El derecho al aborto peligra en Estados Unidos: el Supremo quiere que sea cada estado el que decida

M. V.

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Protestas proaborto frente al Supremo, en Washington
Protestas proaborto frente al Supremo, en Washington JONATHAN ERNST | reuters

Un borrador filtrado revela que la Corte se plantea revocar la histórica sentencia de Roe contra Wade, el caso que despenalizó la interrupción voluntaria del embarazo en este país

03 may 2022 . Actualizado a las 20:00 h.

Estados Unidos legalizó el aborto en 1973. Cincuenta años después, su Tribunal Supremo se plantea dar un paso atrás y revocar la histórica sentencia de Roe contra Wade —el caso que consiguió despenalizarlo—, tumbando así el derecho federal que ampara a las mujeres a la hora de interrumpir voluntariamente sus embarazos. Una filtración sin precedentes de un borrador interno al diario Politico desvela que hasta cinco de los nueve magistrados que integran la Corte están a favor de rechazar la decisión tomada en el año 73, lo que supondría poner fin a una garantía de medio siglo de protección constitucional y dejar en manos de cada estado la decisión de permitir o no esta práctica.

Redactado por el juez conservador Samuel Alito y con fecha del mes de febrero, el texto del Supremo sostiene a cuento del caso Dobbs contra Jackson Women's Health Organization que la sentencia que protege el aborto fue un «error garrafal» y que debe ser anulada. Resolver sobre la legalidad de este tema, considera la mayoría conservadora, corresponde «a los legisladores», es decir, al Congreso. La Corte, sin embargo, aún no ha emitido oficialmente decisión alguna.

El aborto es un tema controvertido en Estados Unidos, un país completamente polarizado al respecto. Actualmente, el 59 % de los estadounidenses se muestran a favor de su legalidad y un 39 %, en contra, una proporción que lleva manteniéndose invariable desde hace cinco décadas. La resistencia, enraizada en el conservadurismo más patrio, ha dejado claro con puntuales recrudecimientos de sus posturas —ataques a clínicas abortistas y protestas conflictivas— que amilanarse no está entre sus planes, que aún queda batalla. A esto se suma el hábil manejo de esta cuestión como anzuelo político, pero el tiro puede salir por la culata: en noviembre hay elecciones legislativas y en año y medio, presidenciales. Cerrar un paraguas legal como este pulsaría las teclas precisas para estimular como nunca el voto de la izquierda. Si finalmente queda anulada la resolución de Roe contra Wade, más de la mitad de los estados legislarán para restringir el acceso al aborto; solo las zonas costeras y urbanas, las gobernadas por los demócratas, mantendrían este derecho.

El cerco lleva tiempo estrechándose sobre este derecho. Varios territorios republicanos han logrado con éxito limitar al máximo los plazos con el objetivo de trasladar sus regulaciones al Supremo y que la Corte tome partido.

La filtración

En sus casi 200 años de historia, el Supremo nunca había sufrido una filtración de estas dimensiones, golpe durísimo para el prestigio de la más alta instancia judicial estadounidense. «La Constitución no hace ninguna referencia al aborto y no existe tal derecho implícitamente protegido por ninguna cláusula constitucional», recoge el texto, un documento de 98 páginas que no contempla excepción, ni siquiera la violación, el incesto o el peligro para la madre.

El propio presidente de la Corte, John Roberts, confirmó este martes la autenticidad del borrador, subrayó que sus conclusiones no son definitivas y lamentó su difusión, considerando este movimiento una «afrenta al tribunal y los servidores públicos» que allí trabajan. Joe Biden, sin embargo, ha sido muy claro al respecto: el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo es «fundamental».

La decisión de Roe contra Wade también fue adelantada a la prensa en el año 1973

A finales de los setenta, bajo el seudónimo de Jane Roe, una mujer de Dallas llamada Norma McCorvey batalló en los tribunales contra el fiscal de su distrito, Henry Wade, alegando que la ley del aborto de Texas era inconstitucional. El Estado elevó el tema al Supremo, que con siete votos a favor y dos en contra resolvió que la mujer tenía derecho a elegir. El aborto pasó a considerarse así un tema privado y un derecho constitucional, y desde entonces los estados no pueden prohibirlo antes del límite de viabilidad fetal, estimado entre las 22 y las 24 semanas de embarazo. La sentencia llegó a los quioscos horas antes de hacerse pública: un secretario de la Corte Suprema se la filtró a un reportero de la revista «Time».

Una práctica prohibida en más de 20 países, entre ellos Honduras, Haití, Andorra y Malta

El 41 % de las mujeres en edad fértil viven en países con leyes de aborto restrictivas y hasta el 5 % —90 millones—, en lugares en los que está totalmente prohibido interrumpir el embarazo. Son 24 los países que bajo ninguna circunstancia contemplan esta práctica, entre ellos, Filipinas, Egipto, Honduras, El Salvador, Haití y República Dominicana, pero también hay europeos en la lista: Andorra, Malta y San Marino —a punto de abandonarla—. En otros 30, las mujeres solo pueden abortar si su vida corre peligro; algunos de ellos —Siria o Yemen—, además, exigen el permiso del marido o, en el caso de que la embarazada sea menor de edad, el de los padres.

El acceso al aborto es muy desigual en el globo: hay 56 gobiernos —entre ellos, el de Polonia o el de Marruecos— que solo permiten frenar la gestación si se demuestra que seguir adelante con ella pone en riesgo la salud de la madre, otros valoran el desarrollo del feto, pero no son pocos los que además contemplan circunstancias económicas y sociales. Japón, Finlandia y el Reino Unido, por ejemplo

Hasta en 72 países está permitido abortar libremente —en España, desde 1985—, pero en ellos solo viven el 36 % de las mujeres en edad reproductiva, y libre no significa sin límites. Argentina, Uruguay, Colombia y Cuba son los únicos de toda América Latina.

De confirmarse el fallo del Supremo, Estados Unidos se sumará al club de los únicos tres países que han restringido el derecho al aborto desde 1994: Polonia, Nicaragua y El Salvador.

Arriba, Neil M. Gorsuch y Amy Coney. Abajo, de izquierda a derecha, Samuel Alito, Clarence Thomas y Brett Kavanaugh.
Arriba, Neil M. Gorsuch y Amy Coney. Abajo, de izquierda a derecha, Samuel Alito, Clarence Thomas y Brett Kavanaugh.

Quién es quién: Cinco de los nueve magistrados, a favor de ilegalizarlo

Samuel Alito. Propuesto para el Supremo por George W. Bush, es un juez de extrema derecha, afín a Scalia, católico y antiabortista.

Clarence Thomas. Nombrado por George H. W. Busch, es el segundo afroamericano que pasa por la Corte y su miembro más antiguo.

Neil M. Gorsuch. Designado por Donald Trump. Su nombramiento, en el 2017, restauró la mayoría conservadora en el Supremo.

Brett Kavanaugh. También propuesto por Donald Trump, es un hombre católico y familiar, casado con la exsecretaria de Gerorge W. Busch.

Amy Coney. Ultraconservadora nombrada por Trump, es devota de la fe cristiana, antiabortista y férrea defensora de las armas.