificación de las leyes reguladoras del personal militar y la solución a la temporalidad son constantemente desatendidas, mientras tanto se parchea una y otra vez los desarrollos de dichas normas, generando inseguridad jurídica y produciendo continuamente agravios profesionales».

En estos dos años y medio de Robles al frente del ministerio no se ha aprobado ninguna ley ni se ha elevado ningún anteproyecto normativo. Es más, el asociacionismo militar sigue arrinconado en los cuarteles como una actividad proscrita, propia de otros tiempos, mientras que oficiales en la reserva pueden dar una charla en las unidades para vender colchones, seguros de vida o clases de idiomas.

«Cuando no te llegan ofertas para comprar jamones al correo electrónico oficial. Este es el interés que tiene la ministra para que evolucione el asociacionismo. Ninguno», concluye el cabo primero Gómez. «El 'síndrome de los cuarteles generales' se ha apoderado de Robles, quien nos tendrá delante ante sus continuos desprecios», remacha el brigada Bravo.