El fin de las mascarillas en interiores: ¿es mejor quitártela o dejártela puesta?

Marta Otero Torres
marta otero REDACCIÓN / LA VOZ

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Eduardo Briones | EUROPAPRESS

Los expertos, divididos al valorar la medida que España aprueba el martes y entra en vigor el miércoles

17 abr 2022 . Actualizado a las 13:54 h.

España se quita la mascarilla en interiores el próximo miércoles, una medida que ha sido recibida con cautela por una parte de la comunidad científica, que considera que habría que «esperar un poco más» para tomar una decisión tan importante.

José Luis Jiménez, experto mundial en aerosoles, considera que, con una incidencia a 14 días que no baja de los 400 casos por cada cien mil habitantes y con el mismo parámetro a siete días vuelve a crecer, es «una imprudencia» sacar las mascarillas en los interiores. «Personalmente estoy muy decepcionado con la mayoría de los gobiernos occidentales, por cómo han manejado el tema del virus. Quizás un buen ejemplo sería Nueva Zelanda, Taiwán o Corea del Sur, que han hecho las cosas bastante mejor».

Este experto considera que el fin del cubrebocas «es una decisión política que se corresponde a que piensan que la gente está cansada y que es una cosa que va a ser rentable políticamente. Pero de forma epidemiológica y sanitaria me parece que es un poco pronto, porque sigue habiendo variantes y ahora los casos ni los están contando así que ni sabemos muy bien lo que pasa». Apunta también a la dificultad de dar marcha atrás si la situación empeora. «Esta es una decisión muy asimétrica, si tú no quitas las mascarillas la gente se queja pero aguanta; pero una vez que las quitas, volverlas a poner va a ser ya dificilísimo, casi imposible».

Su propuesta sería disminuir la intensidad de las mascarillas de una manera más selectiva, dejándolas en interiores pero en sitios donde no se mide el CO2 o en donde hay más riesgo. «Las dejaría en interiores pequeños donde se pasa mucho tiempo y donde estamos hablando fuerte. En escuelas, oficinas donde estamos hablando o restaurantes y bares. Sin embargo, en sitios donde la gente está callada, como en una biblioteca o en un cine, pues se podría hacer opcional». Jiménez cree que en ciertas situaciones y para personas de más riesgo deberían de seguir utilizándose. «Llevo dos días en España, y en la calle veo más gente con mascarilla que sin ella, y eso me sorprende porque en la calle no hace falta. Sin embargo, me meto en un local y ahí no lleva mascarilla nadie. Es absurdo».

Sobre las aglomeraciones típicas de las procesiones de Semana Santa, el experto considera que las mascarillas «se tienen que utilizar».

La decisión de retirar las mascarillas, a su juicio precipitada, tiene que ver con que en España tendemos a mirarnos en otros países europeos «pensando que son más listos y lo hacen bien, pero esto con la pandemia ha quedado totalmente claro que no es cierto». «Hay países como Suecia y Holanda —prosigue— que han tenido unas políticas desastrosas, negando la ciencia de una forma espectacular, con una tasa de muertos terrible. Inglaterra también lo ha hecho fatal». Tampoco comparte la estrategia covid cero de China, que tiene confinados en sus casas a millones de personas, aunque recuerda que «en ese país tienen un problema, y es que las vacunas que han puesto son peores que las que tenemos aquí. Igual hay medidas que son extremas, pero es que en un país de mil trescientos millones de personas si no controlas a tiempo la pandemia se te desboca».

Por su parte, el epidemiólogo Juan Gestal considera que la retirada de las mascarillas es un paso lógico en la evolución de la pandemia, y que «ya se dan las condiciones para retirarlas con seguridad». Recuerda que «en la hostelería de hecho hace ya tiempo que en realidad no se utiliza», aunque en la actualidad es obligatoria salvo en el momento de ingerir comida o bebida. «Nos la ponemos para entrar, pero en cuanto nos sentamos la retiramos; miramos y vemos que estamos todos sin mascarilla; nos la ponemos de nuevo si vamos al aseo, y también al salir», ha señalado. Sobre el anuncio de retirar la obligatoriedad de su uso al pasar la Semana Santa, Gestal considera que se trata de «una decisión acertada y muy prudente». No obstante, ha puntualizado que «en hospitales y en residencias de mayores, así como en el transporte, aún debe mantenerse por un tiempo». «Y aquellas personas que se sientan mas seguras llevándola durante más tiempo pueden hacerlo», ha concluido.

