La reforma laboral sigue sin sumar el apoyo de una mayoría del Congreso a dos semanas de la votación

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

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El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, pasa por delante del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta segunda, Yolanda Diaz, durante un pleno en el Congreso.
El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, pasa por delante del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta segunda, Yolanda Diaz, durante un pleno en el Congreso. MARISCAL

El PSOE busca fórmulas alternativas a la del grupo de investidura ante la firmeza del rechazo de ERC y PNV

22 ene 2022 . Actualizado a las 09:38 h.

A dos semanas de la votación, el Gobierno se muestra convencido de que la reforma laboral saldrá adelante en el Congreso. Pero empieza a asumir una incompatibilidad. Para aprobarla con sus socios de investidura (ERC, PNV y EH Bildu) será necesario introducir cambios en lo pactado con patronal y sindicatos, lo que dejaría a la CEOE fuera del acuerdo. Y si se mantiene sin cambiar ni una coma, como exigen los empresarios, tendrá que buscar una complicada mayoría alternativa que dejaría tocada la relación con sus socios y a la que, además, se opone el sector de Unidas Podemos en el Ejecutivo. Pedro Sánchez tiene dos semanas para resolver ese laberinto político antes de enfrentarse a una votación decisiva para consolidar su mandato.

El Gobierno está acostumbrado a los órdagos del PNV y ERC, que suele ir de la mano de EH Bildu, en cualquier negociación. Y hasta ahora ha conseguido salvar siempre acuerdos que parecían imposibles. Pero la rotundidad con la que los nacionalistas vascos han advertido de que votarán no si no se hacen prevalecer los convenios autonómicos sobre los estatales, y la dureza con la que ERC ha descalificado una reforma que considera un «proyecto político personal» de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, ponen muy difícil repetir ese habitual pacto in extremis.

El sector del PSOE en el Gobierno mira ya a todos lados, incluido Ciudadanos y hasta el PP, aunque sin dar el paso de llamarlos para pedir su ayuda, para tratar de sumar una mayoría alternativa. Unidas Podemos cree sin embargo que el Ejecutivo debe abrirse a las exigencias de sus socios. La ministra de Igualdad, Irene Montero, consideró este viernes «fundamental» sostener la mayoría de la investidura y se abrió a «escuchar las demandas de Bildu, ERC y PNV» para llegar a un acuerdo sobre el texto final. 

La vía de Cs, por la mínima

El PSOE también preferiría aprobar la reforma con sus socios. Pero el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, principal negociador, multiplica los contactos para encontrar un plan B. El problema es que ese plan pasa por una alianza muy complicada y a múltiples bandas.

En este momento, sin ERC, PNV y EH Bildu, y descartado el respaldo del PP y de Vox, el Gobierno solo tendría una oportunidad para sacar adelante el decreto por la mínima. Consistiría en sumar a los 154 votos del Ejecutivo, los 9 de Ciudadanos, que ya ha dicho que apoyaría la reforma si no se modifica nada, junto a los del PDeCAT (4), Más País (2) Compromís (1), Coalición Canaria (1), Nueva Canarias (1), Partido Regionalista de Cantabria (1) y Teruel Existe (1). Alcanzaría así 174 votos. E incluso así necesitaría al menos la abstención de los dos diputados de Navarra Suma para superar los 173 votos en contra que sumarían el PP (88), Vox (52), ERC (13), PNV (6), EH Bildu (5), Junts (4), CUP (2), BNG (1), Foro Asturias (1) y el diputado fugado de Ciudadanos al Grupo Mixto (1).

Esa mayoría heterogénea no es imposible, aunque por ahora solo Cs garantiza el sí sin condiciones, ya que Más País y Compromís no aclaran qué harán. Pero difícilmente se abriría Unidas Podemos a poner en práctica esa solución. Y menos cuando la votación se llevará a cabo a pocos días de las elecciones de Castilla y León. El Gobierno busca por ello fórmulas que permitan al menos la abstención del PNV.