Las presiones de Podemos ponen en riesgo la candidatura de Yolanda Díaz

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo BAreño MADRID / LA VOZ

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La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Sergio Pérez | Efe

Pablo Iglesias trata de controlar un proceso que la vicepresidenta sigue aplazando

27 mar 2022 . Actualizado a las 12:53 h.

¿Llegará Yolanda Díaz a encabezar una candidatura a las elecciones generales que trascienda las siglas de Unidas Podemos? Aunque la vicepresidenta segunda del Gobierno insiste en confirmar que iniciará un «proceso de escucha» con la sociedad, para el que todavía no hay fecha, esa es la pregunta que se hacen muchos de sus partidarios, que no ocultan ya las presiones que sufre la ministra de Trabajo por parte de la dirección de Podemos.Sin negar que ella deba ser la candidata, un sector del partido morado pretende forzarla a rectificar en su propósito de que en ese nuevo espacio político transversal las siglas de la formación fundada por Pablo Iglesias desaparezcan.

Pero Díaz rechaza presiones y solo dará el paso si, tras culminar esa gira en la que contactará con agentes sociales y representantes de la sociedad civil, tiene garantías de que solo ella marcará los tiempos y el diseño de lo que, asegura, no es «un proyecto político» personal. El mero anuncio de que aspiraba a crear ese nuevo espacio, realizado en julio del 2021, solo dos meses después de que Pablo Iglesias dimitiera como secretario general, ya generó tensiones en Podemos. Tanto la nueva líder orgánica del partido, Ione Belarra, como la número dos, Irene Montero, se resistían a que Díaz, que no milita en Podemos, marcara la estrategia.

Espacio político abierto en canal

Aunque vienen de lejos, en las últimas semanas esas tensiones salieron ya abiertamente a la luz, con un cruce de declaraciones en torno al envío de armas a Ucrania anunciado por Pedro Sánchez, que no solo provocó una crisis sin precedentes con el PSOE, sino que también abrió en canal el espacio de Unidas Podemos.

Díaz expresó un respaldo nítido a la decisión de Pedro Sánchez y, a pesar de la oposición de Belarra, concitó el apoyo de En Comú Podem, que justificó la medida, y también IU, aunque en este caso sin un respaldo expreso a la cuestión de las armas. La vicepresidenta segunda tuvo que convocar una reunión urgente con el resto de ministros de Podemos para rebajar la tensión. Pero, incluso después de rectificar los ataques al PSOE, los críticos de Díaz insisten en que apoyar a Sánchez en esto es algo que el espacio político pagará caro por abandonar el discurso del «no a la guerra».

Díaz ha querido reconciliarse con Podemos antes de emprender su proceso. Su posición ha sido mucho más conciliadora tras el anuncio de Sánchez de aumentar el gasto militar. El partido morado no lo apoya y Díaz, sin vetarlo, no se ha puesto de parte del líder socialista. Y también apoyó la ministra la idea de Podemos de un impuesto extraordinario a las eléctricas para paliar el impacto de la guerra.

Las aguas se han calmado, pero hay sectores que consideran que la herida sigue abierta y la tensión permanece. Ha sido precisamente el ministro de Consumo, Alberto Garzón, cuya relación con Díaz se resintió tras la salida de esta de IU, el que más claramente ha expresado la posibilidad de que el proyecto de la vicepresidenta no llegue a salir adelante por las presiones que recibe de la cúpula de Podemos y de Pablo Iglesias, que temen que consolide un proyecto personalista al estilo del de Manuela Carmena. Díaz tiene además problemas para captar cuadros.

Garzón difundió un artículo en la revista LaU, de la que es director, en el que se hablaba claramente de esas presiones y se alertaba de que, de seguir así las cosas, Díaz termine renunciando a ser la candidata. «Es probable que se encuentre en estos momentos sufriendo un momento de asfixia por parte de las fuerzas políticas que forman el espacio, y cuyas presiones reducen su margen de intervención», sostiene el sector de Garzón.

Advertencia clara de Iglesias

Pero, en el otro lado, la reacción no ha sido menos rotunda. Pablo Iglesias no cuestiona que Díaz sería la mejor candidata. Sabe que penetra mejor que él en el electorado del PSOE y que tiene una muy buena valoración transversal de la que carece cualquier dirigente de Podemos. Pero tanto Iglesias como Belarra e Irene Montero consideran que su excesiva cercanía con Sánchez es un error. Ya asumieron una reforma laboral que no era ni de lejos la derogación de la del PP que prometieron. Y ahora quieren dar la batalla en las posiciones anti OTAN porque creen que ahí hay un nicho electoral.

Para impedir que Podemos se disuelva en la plataforma impulsada por Díaz, Iglesias llegó a recordar que ella y Garzón son ministros gracias a que Podemos, forzó una coalición que ellos rechazaban. «Muchos compañeros que hoy están en la posición que es complicada de explicar, creo que a lo mejor dentro de un tiempo dicen que Ione Belarra tenía razón», sostiene Iglesias.

El calendario juega en su contra

Díaz mantiene su idea de iniciar su proceso de escucha, más que de propuestas. Pero la coyuntura política ha jugado siempre en su contra. En diciembre, dijo que el proceso se iniciaría después de Navidad. Pero la convocatoria de elecciones en Castilla y León, en las que no quiso implicarse —lo que sus detractores le recriminaron— la obligó a un nuevo aplazamiento hasta la primavera. Y ahora, el plan se posterga de nuevo porque la guerra de Ucrania y la tensión interna en Podemos no son el mejor escenario para una gira. Pero el temor a un posible adelanto electoral, que muchos en su espacio político dan por hecho, no permitirá dilatar mucho más la decisión.

El precedente de AGE en Galicia inspira la proyecto de la ministra

La experiencia de tratar de aglutinar a fuerzas progresistas de distintas procedencias en una única candidatura no es nueva para Díaz. Tras su fallida etapa en el Gobierno de coalición con el PSdeG en el Ayuntamiento de Ferrol como concejala de Esquerda Unida, que acabó en ruptura, y después de fracasar en el 2009 en su intento de entrar como diputada de Esquerda Unida en el Parlamento gallego, Díaz se alió con Xosé Manuel Beiras en la Alternativa Galega de Esquerda (AGE) en el año 2012.

Allí confluían ya Esquerda Unida y Anova-Irmandade Nacionalista, pero también fuerzas ecologistas de Equo y Espazo Ecosocialista Galego. Fue Yolanda Díaz quien fichó como asesor de AGE en aquella campaña a un entonces desconocido profesor llamado Pablo Iglesias, al servicio de IU, y que en el 2014 fundaría Podemos. Luego, en el 2015, Podemos, Anova y Esquerda Unida forjaron En Marea.