Pepe Álvarez: «Los salarios no suben desde el 2008, no se puede perder más poder adquisitivo»

Gabriel Lemos REDACCIÓN / LA VOZ

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CESAR QUIAN

«Es lamentable que Competencia siga ausente ante la usura de las eléctricas», critica el secretario general de UGT

03 abr 2022 . Actualizado a las 14:07 h.

Para el secretario general de  UGT, el plan de respuesta ante las consecuencias económicas de la guerra que esta semana presentó el Gobierno «va en la buena dirección, pero es claramente insuficiente». Pepe Álvarez (Belmonte de Miranda, Asturias, 20 de marzo de 1956) reprocha «la limitación temporal» y unas «políticas sociales muy ajustadas». Por ello, anuncia que van a pedir «que se cree un fondo social que vaya a cubrir las necesidades de aquellos salarios que están en el entorno del SMI, que son realmente a los que les cuesta mucho más asumir los aumentos de los precios».

—¿No consultaron con ustedes?

—No hubo consultas, hubo una comunicación general de los objetivos, pero no de propuestas concretas. Y falta ese sello que nosotros le podríamos haber dado. En lo que hace referencia a los alquileres, nos hubiera gustado que no fuese un tope del 2 % durante tres meses, sino una congelación y por más tiempo. Y en lo que tiene que ver con el precio del carburante, hay una cuestión más de fondo. Todo el mundo ve que hay una situación de especulación. Nuestras propuestas requerirían más recursos públicos, pero espero que, una vez superada esta urgencia porque algunos sectores lo necesitaban, nos sentemos con el Gobierno y, en el proceso de aprobación del decreto, seguramente se podrá hacer algún tipo de enmienda.

—Si hablamos de enmiendas, entiendo que asumen que se prorrogará más de tres meses...

—El Gobierno tiene siempre esa disposición a ponerle fecha de caducidad a todo. Los ERTE los fuimos renovando de seis en seis meses, pero nos parece que igual dentro de tres meses estamos en la necesidad de prorrogarlo. Dependerá de si hay acuerdo de paz y qué repercusiones tiene, especialmente en los precios del carburante, del gas y de los productos que vienen de Ucrania.

—¿Son partidarios de topar los precios de los combustibles?

—Nosotros venimos reclamando al Gobierno control de precios, y por eso nos manifestamos el día 23. Estamos en un estado no de guerra, porque no se la hemos declarado a nadie, pero con efectos similares, y eso quiere decir que el Estado tiene que tener instrumentos para intervenir. Me parece lamentable que la Comisión de la Competencia siga ausente. Solo actúa cuando hay que quitar derechos a los que tienen menos, cuando se trata de combatir la usura que están practicando las eléctricas o las petroleras, porque lo que están haciendo es pura usura, no existe. Es lamentable que tengamos una institución con tanto poder que esté ausente cuando hay que defender a la mayoría.

—¿Está cerca el acuerdo con la patronal para la negociación de los convenios?

—Puede estar más o menos cerca en función de una premisa que la patronal debe ser consciente de que se tiene que cumplir: la revisión de los salarios de acuerdo a los precios. No podemos cerrar un acuerdo que no contenga una cláusula de garantía que permita a los trabajadores y a las trabajadoras, en el supuesto de que la inflación continúe en los mismos parámetros, recuperar el poder adquisitivo. Es más importante que el dígito de aumento que pongamos. Sin eso para nosotros es difícil llegar a un acuerdo.

—Ustedes abrieron la puerta a moderar la subida este año y compensarla a partir del 2023.

—Si vamos a un aumento del 5 %, que está lejos del 10 % al que está la inflación, no estamos incorporando los salarios al proceso inflacionista y, a final de año, si este continúa, se hace una revisión. Damos tiempo para ver si realmente hay esa bajada de precios que prevé el Gobierno. Es ahí donde hemos planteado a la CEOE que hay esa posibilidad de moderación en el tiempo. Si hacemos un acuerdo a tres años, las bandas salariales del 2023 y 2024 pueden ser mayores y dejar algo del 2022 para esos años. Hay un margen de negociación siempre que no haya pérdida de poder adquisitivo de los salarios. No puede haberla porque desde el 2008 los salarios en España no crecen y no hay razones para que no lo hagan. Todo el mundo está trasladando el aumento de los costes a los precios. Y la manera de que los trabajadores trasladen el aumento de costes es a través del salario. Para un empresario debería ser fácil entenderlo. No soy pesimista, creo que hay posibilidades de acuerdo.

