Carlos Carrasco, adiestrador: «Llevar al perro en un carrito con ropita supone una humillación para el pobre animal, que no puede quejarse»

Marta Otero Torres
marta otero LA VOZ

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Ruben del Valle Producciones

«Me han acribillado por decir que un perro no es un niño con pelo que ladra», asegura el mediático experto

30 may 2022 . Actualizado a las 21:43 h.

En España ya hay más perros que niños, es un hecho objetivo. Raro es el hogar donde no vive uno, o varios, como un miembro más de la familia. Años de evolución nos han llevado a un punto en el que, por fin, el maltrato y el abandono se persiguen con la ley en la mano; pero al mismo tiempo cada vez es menos raro verlos por la calle paseando en el regazo de su dueño, o en un cochecito. Carlos Carrasco, creador de la empresa DOS adiestramiento, ha recibido muchas críticas en redes sociales por recordar que «un perro no es un niño con pelo que ladra».

—¿Se nos está yendo de las manos el tema de cómo tratar a los perros?

—Los perros son miembros de la familia y hay que quererlos como tal. Pero una cosa es querer a tu perro como a un miembro de la familia y otra muy diferente es tratar a tu perro como un niño con pelo que ladra. En una entrevista reciente por decir esto me han acribillado, me han caído palos en redes sociales hasta en el carné de identidad. Pero no me retracto de mis palabras ni un milímetro. El perro es un miembro más de la familia, hay que quererle y dedicarle lo mejor, pero no es un hijo. Puedes quererle mucho pero no debemos perder la cabeza.

—¿Tratarlos como hijos no les hace felices?

—Para tener un perro feliz y equilibrado lo primero es entender que es un animal, y no una persona, que tiene pautas de comportamiento que son diferentes a las nuestras, y que no se comunica igual que nosotros. Los perros pueden entender el significado de palabras a través de la repetición, pero no entienden el lenguaje de los humanos. Si tienes un perro en tu casa al que tratas como a un bebé, sin conocer sus pautas naturales de comportamiento ni sus instintos, y sin atender a sus necesidades como perro, el animal no va a tener una vida plena.

—¿Cómo hay que hacerlo, entonces?

—Lo primero es cubrir sus necesidades: todo lo que tiene que ver con la salud (alimentación, desparasitación, visitas al veterinario...). Después va la actividad física y mental: tienes que proporcionarle ejercicio. Un perro no ha nacido para vivir encerrado en una casa. Son animales y hay que entenderlos como animales, aunque hay gente que piense que esto es peyorativo. A lo mejor para mí es muy satisfactorio estar sentado en el sofá con el perro tumbado a mi lado acariciándole la tripa, pero quizás lo que necesita es que te levantes una hora antes, te vayas al monte con él, se pegue sus buenas carreras y tenga su buena ración de ejercicio. La gente a veces da mucho amor al perro pero no está atendiendo sus necesidades como animal.

—Y también hay que educarlo.

—Claro, necesitan límites y normas. Cuando dices esto la gente se lleva las manos a la cabeza, pero es curioso, porque por otro lado te dicen que son como sus hijos ¿Entonces a un hijo no se le educa ni se le ponen normas?

—Pero no es malo darles cariño.

—En absoluto, es una de sus necesidades esenciales, pero el cariño tiene que ser la forma con la que pagamos los buenos comportamientos y reforzamos sus buenas conductas. La gente proporciona toneladas de cariño gratuito al perro y eso deriva en problemas de hiperapego, ansiedad por separación... que en última instancia hacen sufrir al animal. No se trata de querer mucho al perro, sino de quererlo bien.

—¿Y ponerle ropa y llevarlo en un carrito de bebé?

—Llevar al perro en un carrito con ropita supone una humillación para el pobre animal, que no puede quejarse, porque no puede hablar, pero lo estamos desnaturalizando. Habrá gente, seguro, que diga que entonces ponerle su camita al lado del radiador también es desnaturalizarlo. Y es verdad, porque en la naturaleza del perro no está eso. Pero una cosa es proporcionarle un refugio seguro y calentito y otra es que lo vistamos y lo paseemos en carrito.

—Mucha gente dice ya que son mejores que las personas.

—Hombre, yo creo que son distintos, pero no mejores. Y conozco perros que son mejores que alguna persona; pero también personas que son mejores que muchos perros. Yo lo he llegado a pasar mucho peor cuando se me ha muerto un perro que cuando se me ha muerto algún familiar. Pero decir que son mejores que las personas es una prueba más del mundo en el que vivimos: nos estamos yendo a ese extremo. A mí por decir que no tenemos que perder el norte me han dado por todos lados. Y yo me expreso libremente, pero estoy seguro que hay muchísima gente que no se atreve a decir lo que piensa por no ser linchado públicamente y siguen la corriente mayoritaria, este buenismo.

—¿Pero por qué es tan malo humanizarlos?

—Si nos empeñamos en tratar al perro como algo que no es no le estamos respetando. Luego la gente dice: «¡hombre, es que es mucho peor la gente que maltrata al perro!». Obvio, por supuesto que nadie está diciendo que haya que maltratarlo; otra cosa es que veas al perro como tu bebé, creo que estamos perdiendo un poco la cabeza.

—Usted trabaja en el adiestramiento. ¿Por qué es tan importante la educación?

—Educar al perro es ayudarlo a adaptarse a la vida en sociedad, porque no olvidemos que el perro es un animal que es introducido en un mundo que no le es propio, una sociedad humana con unas normas que muchas veces no coinciden con las suyas.

—¿Y los perros peligrosos? ¿Si están bien educados no suponen un problema?

—Cualquier perro bien educado no tendría por qué suponer un peligro. El problema es que siempre se pone la culpabilidad en el perro, y es necesario educar al perro pero también al propietario, para que sepa lo que tiene entre manos. Hay mucha gente que no controla las situaciones. La mayoría de las veces el problema no es el perro sino el dueño.

—¿Las ciudades, están preparadas para tantos perros?

—En absoluto, faltan zonas habilitadas, no hay ni papeleras para las bolsitas de caca. Pero lo que hay en realidad es un gravísimo problema de falta de civismo y de educación. Las calles son un campo de minas, la gente no recoge las cacas, permite que los perros hagan pis en los coches, en las esquinas, en las puertas de los comercios... No es que las ciudades no estén preparadas para tantos perros, es que no estamos preparados los humanos. No tenemos el civismo y la educación necesaria para tener perros.

—La nueva ley de protección animal habla de hacer un cursillo para tener perro. ¿Está de acuerdo?

—Bueno, hay que bajar todo eso a tierra, porque yo le veo muchos puntos de duda. Te dicen que la persona que quiera tener perro tiene que tener una formación previa. Vale, pero ¿quién la va a impartir, y en base a qué criterios y con qué enfoque? Los perros tienen que pasar unas pruebas de socialización y buen comportamiento. Pero ¿quién las va a hacer pasar con qué parámetros? En cualquier caso, tener perros está muy bien, pero si la persona que incorpora el perro a la familia no cuenta con la formación adecuada al final se pueden cometer grandes errores que repercuten en el pobre animal que no tiene culpa de nada.