Crecen las voces que exigen la dimisión de Johnson por su fiesta en Downing Street

I. Gurruchaga, P. Rodríguez LONDRES / COLPISA, EFE

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Boris Johnson sale de Downing Street para dirigirse a la Cámara de los Comunes.
Boris Johnson sale de Downing Street para dirigirse a la Cámara de los Comunes. HENRY NICHOLLS | Reuters

Toda la oposición y un grupo de «tories» exigen su renuncia. El primer ministro pide perdón por asistir al evento en pleno confinamiento, pero se excusa diciendo que pensaba que era de trabajo

12 ene 2022 . Actualizado a las 21:23 h.

El primer ministro británico, Boris Johnson, asumió este miércoles su «responsabilidad» y pidió perdón por haber acudido a una fiesta en el jardín de Downing Street en pleno confinamiento, pero justificando que «creía que era un evento de trabajo». En una bronca sesión de control en la Cámara de los Comunes, toda la oposición pidió una y otra vez su dimisión. No son los únicos. El líder conservador escocés, Douglas Ross, se unió a los 17 diputados tories que también exigen su renuncia.

Con las portadas de los periódicos creando una atmósfera de fin de mandato, Johnson rindió cuentas ante una Cámara abarrotada. «Señor presidente, quiero disculparme», declaró. «Sé que millones de ciudadanos de este país han hecho sacrificios extraordinarios durante los últimos 18 meses», dijo Johnson. «Hubo cosas que simplemente no hicimos bien y debo asumir la responsabilidad», admitió.

Pese a la presión de los últimos días, el político había rehusado, hasta este miércoles, confirmar su asistencia a la fiesta a las seis de la tarde del 20 de mayo en el jardín de su residencia. Saludó a varios empleados y se retiró 25 minutos después, para seguir trabajando, dijo. A esa misma hora, un ministro estaba anunciando en la televisión restricciones que impedían encuentros sociales al aire libre.

Sin embargo, Johnson insistió en que pensó que se trataba de una cita de trabajo y no de una celebración —lo que potencialmente le exoneraría de haber infringido las normas —, aunque en la invitación enviada por su secretario personal, Martin Reynolds, se instaba a los asistentes a traer «su propia bebida» y a juntarse aprovechando «el buen tiempo».

«La gente pensará que está mintiendo descaradamente», le dijo el líder laborista, Keir Starmer, al primer ministro. Según las normas del Parlamento, nunca se puede acusar a otro diputado de mentir. El presidente de los Comunes, Lindsay Hole, rechazó la demanda desde algunos escaños para que obligase a Starmer a retirar sus palabras. No le obligó a hacerlo porque dijo que «la gente» pensará que miente, no él.

Despedido dos veces por mentir en previos empleos, Johnson es un caudal incesante de datos falsos o errados y se han identificado múltiples mentiras en sus discursos públicos. Hasta que se divulgó el correo electrónico de su secretario, negó haber participado en reuniones que quebraban las restricciones. Starmer le acusa por ello de engañar al Parlamento, otro motivo tradicional de dimisión.

«La única pregunta es: ¿lo echará el público británico, lo echará su partido o hará lo correcto y dimitirá?», le espetó el líder laborista. El primer ministro se aferra a una petición de perdón y a la investigación de una alta funcionaria, Sue Gray, sobre las diferentes reuniones que se organizaron en Downing Street durante los confinamientos. Mientras llega ese veredicto, ministros del Gabinete se niegan a defenderle en los medios y el propio Johnson se reunió con diputados en el salón de té de los Comunes para ganarse simpatías.

En una encuesta publicada el martes, un día antes de la sesión en los Comunes, la mayoría de británicos (66 %) cree que el primer ministro debería dimitir.

Tres posibles escenarios para cerrar el Partygate 

El cerco sobre Boris Johnson se estrecha cada vez más y la prensa británica augura que sus días en Downing Street están contados. Acorralado, el primer ministro se enfrenta a varios escenarios: 

Moción de censura

El apoyo de 180 «tories» lo salvaría. Johnson podría tener que someterse a una moción de censura. Este mecanismo se activa, según las reglas del Partido Conservador, si el 15 % de los diputado tories así se lo piden a sir Graham Brady, el presidente del Comité 1922. El número crucial ahora es 54 parlamentarios, ya que los conservadores ocupan 360 escaños, después de que expulsará a Anne Marie Morris por votar en contra del Gobierno. 

Si sale adelante una moción de censura, Johnson tendría que obtener el apoyo de al menos la mitad de sus diputados, 180, para permanecer al frente del Ejecutivo. En este caso, el primer ministro quedaría eximido de someterse a otra moción en un año. 

Invitación a marcharse

El antecedente de May. Otro de los posibles escenarios para Johnson es que los propios tories le inviten a marcharse, opción conocida como la visita de «los hombres de traje gris» (como se denominan a los miembros del Comité 1992), según el diario The Guardian, que matiza que, si bien este método ya no se utiliza, un primer ministro conservador aún puede ser destituido mediante «presión informal». Serían los líderes del partido los que eligieran un sucesor, en una reunión a puerta cerrada. 

Theresa May sobrevivió a una moción de censura en diciembre del 2018, por lo que oficialmente estaba a salvo en los siguientes doce meses. Pero, la presión de los rebeldes de su partido para que se fuera ante las repetidas humillaciones a cuenta del brexit, May anunció el 24 de mayo del 2019 que dejaría de ser primera ministra del Reino Unido dos semanas después. La decisión se precipitó tras una reunión con sir Brady. 

Presentar la dimisión

Para evitar perder. La prensa británica especula con que Boris Johnson podría no tener estómago para someterse a una moción de censura y optar por dimitir, si fuera evidente que había perdido el apoyo de muchos parlamentarios conservadores. Este escenario abriría una lucha por el liderazgo en el seno del partido. Este escenario obligaría a Johnson optar por permanecer en su cargo o nombrar un premier interino. 

resistir

Agarrarse a una esperanza. El actual inquilino de Downing Street puede decantarse por capear la ola de descontento, después lanzar su mea culpa en los Comunes y admitir que el Gobierno ha cometido errores. Ganaría tiempo hasta las conclusiones de la investigación interna, con la esperanza final de un giro del destino que le salve del asedio.