Le Pen y Zemmour pugnan por el electorado francés más ultraderechista

Asunción Serena PARÍS / E. LA VOZ

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Eric Zemmour, candidato de la ultraderechista Reconquista a las presidenciales de abril en Francia
Eric Zemmour, candidato de la ultraderechista Reconquista a las presidenciales de abril en Francia Benoit Tessier | REUTERS

Centran sus radicales propuestas en emigración, impuestos y nacionalizaciones

24 mar 2022 . Actualizado a las 08:45 h.

Eric Zemmour lucha contra la atonía que se va instalando en su campaña, lejos del 18 % de intención de voto que llegaron a darle algunos sondeos a finales de año. El polemista y antiguo periodista de Le Figaro, está estancando en un 10 %, por detrás de Emmanuel Macron y Marie Le Pen, pero también recientemente es superado por el líder de la extrema izquierda Jean-Luc Mélenchon en la carrera hacia el Elíseo.

El adalid del nuevo partido de extrema derecha, Reconquista, presentó ayer su programa presidencial. Son «400 soluciones para resolver los problemas de los franceses». Costará 60.000 millones de euros: la mitad para bajar los impuestos a las empresas y la otra mitad para reforzar las políticas en materia de defensa, seguridad, justicia y sanidad.

Todo está apoyado sobre tres pilares: «La reconquista de nuestra identidad, la reconquista de nuestra prosperidad y la reconquista de nuestra fraternidad», aseguró Zemmour en rueda de prensa. Y se muestra más radical que nunca, hasta el punto de proponer un «ministerio de la remigración», para «devolver a toda la gente que no queremos más».

El objetivo de esta radicalización es arrinconar a su rival Marine Le Pen e intentar imponer de nuevo las discusiones sobre la inmigración como tema de campaña, ya que en estos momentos resulta inaudible porque la actualidad está saturada por la guerra en Ucrania y la preocupación sobre el poder adquisitivo ante la subida de los precios de la electricidad, el gas y los combustibles.

Zemmour insiste en poner fin a la inmigración porque, según él, «dejó de ser una oportunidad, para los inmigrantes porque no tenemos ya capacidad para acogerlos, y para los franceses, porque ven cómo desaparece su país y su identidad». Ha prometido la expulsión sistemática de los extranjeros delincuentes y ahorrar 20.000 millones de euros a base de suprimir todas las ayudas (vivienda, familiar, reinserción) a los extranjeros no europeos.

Lejos de considerar que su propuesta es extremista, se compara con «Barack Obama, premio Nobel de la Paz, que expulsó a 2,5 millones de extranjeros de Estados Unidos».

La presencia de Zemmour en el panorama electoral ha servido a Marine Le Pen para suavizar su imagen. Parecen lejos, al menos en estas semanas previas a la primera vuelta de las elecciones, aquellos tiempos en los que el resto de la clase política creaba un cordón sanitario frente a su partido. Y ello a pesar de que los programas de ambos se asemejan en educación, seguridad, inmigración y política internacional. Ayer ella incidió en su idea de expulsar a los extranjeros que lleven un año sin empleo y en reducir un 25 % la aportación anual a la Unión Europea.

Tanto Zemmour como Le Pen (y el izquierdista radical Jean-Luc Mélenchon) han sido fuertemente criticados por sus posturas consideradas «pro-Putin» a pesar de que han condenado la invasión rusa de Ucrania. Sin embargo, solo Zemmour ha sufrido una erosión en los sondeos.

Sí hay algunas diferencias, como sobre la procreación asistida para todas las mujeres, con pareja o solteras, heterosexuales o lesbianas. Ambos se oponen a la ley, pero Zemmour propone reformarla. Y, sobre todo, en el ámbito económico, donde él se presenta más liberal. Propone retrasar la edad de jubilación a los 64 años, y ella quiere avanzarla a los 60, e instaurar una pensión mínima de 1.000 euros. La líder de la Agrupación Nacional quiere nacionalizar las autopistas, mientras que el presidente de Reconquista considera la medida costosa. Sin embargo, los dos se muestran proteccionistas y quieren inscribir en la Constitución la primacía del derecho nacional sobre el europeo, lo que podría asemejarse a un frexit.