Relaciones sexuales al menos cuatro veces por semana: así es el acuerdo prematrimonial de Jennifer López y Ben Affleck

M. V.

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MARIO ANZUONI | reuters

Ha sido la cantante la que ha planteado el requisito, que ya estaba presente en el contrato que firmaron la primera vez que se prometieron, en el 2004

27 abr 2022 . Actualizado a las 19:54 h.

La experiencia es un grado. Por eso, los que se casan en enésimas nupcias saben que todo, mejor si está atado, incluso si puede ser pautado. Ben Affleck y Jennifer López, expertos en prometerse y descomprometerse, incluso entre ellos mismos —la artista se ha casado en tres ocasiones, pero llegó a lucir hasta seis anillos de compromiso distintos, dos de ellos del actor que, en el medio, pasó por el altar con Jennifer Garner—, se darán el sí quiero definitivo próximamente y aunque todavía no hay fecha confirmada para la ceremonia ya ha trascendido su acuerdo prematrimonial. No ha defraudado lo más mínimo a la hinchada que, expectante, sigue atenta cada paso de la pareja; lo extraño sería que fuese anodino. La filtración del contrato ha revelado una curiosa cláusula por la que JLo y Ben deben tener relaciones sexuales al menos cuatro veces por semana

Segundas veces sí, pero con condiciones, para romper el mito y que de verdad sean buenas. Ben Affleck y Jennifer López se conocieron en el 2002, durante el rodaje de Gigli; en cuanto la cantante dejó al que entonces era su compañero de colchón, el bailarín Cris Judd, Affleck le calzó un diamante en el anular y empezó a organizar el fiestón. Cuatro días antes del gran momento, la cita se pospuso y un día más tarde, los propios prometidos anunciaban su ruptura. Era 2004. 

Diecisiete años después, rompieron todos los esquemas de los más incrédulos. A mediados de julio del año pasado, una foto confirmaba los rumores de reconciliación e, incluso, de un segundo asalto, y a principios de abril la propia Jennifer López anunciaba enlace próximo. Lo hizo abriéndose en canal, mostrando ilusionada un anillo de diamantes verde mientras contaba cómo Ben Affleck le había pedido matrimonio por segunda vez un sábado por la noche mientras ella se estaba dando un relajante baño de burbujas: como en una de las pelis románticas que acostumbra a protagonizar, el actor se arrodilló y formuló la gran pregunta. La artista confesó a sus seguidores que, en el momento, la proposición la cogió por sorpresa, que se quedó sin palabras, «tratando de entender el hecho de que después de 20 años estaba sucediendo de nuevo». «Fue lo más romántico que pude haber imaginado... Solamente una tranquila noche de sábado en casa y dos personas prometiéndose estar siempre ahí, el uno para el otro», dijo.

La fecha se aproxima y hay que atar cabos. Resulta que, tal y como publican medios estadounidenses, el requisito sexual lo ha fijado ella, un límite de encuentros que ya había exigido en el primer acuerdo que ambos firmaron, antes de la boda finalmente no celebrada del 2004. No quiere JLo que la pasión se extinga, así que la receta para mantenerla viva pasa en su caso por el arte de la repetición: cuanta más piel, más ilusión, más larga vida a la pareja. ¿Menos infidelidades?

Entre la gente con abultadas cuentas corrientes los acuerdos matrimoniales son más rutina que extravagancia, lo singular —y lo jugoso para los curiosos— son cláusulas, como esta, que de vez en cuando revelan lo que no se ve de la pareja de turno. Cuando Priscila Chan se casó con Mark Zuckerberg le hizo firmar que tenían que verse en persona y en lugares públicos como mínimo una vez a la semana, encuentros que no pueden ser fugaces: como poco, una hora y 45 minutos. Jessica Biel solo accedió a contraer matrimonio con Justin Timberlake si el actor se comprometía a pagarle 500.000 dólares si le era infiel. Otra que se aseguró fidelidad vía contrato fue Catherine Zeta-Jones, que reclamó que por cada aventura Michael Douglas debería pagarle cinco millones. Y Angelina Jolie estipuló que si Brad Pitt le ponía los cuernos sería ella quien se quedaría con la custodia de sus seis hijos.