Isabel II autoriza a Camilla Parker a usar el título de reina consorte cuando su hijo Carlos la suceda en el trono

la voz REDACCIÓN / AGENCIAS

ACTUALIDAD

Una foto gigante en Picadilly felicita a Isabel II por su setenta aniversario en el trono
Una foto gigante en Picadilly felicita a Isabel II por su setenta aniversario en el trono NEIL HALL | efe

La monarca calificó a su nuera «de gran mujer» en el comunicado remitido por su setenta aniversario en el trono

06 feb 2022 . Actualizado a las 17:15 h.

La reina Isabel II ha expresado su deseo de que la esposa del príncipe Carlos, Camilla, «sea conocida como reina consorte» cuando su primogénito se convierta en rey, en un mensaje difundido por el aniversario este domingo de sus 70 años en el trono.

Esta es la primera vez que la soberana, de 95 años, aclara este punto, pues hasta ahora se especulaba con que la segunda esposa del heredero al trono, con la que se casó en el 2005 estando ambos divorciados, podría ser solo princesa.

En su personal carta a la nación con motivo de su Jubileo de Platino -la primera monarca británica en cumplirlo-, que firma como «Su Servidora», Isabel II abre la puerta a su sucesión.

Tras agradecer a la gente de «todas las nacionalidades, credos y edades» del Reino Unido y el resto del mundo «la lealtad y el afecto» que le han mostrado durante su reinado, pide que extiendan ese respaldo a Carlos, de 73 años, y Camilla, de 74.

«Cuando, en la plenitud de los tiempos, mi hijo Carlos se convierta en rey, sé que le darán a él y a su esposa Camilla el mismo apoyo que me han dado a mí; y es mi sincero deseo que, llegado ese momento, Camilla sea conocida como reina consorte, mientras continúa con su propio servicio leal», escribe Isabel II, que define a su nuera como «una gran mujer».

La Reina también alude al «firme apoyo» que ha recibido de su familia y en especial de su fallecido esposo, el príncipe Felipe, del que dice que fue un compañero «dispuesto a desempeñar el papel de consorte y hacer de forma desinteresada los sacrificios que lo acompañan».

«Es un papel que vi desempeñar a mi propia madre durante el reinado de mi padre», señala.

Isabel II cuenta que el aniversario de su acceso al trono el 6 de febrero de 1952 le recuerda tanto el inicio de su reinado como la muerte ese mismo día de su padre, Jorge VI, en la residencia familiar de Sandringham (este de Inglaterra), donde la soberana pasa esta jornada.

«Al conmemorar este aniversario, me complace renovarles la promesa que hice en 1947, de que mi vida siempre estará dedicada a su servicio», manifiesta.

«Estas últimas siete décadas han visto un progreso extraordinario a nivel social, tecnológico y cultural que nos ha beneficiado a todos, y confío en que el futuro nos ofrecerá oportunidades similares y especialmente para las generaciones más jóvenes en el Reino Unido y en toda la Commonwealth (mancomunidad de excolonias británicas)», declara, al reconocer que «hay mucho por lo que estar agradecidos».

«Y así, mientras espero continuar sirviéndoles con todo mi corazón, espero que este Jubileo reunirá a familias y amigos, vecinos y comunidades -después de momentos difíciles para tantos de nosotros-, para disfrutar de las celebraciones y reflexionar sobre los desarrollos positivos en nuestra vida cotidiana que tan felizmente han coincidido con mi reinado», concluye.

Isabel II marcará este aniversario en privado en Sandringham a la espera de protagonizar celebraciones nacionales en un período festivo del 2 al 5 de junio.

Por su parte, los reyes de España, Felipe VI y Letizia, han felicitado este domingo a través de un mensaje a la reina Isabel II por sus 70 años en el trono británico, así como le han deseado lo «mejor para los próximos años» con motivo de este Jubileo de platino.

«En la muy feliz ocasión del Jubileo de platino de Vuestra Majestad, estamos encantados de enviaros nuestras más sinceras felicitaciones. Con este mensaje queremos sumarnos a la celebración de este notable Aniversario y desearos lo mejor para los próximos años», así reza el comunicado facilitado por la Casa del Rey.

Un largo recorrido

El rey Jorge VI murió en su cama de la mansión de Sandringham, en el este de Inglaterra, mientras su hija mayor, Isabel, pasaba esa noche del 5 de febrero de 1952 con su marido, Felipe, en una cabaña construida entre las ramas del bosque de Aberdare, en Kenia. Los cortesanos no lograron comunicarle el fallecimiento a la nueva monarca, que pasó la mañana del 6 entusiasmada por haber visto rinocerontes.

