La energía sitúa a España como la gran economía de la UE con más inflación

Gabriel Lemos REDACCIÓN / LA VOZ

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PACO RODRÍGUEZ

Los precios del resto de productos y servicios suben al mismo ritmo

01 abr 2022 . Actualizado a las 14:58 h.

Ni la espiral inflacionista se originó con la invasión de Ucrania, ni los precios están contenidos más allá de los Pirineos. El coste de la vida sube con fuerza en toda Europa, y de hecho lo hace a un ritmo similar al de España en la mayoría de los bienes y servicios. Con una excepción: la factura de la luz, que en España se ha disparado más de un 80 % en el último año, una cifra que entre los Veintisiete solo superan en Italia, con una subida cercana al 82 %, y los Países Bajos, donde el alza de la electricidad supera el 94 %.

Los datos de la oficina estadística comunitaria Eurostat son esclarecedores. En febrero (última cifra disponible para el conjunto de la UE), había once países donde los precios escalaban más rápido que en España —todos del bloque del Este salvo Bélgica y Luxemburgo—, aunque nuestro país era la gran economía del euro más castigada por la inflación. La cosa cambia cuando esta se mide excluyendo los productos energéticos (luz, gas o combustible), en cuyo caso el alza de precios baja casi a la mitad, con una tasa del 3,4 %, la misma que en Portugal y solo una décima por encima de Alemania.

Por países

Francia, donde mejor doman los precios. De los países de nuestro entorno, Francia es el que mantiene más a raya la inflación, con un alza interanual de precios del 5,1 % en marzo (nueve décimas más que en febrero); le sigue Portugal, que ha avanzado que su IPC cerrará el mes en el 5,5 %, mientras que en Italia el coste de la vida sube un 7 % en un año y en Alemania ha escalado hasta el 7,6 %. Datos, en cualquier caso, todavía lejanos al 9,8 % que esta semana ha calculado el Instituto Nacional de Estadística español.

Energía

El carburante sube en línea con Europa; el gas, menos. Si en España el IPC es sensiblemente superior al de otras grandes economía del euro es, es en gran medida, por el impacto de la subida de la luz, agravada por la metodología del INE, que solo toma como referencia la tarifa regulada de la electricidad, vinculada al mercado mayorista y, por tanto, mucho más volátil, obviando los más de 18 millones de contratos del mercado libre, que ya acoge al 60 % de los consumidores y que tiene precios más estables. No ocurre lo mismo en los carburantes, cuyos precios suben en España en línea con el resto de Europa. Así, la gasolina se encareció un 25 % en el último año, lo mismo que en Finlandia o Dinamarca, y solo un punto por encima de Alemania, mientras el gasoil subió un 28,4 %, un punto más que la media de la eurozona.

En cuanto al gas natural, la factura española ha crecido un 12 % en los últimos doce meses, la quinta menor subida de la UE, donde hay países donde se ha más que duplicado, como Bulgaria o Bélgica, con alzas del 135 y del 138 %, respectivamente.

Alimentación

La pasta y el aceite de oliva suben a doble dígito. Basta una visita al súper o al mercado para comprobar cómo se ha encarecido la cesta de la compra en los últimos meses. Entre las subidas destaca la del aceite de oliva (más de un 30 % en el último año en España, que pese a ser el principal productor también es el país europeo donde más se eleva su precio). Cosas de la oferta y la demanda. Que se lo digan a los centroeuropeos con la mantequilla, que sube más de un 20 % en Alemania, Polonia o Austria, mientras aquí solo escala un 6 %. Disparada está también la pasta, casi un 20 % más cara que en febrero del año pasado, pero es que en Portugal la subida es casi cinco puntos superior. Nuestros vecinos también han visto subir el doble la carne de ternera (13 % allí, 6,4 % en España), la única que sube aquí más que la media del resto de Europa.

Si se busca proteína asequible, el pescado parece la alternativa. El fresco acumula una subida inferior al 4 % en el último año, tres puntos menos que en el conjunto de la UE. El precio de la fruta sí crece en España más que en nuestros países vecinos, pero no así el de las verduras, que se encarecen un 5 %. En Alemania suben el doble, en Italia tres veces más y en Grecia el alza se multiplica por cinco.

Hostelería y Cultura

Subidas mucho más moderadas que en Europa. El del ocio es uno de los epígrafes del presupuesto familiar que menos se han encarecido en España. Salir a comer fuera o a tomar unas cañas es hoy un 3 % más caro que hace un año, una subida muy similar a la de Italia, mientras que en Alemania y Portugal los precios hosteleros crecen casi dos puntos más. Las entradas a cines, teatros y otros espectáculos han repuntado un 2 %, seis veces menos que en Dinamarca, aunque en Portugal y Francia se han abaratado. Lo que sube en España más que en ninguna otra parte son los precios de los hoteles, un 21 %, duplicando de largo la media comunitaria.

Ropa y Calzado

Alzas de más del 4 %, el doble que la media. Las prendas de vestir se encarecieron un 2 % de media en los países del euro en el último año, menos de la mitad que en España, donde las etiquetas se elevaron un 4,2 %. Muy lejos, eso sí, del 21,8 % de Luxemburgo o del 12,6 % de Bélgica. En el otro lado, Alemania y Dinamarca, donde vestirse es hoy más barato que a comienzos del 2021.

La demora del INE en incorporar las tarifas libres de la luz al cálculo del IPC cuesta miles de millones

Que el cálculo del IPC no incorpore la evolución del recibo de la luz en el mercado libre no sale gratis. Ayer, los consumidores con tarifa regulada (PVPC) llegaron a pagar el kilovatio hora a 0,422 euros en la hora más cara, entre las nueve y las diez de la noche, casi el triple de los 0,145 que marcaba el mismo mercado el 31 de marzo del año pasado. Un precio que hasta hace dos semanas todavía era posible encontrar en el mercado libre, donde las subidas (que las ha habido) han sido inferiores que en el regulado, a diferencia de lo que ocurría en el pasado.

El efecto es difícil de cuantificar. Un reciente estudio de CaixaBank Research estimó que, de haber incluido las tarifas libres de la luz, la inflación media habría sido del 2,2 % el año pasado, en vez del 3,1 % que marcó el IPC en el promedio de los doce meses. El INE rechazó el cálculo, asegurando que el informe solo tenía en cuenta los recibos domiciliados en esa entidad y no analizaba variables como la variación del consumo. Pero, con independencia de la disputa por la décima, lo cierto es que, de incluir el mercado libre, la inflación oficial en España sería inferior a la actual. Con todas las consecuencias que eso tendría. Las principales, la contención del gasto público —por la menor revalorización de las pensiones y de otras prestaciones indexadas al IPC— y una menor presión para los inquilinos, que en ausencia de los topes que ahora implanta el Gobierno verían subir menos sus alquileres.

Aunque la intención del INE era incluir el cambio este año, el intercambio de información con las eléctricas avanza más lento de lo previsto. A esas dificultades técnicas para lograr una nueva metodología de cálculo se suma que el organismo pretende hacer la modificación sin que esta introduzca grandes sesgos respecto a la medición anterior del IPC, algo que sería complicado en un entorno de precios tan volátil como el actual.

Por este motivo, no se descarta que la inflación no recoja la evolución del mercado libre de la electricidad hasta el año que viene.