Un nuevo informe reaviva el escándalo por las obras de Johnson en Downing Street

juan francisco alonso LONDRES / E. LA VOZ

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Boris Johnson con su mujer, Carrie, y su hija Romy, el pasado día 23 de diciembre
Boris Johnson con su mujer, Carrie, y su hija Romy, el pasado día 23 de diciembre No 10 Downing Street

La oposición laborista considera que los nuevos hallazgos prueban que el «premier» violó la ley

07 ene 2022 . Actualizado a las 08:43 h.

Los escándalos de corrupción que le estallaron a Boris Johnson en el 2021 amenazan con provocarle más disgustos este año. Un nuevo informe publicado este jueves indica que el primer ministro británico no entregó toda la información sobre las polémicas obras que ordenó realizarle a sus aposentos privados en Downing Street. El documento ha servido para que la oposición laborista reitere su demanda de una investigación oficial, para determinar quién y cómo se pagaron las remodelaciones.

En su nuevo informe el asesor independiente del Gobierno en materia de transparencia, Christopher Geidt, calificó de «desafortunado» que el gobernante tory no le entregara todos los wasaps que a finales del 2019 intercambió con David Brownlow, el empresario y miembro de la Cámara de los Lores que pagó las obras. Geidt cree que esta omisión puede dañar aún más «la confianza de los ciudadanos en su Gobierno», pero concluye que los mensajes no contenían nada que cambie sus conclusiones originales y, por ello, reiteró que Johnson no violó ninguna ley, aunque sí actuó «imprudentemente».

Las comunicaciones privadas entre Johnson y el donante aparecieron en la prensa después de que Geidt publicara su primer informe en primavera. Su contenido fue una de las razones por las que en diciembre pasado la Comisión Electoral acusó al Partido Conservador de incurrir en financiación ilegal y lo sancionó con 112.000 libras (134.120 euros).

Por cambio de móvil

Johnson, que es poco amigo de disculpas, se excusó con Geidt, pero negó que estuviera ocultando algo y atribuyó lo ocurrido a problemas tecnológicos. Meses después del intercambio con Brownlow, el premier cambió de móvil y no todas las conversaciones migraron al nuevo dispositivo, se justificó.

Los laboristas calificaron de «patéticas» las explicaciones y pidieron una investigación oficial. «El código [de ética] ministerial exige que los ministros actúen con transparencia y honestidad. Es simplemente imposible leer estos intercambios y concluir que el primer ministro no ha violado este código», dijo la vicepresidenta de la formación, Angela Rayner.