El día 8, en el palacio de Saint James, muy cerca del de Buckingham, el Rey de Armas, máximo oficial del Colegio de Heráldica, proclamó oficialmente a la «alta y poderosa princesa Elizabeth Alexandra Mary reina de este reino y de todos sus otros reinos y territorios, jefa de la Commonwealth, defensora de la fe». Tenía 25 años y había llegado al trono porque su tío Eduardo abdicó en 1936.

Siete décadas después, Isabel II es la monarca más longeva en la historia de su país y entre reyes y reinas que estén vivos. Los actos principales de la celebración de su Jubileo de Platino se celebrarán en junio. La reina reside ahora en Sandringham, donde este sábado ofreció una recepción a grupos vecinales de mujeres, jubilados de la hacienda real y miembros de organizaciones benéficas.

Catorce primeros ministros británicos han acudido semanalmente a Buckingham Palace desde entonces, para despachar con la reina sobre los asuntos del Estado. Aunque recibió una educación formal breve en artes y música, y su interés más sobresaliente son la cría y las carreras de caballos, sus jefes de Gobierno y visitantes extranjeros suelen elogiar su experiencia y aprecian sus consejos.

El Reino Unido de 1952, victorioso en la Segunda Guerra Mundial, había tenido dos transformaciones profundas y duraderas: el racionamiento de necesidades y alimentos básicos, y el desarrollo por el Gobierno del laborista Clement Attlee de una economía con importantes sectores nacionalizados y un sistema avanzado de educación, seguridad social y sanidad públicas.

Winston Churchill había regresado a Downing Street cuatro meses antes. De familia aristocrática, congenió con Jorge VI y se convirtió en el abuelo sabio de la joven reina. Se enfadó un día con los cortesanos porque no habían invitado a su rival Attlee a una cena de gobernantes de los dominios británicos. Pero no era para la corte un encuentro doméstico sino imperial.

Si las mayores preocupaciones de su padre fueron «batir a los alemanes y retrasar la inminente desintegración del Imperio», según su secretario, Tommy Lascelles, la política de la posguerra se basaba en una versión de las teorías económicas de John Maynard Keynes, tras el abandono del estatismo laborista, y en preservar la influencia en un mundo polarizado entre Estados Unidos y la Unión Soviética.

En la primera década del reinado de Isabel, la rebelión de la guerrilla keniana Mau-Mau había destruido el hotel en el que pasó su última noche como princesa y el Reino Unido había perdido la mayor parte de sus colonias en Asia y África. Había sido humillado en su intento de revertir, en 1956, la nacionalización del Canal de Suez por el líder egipcio Gamal Abdel Nasser.

La aventura imperialista con Israel y Francia fue boicoteada por Estados Unidos, que proveía al mismo tiempo a los aliados británicos misiles nucleares que solo podría utilizar en el marco de la OTAN, o en una extrema urgencia nacional. Harold Macmillan describía en privado su deseada relación con Washington con una analogía: ser como los esclavos griegos que dirigían las operaciones del emperador romano, Claudio.

Colaborador de Macmillan, Edward Heath logró eliminar en la segunda década del reinado de Isabel el veto de Francia al ingreso del Reino Unido en la entonces Comunidad Económica Europea. La política británica angustiada por la debilidad económica daba tumbos domésticos, mientras Isabel II complementaba el afán nacional tejiendo lazos con las antiguas colonias a través de la Commonwealth.

La personalidad fuerte de Margaret Thatcher tuvo éxito en la alianza con Estados Unidos, pero causó tensiones en las reuniones más frágiles con los países asociados al Imperio. Fotografías y crónicas han sugerido que Isabel II no tuvo una buena relación con la primera mujer que gobernó su país y que estableció el canon económico y político del Reino Unido en el inicio del siglo XXI.

Siete décadas después, la reina británica despacha con un primer ministro, Boris Johnson, que de niño declaró su intención de devenir «rey del mundo» y que tuvo que ser frenado por sus asesores cuando quiso acudir a la cita semanal con la nonagenaria monarca en un momento de auge de la pandemia. El brexit recrea la ambición de una proyección soberana y mundial, que Isabel II no verá cristalizada.

El secretario Lascelles aconsejó al tutor de Isabel sobre su rol constitucional que no le ocultase nada; tampoco la aprobación por el Parlamento de 1780 de una moción que afirmaba que «el poder de la Corona ha aumentado, sigue aumentando y debe disminuir». También contrató a un profesional de las relaciones públicas «para responder a las variopintas preguntas de los periódicos sobre la princesa».

Isabel I dio en el siglo XVI estabilidad a la hegemonía protestante y preservó la independencia de Inglaterra. Victoria reinó en el XIX sobre el mayor imperio de la Historia. Isabel II ha desplegado laboriosidad y templanza en una monarquía más ceremonial y simbólica, en un tiempo de declive relativo de su país. Ha mantenido su popularidad en una sociedad más irreverente, que exige a sus gobernantes mayor transparencia.