La sentencia del narcosubmarino: 11 años de cárcel para la tripulación y 9 y 7 para los colaboradores en tierra

Javier Romero Doniz
Javier Romero REDACCIÓN / LA VOZ

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De izquierda a derecha, y de arriba a abajo: Luis Tomás Benítez, tripulante; Enrique Serantes, colaborador en tierra; Agustín Álvarez, patrón del narcosubmarino; Rodrigo Hermida, que dio ayudas puntuales; Iago Rego, colaborador en tierra; Iago Serantes, hijo de Enrique y coordinador en tierra; y Pedro Roberto Delgado, el tercer tripulante
De izquierda a derecha, y de arriba a abajo: Luis Tomás Benítez, tripulante; Enrique Serantes, colaborador en tierra; Agustín Álvarez, patrón del narcosubmarino; Rodrigo Hermida, que dio ayudas puntuales; Iago Rego, colaborador en tierra; Iago Serantes, hijo de Enrique y coordinador en tierra; y Pedro Roberto Delgado, el tercer tripulante

El fallo rebaja un año la petición final de la Fiscalía para los tres acusados que hicieron el viaje, destaca el papel de Iago Serantes e iguala a los otros tres procesados por prestar colaboración desde tierra

24 feb 2022 . Actualizado a las 12:20 h.

El alijo más singular de la historia del narcotráfico en Europa ya tiene sentencia. La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra ha finalizado el fallo por la investigación del narcosubmarino, que implica penas de 11 años de cárcel para los tres tripulantes, 9 para Iago Serantes, como principal colaborador en tierra, y 7 para los otros tres acusados de ayudar desde Vigo para facilitar la descarga de los 3.068 kilos que viajaban a bordo del primer narcosubmarino incautado en el Viejo Continente.

El fallo supone rebajar la pena al considerado patrón, Agustín Álvarez, y a los dos ecuatorianos que lo acompañaron en un viaje suicida que duró 27 días: Pedro Roberto Delgado Manzaba y Luis Tomas Benítez Manzaba. Los tres son condenados por un delito de narcotráfico y sendas multas de 300 millones de euros. En el caso de los Manzaba, que son primos, y dado que permanecen en prisión desde sus detenciones el 24 de noviembre del 2019, tras el hundimiento, la sentencia recoge que serán expulsados del país para cumplir los años de pena que les restan. Tampoco podrán regresar a España durante la próxima década.

Entre los condenados por colaborar desde tierra, Iago Serantes es el procesado que más años de cárcel recibe, 9, y 200 millones de euros en multas. Está considerado la persona que se coordinaba en tierra con Agustín Álvarez. En su caso, la pena se ajusta a la petición final de la Fiscalía. Al resto de procesados por colaborar desde Vigo con la tripulación se les impone sendas condenas de 7 años de cárcel. Se trata de Rodrigo Hermida, Enrique Carlos Serantes y Yago Rego. Hermida se ve beneficiado, ya la Fiscalía solicitó finalmente 9 años, igual que Enrique Carlos, para el que se pidió 8. También Yago Rego, al que le reclamaban 7 y medio.

El relato de hechos probados se ajusta a la acusación planteada por la Fiscalía. Reconstruye cronológicamente las 72 horas previas al hundimiento, con la entrada en escena de los acusados de colaborar en tierra siguiendo las órdenes de Agustín a través de su principal interlocutor, Iago Serantes. Da por probado que Serantes y Rego se desplazan a Vigo desde sus ciudades de residencia, en Mallorca y Lérida, para conseguir una furgoneta para transportar el alijo, y una lancha por si fuera necesario salir al encuentro de la tripulación. También tenían una casa próxima a la zona del hundimiento para esconderse, e incluso la existencia de un plan para recoger, horas después, los 153 fardos que habrían dejado dentro del narcosubmarino tras el hundimiento.

Las pruebas incriminatorias, en forma de mensajes de WhatsApp enviados entre Iago Serantes y su padre, Enrique Carlos, junto a acusaciones cruzadas, resultan igual de importantes para hilar lo ocurrido en los días previos y posterior a la madrugada del hundimiento, el 24 de noviembre del 2019:

—«Me ofreció de 15.000 a 20.000 euros por participar en una descarga de droga en una playa a 25 minutos de Vigo».

—«Está negro este [por Agustín] ya, dice que le mienten. Dijo que no le llamemos más ni usemos más el móvil. Qué ya está, tiene que esperar. No creo que vaya a pique si no entra agua».

—«Cuando paguen te hago un giro para que te vayas de viaje».

—«Ya está, este cargó [combustible] esta mañana para aguantar».

—«Al final no sé que pasa, creo que lo hunde. A ver si le saco información».

—«[Agustín] Dejó de contestar, dijo estoy aquí cerca [del punto acordado]. Dile [por Rodrigo Hermida] que dé luces».  

Solo Agustín y los dos Manzaba permanecen en prisión desde noviembre del 2019. Ellos y los otros cuatro acusados conocieron ayer la sentencia. El fallo, al ser en primera instancia, puede recurrirse. 

Los hechos no judicializados: un astillero oculto en el Amazonas y un plan A en Portugal

El relato probado en la primera sentencia redactada en Europa por la llegada de un narcosubmarino al Viejo Continente contiene una reducida parte de lo ocurrido realmente. La falta de pruebas para llegar a los verdaderos receptores de los 3.068 kilos de cocaína transportados por el semisumergible implicaron un ejercicio de economía procesal. No se podía desvelar la gran cantidad de inteligencia policial acumulada en la última semana de noviembre del 2019. La única referencia explícita se recoge para referirse a la tripulación, de los que se afirma que pertenece a «una estructura criminal internacional proveedora de estupefacientes». Se omite que las tres toneladas fueron aportadas por varias organizaciones en Colombia que, coordinadas por el clan del Golfo, las enviaron a un astillero clandestino levantado en el tramo final del río Amazonas, en Brasil, a 12 horas de navegación de la desembocadura al Atlántico.

Allí se construyó el narcosubmarino, en un recinto militarizado por sicarios para proteger los 123 millones de euros en cocaína. Primero llegaron los dos Manzaba, luego un piloto gallego, de O Salnés, que rechazó el trabajo estando en la misma selva. Luego se llamó a Agustín Álvarez, que aceptó el chollo y se desplazó de urgencia a Brasil desde Madrid, su ciudad de residencia entonces. Zarparon, salieron al Atlántico y superaron tres temporales. También se libraron, por segundos, de acabar aplastados por un buque de grandes dimensiones. Finalmente alcanzaron la coordenada pactada, a 269 millas de Portugal. Pero el motor de una de las planeadoras, que tendrían que haber salido a su encuentro, tuvo problemas mecánicos y hubo que esperar. Las telecomunicaciones se interceptaron y la Armada de Portugal salió, sin éxito a buscarlos.

Aquello se convirtió en un avispero de patrulleras y medios aéreos, por lo que los verdaderos responsables de mecer este negocio millonario ordenaron a la tripulación poner rumbo a la tierra natal del considerado patrón del narcosubmarino. Ocurrió sobre el 19 de noviembre, justo cuando Iago Serantes y Yago Rego fueron alertados por su amigo Agustín. También se contactó con cuatro organizaciones de narcolancheros en la ría de Arousa, pero ninguna aceptó el encargo. Sí un pesquero, frente a la Costa da Morte, pero la investigación abortó el encuentro y provocó que Agustín hundiera el casco en Hío para sobrevivir.