¿Y si España y Portugal se uniesen?

Sofía Vázquez
Sofía Vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

ACTUALIDAD

María Pedreda

El economista Manuel Blanco Desar acaba de publicar un libro en el que defiende la fuerza potencial de Europa

01 may 2022 . Actualizado a las 12:42 h.

Reflexionemos. La pandemia nos hizo ver que algo hemos descuidado los europeos. No somos capaces de fabricar unas simples mascarillas, pese a que no requieren ningún tipo de tecnología. Somos cada vez menos fuertes (nada que ver con China y Estados Unidos), con menos jóvenes y más viejo. Y, sin embargo, nuestro egocentrismo (el eurocentrismo) no nos deja ver esa realidad y cambiarla. La guerra de Ucrania también ha puesto sobre la mesa la necesidad de que Europa tenga un fuerte ejército frente a una mal contada fuerza militar. Estas reflexiones aparecen en Fraternidad Europea escrito por Manuel Blanco Desar, un economista y jurista defensor de la fuerza potencial de Europa. Es crítico con la actual realidad del viejo continente, y defiende la fraternidad —a la que no se puede equiparar con la solidaridad—, «un escalón superior de convivencia y esfuerzo mutuo entre iguales».

Apuesta Blanco Desar por una federación europea y por una más estrecha unificación de Europa como fórmula para ser más fuertes. ¿Cómo se podría acometer? Con una previa federación de estados que pueden ser especialmente afines o complementarios. Pone el ejemplo de Irlanda y Gran Bretaña, si el Reino Unido volviese al proyecto europeo. O el de España y Portugal, piezas que unidas tendrían «muchas más ventajas que desventajas [...] y obtendrían muy pronto un resultado netamente positivo para la inmensa mayoría de los ciudadanos». Explica: entre ambas sumarían casi 60 millones de habitantes, poco menos que Italia y solo a 10 millones de Francia. «De este modo, —añade— se contribuiría a reequilibrar la UE, puesto que esos 185 millones de europeos del triángulo suroccidental representan por sí solos cerca del 40 % del censo de la UE».

Ambos países se enfrentan a graves problemas por el envejecimiento de sus poblaciones. Portugal, ante esta situación, ya ha optado por la «naturalización de foráneos extra-europeos» (solo en el 2019 nacionalizó a 121.087), «algo insólito en la mayor parte de la UE» porque muchos de esos nuevos portugueses son originarios de ex-colonias lusas.

España y Portugal necesitan «apuntalarse mutuamente» para salvar, por ejemplo el Estado del bienestar. La federación hispano-lusa, defiende este experto, «generará beneficios de escala y de eficiencia, que deben destinarse de forma preferente a compensar las hipotéticas pérdidas transitorias de los colectivos que salgan relegados con el acuerdo federal».

Parte del camino ya está andado: «El mercado interior ibérico es una realidad que solo precisa formalización jurídica. Compartimos unión aduanera, tenemos arancel común, el mismo régimen tributario en la imposición indirecta por lo que atañe al IVA y ya compartimos una misma moneda».

Con esa federación ganan también los ciudadanos. Y, además, ya no sería posible afrentas como la padecida por España en el reparto de áreas de influencia sobre el norte de Marruecos, donde solo fue un tonto peón útil para otros equilibrios continentales de la época. También se podría evitar la sufrida por Portugal cuando la Troika —ese triunvirato formado por la Comisión Europea, el BCE y el FMI— le impuso unas condiciones abusivas para acceder al rescate financiero en el 2011. Los hombres de negro «jamás osarían plantearlas a Estados de mayor dimensión demográfica y económica», reflexiona el experto, quien defiende la necesidad de ganar en dimensión y en vigor para ser respetado.