La coalición no logra encauzar el apoyo de sus socios a la reforma laboral a dos semanas de su votación

Paula de las Heras MADRID | COLPISA

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La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, en la presentación de la reforma laboral tras el Consejo de Ministros del 28 de diciembre.
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, en la presentación de la reforma laboral tras el Consejo de Ministros del 28 de diciembre. JUAN CARLOS HIDALGO

Aragonès insiste en que ERC está «muy lejos» de respaldar el texto tras cenar con Yolanda Díaz y reclama las competencias sobre los ERE

14 ene 2022 . Actualizado a las 08:29 h.

Los socios del Gobierno se mantienen inamovibles en su rechazo a la reforma laboral. Ni los buenos oficios de los sindicatos, implicados de lleno en el intento de arrastrarlos a la convalidación del real decreto ley, ni el «cariño» desplegado por Yolanda Díaz el pasado miércoles en un encuentro con los responsables de EH-Bildu, primero, y una cena con el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, después, han dado de momento los frutos perseguidos. También el PNV se mantiene en el no, a pesar de que tras un encuentro con Confebask, la patronal vasca, el Gobierno de Iñigo Urkullu expresó su confianza en que la nueva norma «pueda salir adelante con el mayor consenso social y político posible».

Ningún partido muerde, por ahora, el anzuelo lanzado por el Ejecutivo a través de los sindicatos, que el miércoles instaron a convalidar ahora el acuerdo alcanzado con los empresarios para aprobar más adelante otras modificaciones relativas a asuntos que se han quedado en el tintero, como el coste del despido o los salarios de tramitación, entre otros. El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, replicó en una entrevista en Onda Cero que su partido ya ha aprendido que lo que no se haga ahora será «imposible en el futuro» porque el Gobierno ha incumplido en numerosas ocasiones promesas similares. El apoyo, o como mínimo la abstención, de los independentistas es prioritario para el Ejecutivo no solo porque sus trece diputados pueden inclinar la balanza a su favor, sino porque creen que podría tener un efecto arrastre sobre otras fuerzas, como Bildu y el BNG, y porque entienden que serán más sensibles a la presión de CC.OO. y UGT, que a diferencia de lo que ocurre en el País Vasco, en Cataluña son también mayoritarios.

Gestión de los ERE

Las esperanzas de los negociadores del PSOE y Podemos están puestas en que, de momento, los republicanos se han limitado a advertir de que están «lejos» de apoyar la reforma pero, pese a reprochar al Gobierno que use el miedo a la derecha como estrategia negociadora y que plantee el texto como «lentejas», nunca han dicho expresamente que vayan a votar en contra.

Aragonès reiteró ayer en TVE, en todo caso, que la reforma es «insuficiente». E hizo hincapié en la necesidad de que se traslade a las comunidades la competencia para gestionar los ERE, un asunto que en Cataluña ha cobrado protagonismo con el cierres de Nissan tras haber estado recibiendo ayudas públicas. La respuesta del Ejecutivo central a esa demanda sigue siendo, según admitió Rufián, negativa.