—¿Se fijan un plazo?

—No. Es cierto que hemos hablado de abril, pero porque no tendría mucho sentido retrasarlo más. La patronal tiene que ser consciente de lo que aportaría el acuerdo para la estabilidad del país. Se evitaría la conflictividad. Si no hay acuerdo, los convenios generarán conflictividad e iremos a un aumento de salarios muy desigual entre sectores donde los sindicatos tienen fuerza para negociar y aquellos en los que no.

—La reforma laboral ha mejorado las tasas de contratación indefinida, pero en apenas tres meses ya ha habido que retocarla para permitir mayor temporalidad en el sector de la cultura...

—Ni en los mejores sueños podíamos pensar que íbamos a pasar de una contratación indefinida del 5 % a más del 15 %, en dos meses y sin haber entrado en vigor plenamente la reforma. La reforma es un éxito, sin lugar a dudas. Ha sufrido retoques y con el paso del tiempo igual hay que hacer alguno más, pero es que no era un dogma de fe, se trataba de cerrar una situación de temporalidad insoportable. Y en algún sector, en este caso el de la cultura, puede que haya que hacer alguna intervención con bisturí, pero no es algo negativo. Al contrario, hemos hecho una buena reforma y la queremos seguir mejorando.

—En las últimas semanas, al calor de las protestas como la del transporte, se ha acusado a los sindicatos de no estar en la calle...

—Es una apreciación profundamente injusta y que no respaldan los hechos. Nosotros, a través de nuestra organización del campo, UPA, hemos estado en la manifestación de los agricultores en Madrid, y hemos protagonizado la inmensa mayoría de las protestas. Ahora, si hablamos del paro patronal del transporte, está claro que no lo hemos apoyado, solo faltaría. ¿Quién nos ha invitado? ¿Qué ocurre con los trabajadores por cuenta ajena del transporte? Algunos han sido enviados a su casa, diciéndoles que no van ni a cobrar el sueldo, que ahora les tendrán que pagar. Es evidente que a los que querían que esta protesta fuese el ariete que hiciese tambalear al Gobierno les hubiese encantado que estuviéramos. Nosotros no tenemos como objetivo derribar al Gobierno, nuestro objetivo es conseguir mejoras para los trabajadores y los ciudadanos.

Dicho esto, es cierto que hay un fondo en la protesta de los autónomos del transporte que el Gobierno tendría que abordar, porque no solo es el precio del combustible. Esa es la última gota, pero también hay que plantear la forma de distribuir los fletes, el predominio de las grandes empresas para quedarse con los grandes portes y dejar los peores a los autónomos... Pero no se nos puede acusar de no estar donde no tenemos a quién representar.

—Tras ese paro del transporte ha habido más amenazas de cierres patronales, como la de la hostelería gallega o la de las estaciones de servicio. ¿Le preocupa?

—Los que tienen alguna actividad bajo licencia tienen que ser conscientes de que las licencias públicas se conceden para dar un servicio. Y la legislación no reconoce el cierre coordinado de las actividades económicas, es un desafío al sistema y tenemos que ser conscientes. ¿Eso quiere decir que alguno de esos colectivos no tengan razones? No, es verdad que hay una situación que viene de la crisis del 2008 y en la que llueve sobre mojado. Pero me gustaría hacerles un recordatorio a estos colectivos de pequeñas y medianas empresas, que son las que de manera permanente y recurrente más se quejan de los impuestos. El Estado, o tiene ingresos o no puede dar ayudas cuando se necesita. Los empresarios exigen cada día la economía de libre mercado, pero tiene sus inconvenientes. Cuando tienes grandes beneficios, los recoges y no repartes, pero cuando vienen mal dadas...

«Es momento de revisar el proceso de globalización»

Álvarez confía en que la economía española seguirá creando empleo pese a las tensiones económicas por la guerra. «No tenemos una previsión de crisis, porque esta situación no tiene raíces en la economía. Es como lo del covid, son los efectos que genera una globalización mal entendida».

—¿Es momento de relocalizar la producción?

—Es momento de revisar el proceso de globalización. Ya lo era después de la pandemia. Es evidente que un sistema que solo está pensado desde los capitales y en el que solo se ve el interés particular, cuando llega una crisis genera estos problemas que vivimos. Globalizar la economía sin globalizar las normas ya se podía pensar que iba a ser un fracaso.