El Frente Polisario rompe relaciones con el Gobierno ante su giro sobre el Sáhara

Melchor Saiz-Pardo MADRID / COLPISA

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Javier Martín | Efe

Responde así al apoyo de Sánchez a la «ilegal propuesta del ocupante marroquí»

10 abr 2022 . Actualizado a las 17:02 h.

La decisión de Pedro Sánchez de dar un giro radical a la tradicional política en el Sáhara Occidental al apoyar expresamente el plan marroquí sobre la excolonia española y el encuentro del presidente español con el rey Mohamed VI han acabado de dinamitar los puentes entre el Ejecutivo socialista y el Frente Polisario.

La organización saharaui anunció la madrugada del domingo que ha decidido «suspender los contactos» con el «actual Gobierno español». O lo que es lo mismo, acabar de romper oficialmente unas relaciones que, pese a los intentos de Unidas Podemos, eran en la práctica inexistentes desde que el 18 de marzo la prensa marroquí hiciera pública la carta que Sánchez había dirigido al monarca alauí y en la que mandatario español oficializaba su volantazo diplomático.

En un comunicado de la delegación del Frente Polisario para España datado en Bir Lehlu (Sáhara Occidental), esta organización, que tradicionalmente España ha reconocido como único representante legítimo de la población de la excolonia, justifica su ruptura con el Gobierno Sánchez por su «apoyo» al «plan del ocupante marroquí destinado a legislar la anexión de los territorios del Sáhara Occidental por la fuerza».

Según la Secretaría General del Polisario, que es quien firma la misiva, España, con su respaldo a la propuesta de Rabat de un Sáhara con estatuto de autonomía pero bajo soberanía marroquí, estaría bendiciendo «la supresión de los derechos inalienables del pueblo saharaui a la autodeterminación y la independencia».

El Polisario recuerda en su duro comunicado que «el Estado español tiene responsabilidades frente al pueblo saharaui y ante las Naciones Unidas a la vez que es Potencia Administradora de la región, y que sus responsabilidades no prescriben».

«Míseros tratos»

La organización, que recrimina al «actual gobierno» el «uso de la cuestión saharaui en el marco de sus míseros tratos con la fuerza ocupante», advierte que no retomará sus relaciones con el Ejecutivo hasta que éste «se adhiera a las resoluciones de la legitimidad internacional que reconocen el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui, y a respetar las fronteras de su país tal como son reconocidas internacionalmente».

La Secretaría General, pese a las críticas al Ejecutivo, sí que agradece al Congreso de los Diputados y al «amplio y transversal movimiento de solidaridad» con su causa, por instar «tan rotundamente» al Gobierno español para que «retorne a la senda de la legalidad internacional».

La ruptura de relaciones anunciada este domingo por el Polisario es el último movimiento en un tablero que Sánchez removió el pasado mes de manera sorpresiva y que ha provocado el apresurado reposicionamiento de los actores de la zona.

El reconocimiento español de la soberanía marroquí sobre la excolonia por primera vez en 45 años provocó que Rabat se olvidara de un plumazo de la afrenta por haber traído a España al líder del Polisario, Brahim Gali, para ser atendido por covid e hiciera volver de inmediato a Madrid a la embajadora, Karima Benyaich, que había sido retirada del país a mediados del mes de mayo del 2021. Rabat y Madrid, además de dar por concluida esta crisis, escenificaron esta semana su reconstruida relación con la visita de Sánchez para encontrarse con Mohamed VI.

Enfado de Argelia

Sin embargo, la sintonía con Rabat a cuenta de la nueva postura del Sáhara provocó la inmediata reacción de Argelia, tradicional enemigo de Marruecos y aliado y protector del Frente Saharaui. El Gobierno de Argel, que hasta el mes pasado era aliado de España, solo horas después de conocerse la carta de Sánchez al rey marroquí anunció el 19 de marzo que llamaba a consulta a su embajador, Said Moussi, lo que en la práctica equivalía a la retirada del representante diplomático.

El regreso a Argel de Moussi estuvo seguido a principios de abril del anuncio del presidente del grupo público argelino Sonatrach, Touffik Hakkar, de que el país magrebí estaba contemplando una subida de precio para el gas que vende a España, mientras se comprometía a mantener el precio al resto de sus compradores europeos.