La Generalitat abrirá seis nuevas «embajadas» este año para potenciar su presencia exterior

Cristian Reino COLPISA | BARCELONA

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El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, en una imagen de archivo.
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, en una imagen de archivo. Quique García | Efe

El Gobierno catalán defiende la acción exterior como un paso necesario para prepararse para ser un Estado independiente

07 mar 2022 . Actualizado a las 20:30 h.

El Gobierno catalán ha anunciado este lunes que a lo largo de este año se abrirán seis nuevas delegaciones en el exterior. Su objetivo es acabar el 2022 con 20 «embajadas» catalanas en el mundo. Las nuevas sedes se pondrán en marcha en Seúl, Brasilia, Dakar, Pretoria, Andorra y Tokio. Se unirán a las de Berlín, París, Viena, Roma, Estocolmo, Lisboa, Londres, Zagreb, Ginebra, Bruselas, Washington, Buenos Aires, México DF y Rabat.

Al margen de las delegaciones, la Generalitat reforzará su diplomacia con un segundo y un tercer nivel de representación. Tendrá también oficinas en el exterior en Nueva York, Alguero (Italia), Dublín, Liubliana y Quebec, y enviados especiales en Edimburgo y Varsovia. En el caso de estos dos últimos emplazamientos, el primero estará centrado para seguir los acontecimientos de la política escocesa, en concreto el proceso soberanista para celebrar un segundo referendo sobre la independencia, mientras que el enviado a Polonia recibirá el encargo de seguir de cerca la crisis de refugiados producto de la invasión rusa a Ucrania. El Govern destinará 28 millones a sus relaciones exteriores.

El anuncio llega en plena crisis internacional. Y también en un momento en que la acción exterior de los ejecutivos de Carles Puigdemont y de Artur Mas, entre el 2011 y el 2017, está en el ojo del huracán en la causa que está abierta en el Tribunal de Cuentas contra una treintena de dirigentes soberanistas por supuesta malversación en la internacionalización del «procés».

Las nuevas delegaciones deberán someterse a la normativa que establece que las administraciones autonómicas deben informar previamente al Gobierno de la apertura de las sedes. No obstante, la consejera de Exteriores, Victoria Alsina, afirmó que la puesta en marcha es legal y legítima y supone a su juicio un «salto cualitativo» que obedece a la determinación de Cataluña de «tener voz en el exterior sin tutelas y sin intermediarios».

«Tenemos una mala noticia para quien ha querido que el Govern se quede en casa» y que actúe como «una diputación o ayuntamiento», dijo. «Viajaremos y hablaremos de nuestro país como nunca se ha hecho», avisó, como paso necesario para «prepararnos para ser un Estado».

Resistencia de Borrell

El Govern saca pecho ante el Gobierno central, que desde los años del «procés» mira con lupa los movimientos del independentismo en el ámbito internacional. Con la aplicación del artículo 155 de la Constitución, Mariano Rajoy clausuró todas las «embajadas» catalanas.

Tras el levantamiento de la suspensión de la autonomía, la Generalitat reabrió paulatinamente sus delegaciones. Pero en un principio encontró la resistencia del entonces ministro de Exteriores, Josep Borrell, que recurrió algunas de las aperturas a la justicia con el argumento de que las oficinas catalanas se dedicaban a «denigrar a España» y a perjudicar sus intereses. La consolidación del pacto entre PSOE y ERC propició un clima de diálogo entre las dos administraciones y al cese de las hostilidades a cuenta de las oficinas en el exterior.