El papa destituye a un obispo antivacunas de Puerto Rico

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El obispo de la diócesis de Arecibo (Puerto Rico), Daniel Fernández
El obispo de la diócesis de Arecibo (Puerto Rico), Daniel Fernández Diócesis de Arecibo

El religioso defiende el derecho a la «objeción de conciencia» de sus feligreses y dice que se va «con la frente en alto»

09 mar 2022 . Actualizado a las 20:07 h.

El papa ha destituido al obispo de Arecibo (Puerto Rico), Daniel Fernández Torres, después de que defendiera la aplicación de la objeción de conciencia sobre las vacunas contra el covid-19. Francisco ha nombrado como administrador apostólico de la misma diócesis a Álvaro Corrada del Río, hasta ahora obispo emérito de Mayagüez. La oficina de prensa del Vaticano ha comunicado el cese, si bien no ha hecho públicas las razones.

Los obispos están obligados a presentar su renuncia al papa a los 75 años, según establece el canon 401 del Código de Derecho Canónico, la ley de la Iglesia. Si lo hacen antes, suele haber una razón grave que suele ser por motivos de salud. No obstante, en este caso, Fernández Torres, que tiene 57 años, no había presentado su renuncia. Ha sido el papa quien lo ha cesado, tal y como se recoge en el escueto comunicado del Vaticano. «El Santo Padre relevó del cuidado pastoral de la diócesis de Arecibo (Puerto Rico) a monseñor Daniel Fernández Torres», se lee en el comunicado.

En un comunicado difundido a mediados de agosto del año pasado, el obispo de Puerto Rico reconoció en su diócesis el derecho de los fieles católicos a la «objeción de conciencia» ante las vacunas contra el covid-19, y anunció que los sacerdotes y diáconos podrán firmar exenciones para quienes las soliciten. «En nuestra Diócesis de Arecibo, si para hacer valer la objeción de conciencia fuese legítimamente requerida la firma de un ministro ordenado, los sacerdotes y diáconos permanentes que libremente estén dispuestos a firmarla al feligrés católico, que con conciencia bien formada así lo pida, pueden hacerlo o referirlo al Obispado de Arecibo», señaló entonces el prelado. «Cuando reciban la noticia de mi sustitución como obispo al frente de la diócesis de Arecibo, quiero que sepan que no me corresponde explicarles una decisión que no puedo explicarme yo mismo, aunque la acepte con la paciencia de Cristo por el bien de la Iglesia», expresó Fernández en un comunicado de prensa, una vez conocida su destitución.

Según medios vaticanistas, el relevo de Fernández, de 57 años, se debe a que defendió la objeción de conciencia frente a la vacunación obligatoria contra el covid-19 en agosto pasado y en contra de las directrices emitidas unos meses antes por la Congregación para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede. «Al reaccionar a lo acontecido, me siento bienaventurado por sufrir persecución y calumnia por anunciar la verdad de la dignidad del hombre en unas circunstancias como las actuales», expresó Fernández. Aseguró, asimismo, que «puedo tener la frente en alto y aún siendo imperfecto y pecador, saber que he hecho lo correcto y eso me da mucha paz interior».

No obstante, lamentó «mucho que en la Iglesia, donde se predica tanto la misericordia, en la práctica algunos carezcan de un mínimo sentido de la justicia».

De acuerdo con Fernández, a este no se le ha hecho ningún proceso ni se le ha acusado «formalmente de nada» y que presuntamente, «un día el delegado apostólico me comunica verbalmente que de Roma se me pedía la renuncia». Ante ello, alegó que «se sustituye ahora a un sucesor de los apóstoles sin emprender ni siquiera lo que sería un proceso canónico deberoso para destituir a un párroco». «Se me informó que no había cometido ningún delito, pero que supuestamente 'no había sido obediente al papa ni había tenido la suficiente comunión con mis hermanos obispos de Puerto Rico'», abundó.

Informó además que se le sugirió que si presentaba la renuncia a la diócesis, quedaría al servicio de la Iglesia «por si en algún momento me necesitaban en algún otro cargo; oferta que de hecho demuestra mi inocencia». «Sin embargo, no renuncié porque no quise hacerme cómplice de una acción del todo injusta y que aún ahora me resisto a pensar que pueda ocurrir en nuestra Iglesia», enfatizó.