Por su parte, el médico adjunto de Medicina Interna del Complexo Hospitalario Universitario A Coruña (Chuac) Álvaro Mena Mena ve «razonable que ocurra», pero recuerda que «no todos los interiores son lo mismo», para apuntar a las «personas vulnerables» de centros residenciales y hospitales, por ejemplo. Por ello, ha apelado a en estos casos «tener un cuidado especial». En este sentido, defiende que se mantenga el uso de mascarilla en los hospitales y en las residencias sociosanitarias, tanto de personas mayores como de atención a la discapacidad.

«Proteger al resto»

Por todo ello, el doctor Mena sigue apelando a la población general a que sea «consciente y sensible» y, en caso de tener síntomas o estar infectado por Covid, «si tiene riesgo debe ser solidaria y proteger al resto». Y en el caso concreto de la población vulnerable insiste en utilizar mascarillas de protección «alta» y adecuar las medidas frente a este coronavirus «a su vida» y «ser más cuidadoso». Con todo, apela a que la población general «sea especialmente sensible» y «proteja a los demás». «Mucho más no podemos hacer», ha concluido.

Los psicólogos advierten del síndrome de la cara vacía

La retirada de las mascarillas es una medida esperada con ansia por una parte de la población. Pero hay otro importante porcentaje que considera que quitársela es un riesgo, e incluso muchas personas que sufren lo que los psicólogos ya han definido como el síndrome de la cara vacía, un conjunto de problemas que se manifiesta en las personas que se sienten inseguras cuando no llevan nada que les protege la cara ante posibles contagios de coronavirus. Este síndrome también afecta con mucha frecuencia a los niños.

La psicóloga y miembro del Instituto Europeo de Psicología Positiva de Madrid, Sonia Castro, ha señalado a Europa Press que no hay un tratamiento «eficaz y concreto» para combatir este síndrome y ha explicado que lo que se debe hacer es «dotar de un aprendizaje de ciertas herramientas y estrategias» a aquellas personas que padezcan este síndrome para así poder manejar el miedo y la ansiedad que les produce la retirada de la mascarilla.

La experta explica que hay tres características que son las más frecuentes para reconocer que padecemos el síndrome de la cara vacía: miedo a contagiar o ser contagiado, la sensación de inseguridad al no llevar la mascarilla o la de sentirnos incómodos si interactuamos con alguien que no la lleva. Estas tres características, según Castro, son las que nos hacen darnos cuenta «que podemos tener miedo, que no nos atrevemos a quitarnos la mascarilla y evitamos los contactos sociales». Por ello ha querido mandar un mensaje de calma porque es una sensación «completamente normal».

La aproximación sucesiva es una de las estrategias que resultan eficaces, según Castro. «Es una estrategia para que, poco a poco, nos acostumbremos a la situación que provoca miedo y ansiedad, hacerlo de manera muy gradual, muy flexible». En este sentido, ha señalado que todo depende de la persona y de en que situaciones nos sentimos más cómodos.

«No es lo mismo si estoy vacunado, si convivo con personas que lo están, si en mi familia hay personas con patologías complicadas», ha explicado Sonia Castro a la vez que ha apelado al «sentido común y a la «responsabilidad individual». Castro ha explicado que el ser humano tiene la capacidad de «adaptarse a todo tipo de situaciones». Con tiempo y teniendo los recursos que el ser humano tiene, nos vamos a poder adaptar. «Hacerlo de manera gradual, muy flexible, poco a poco y sobre todo potenciar los recursos la resiliencia, las habilidades sociales, ya sea desde el sentido común y desde las fortaleza».