Hallan una vía para tratar un tipo de piel de mariposa con un antibiótico común

Gabriela Consuegra
Gabriela Consuegra REDACCIÓN / LA VOZ

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Un equipo español administró la terapia a la primera paciente del mundo

30 may 2022 . Actualizado a las 20:07 h.

Tratar una enfermedad rara con un medicamento común. Dar una respuesta efectiva y accesible a una patología que afecta a una proporción tan pequeña de la población que apenas cuenta con recursos para investigación. Esa es la puerta que ha abierto un grupo científico español que ha logrado mejorar el estado de una paciente con epidermólisis ampollosa —conocida como piel de mariposa— administrándole gentamicina: un antibiótico tan común que casi cualquier persona lo ha usada en algún momento de su vida.

En España unas 500 personas han sido diagnosticadas con esta enfermedad genética que no tiene cura y empeora con el tiempo. Quien la padece solo tiene una opción: convivir con sus heridas, esas que se producen en su piel tras el mínimo roce. Dentro de esta patología, que es rara de por sí, hay tipos menos frecuentes como la epidermólisis ampollosa simple con distrofia muscular. Esta, además de debilitar la piel y las mucosas —generando graves y dolorosas lesiones—, también afecta el desarrollo de los músculos, por lo que es más incapacitante.

Pero, además, al haber menos casos hay todavía menos investigación, menos ensayos clínicos disponibles, menos opciones. Todas las esperanzas han estado puestas en las aproximaciones genéticas, que «están muy bien, pero son muy costosas», explica Marcela del Río, catedrática de Dermatología en la universidad Carlos III, jefa de grupo del Ciberer y que también es una de las autoras de la investigación publicada en la prestigiosa revista JAMA Dermatology. Y precisamente el hallazgo de este equipo podría cambiarlo todo.

«La gentamicina se usa para combatir infecciones, pero tiene una característica especial: puede actuar sobre un tipo de mutación en los genes», explica Del Río. Y en esta mutación se esconde el origen de esta forma de piel de mariposa, ya que inhibe una proteína —la plectina— que o bien no se produce o no es funcional. Entonces, evitar este déficit regenerando la proteína en cuestión, podría revertir el problema o incluso solucionarlo del todo.

Resultados esperanzadores

La gentamicina es un antibiótico que se usa regularmente, por eso «hay mucha experiencia en cuanto a su uso y su toxicidad, pero además es muy accesible». Y esa es la gran diferencia. «Nosotros trabajamos con terapia génica, que está muy bien. Hay muchas esperanzas puestas en ella, pero es muy cara. Esto es todo lo contrario», asegura la catedrática.

Los resultados obtenidos tras administrar la terapia con gentamicina a la paciente —la primera en el mundo—, fueron prometedores. Por una parte, mejoró el nivel de plectina en la piel: «Vimos un buen incremento, lo que indica que el fármaco estaba haciendo efecto». Eso no se tradujo tanto en una mejoría de las lesiones cutáneas, porque tenía pocas, pero sí en las lesiones de la mucosa, donde sí se notó un gran cambio.

También se registró un efecto en los músculos, aunque discreto. «La paciente tiene bastantes años, por lo que ha desarrollado una degeneración muscular importante y lo realista era esperar un efecto leve», aclara la investigadora. Eso sí: recalca que hubo una «mejoría en el dolor y un poco en el movimiento».

Pacientes recién diagnosticados

La hipótesis del grupo es que «si se aplica en pacientes más jóvenes o recién diagnosticados, podría ser un tratamiento prometedor para impedir el desarrollo de la distrofia». Pero insiste y recalca: «Esto hay que confirmarlo, hay que garantizar que los resultados obtenidos en esta paciente son reproducibles en otros».

Explica que la terapia podría funcionar también para otros tipos de piel de mariposa y que, de hecho, ya hay estudios clínicos en marcha. «Venimos soñando con esto: tratar enfermedades genéticas con un fármaco sería glorioso», asegura.

Medicina personalizada

Aunque el mensaje es optimista, la experta aclara que «esto tampoco es la panacea». Del Río indica que los resultados dependen del tipo de mutación y de proteína: «Los genes son distintos aunque sea el mismo tipo de mutación, influye incluso el lugar en el que se encuentra, que puede ser más o menos sensible». De manera que, para aplicarlo será necesaria la «medicina personalizada».

Por otra parte, no todos los pacientes tienen este tipo de mutación, entonces «dentro de una enfermedad rara, solo se puede abordar a algunos con gentamicina, por lo que hay que continuar trabajando en otras estrategias».

Así, aunque no es el fármaco definitivo y queda camino por andar, «de tener resultados positivos en los ensayos con más pacientes, será bastante más rápido trasladarlo a la práctica médica con relación a la terapia génica», asegura la catedrática.