¿Abolir o regularizar la prostitución?

María Viñas Sanmartín
MARÍA VIÑAS REDACCIÓN / LA VOZ

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QUETZALLI NICTE-HA | reuters

Uno de cada tres españoles admite haber pagado por sexo alguna vez

10 jun 2022 . Actualizado a las 10:30 h.

A día de hoy, ni ofrecer dinero a cambio de sexo ni tampoco recibirlo es ilegal en España. Tampoco legal, únicamente está penado por ley —y por tanto prohibido— sacar provecho de la «explotación» de otra persona, un castigo que el PSOE quiere ampliar a cualquiera que saque beneficio de la práctica sexual: al proxeneta, al dueño del local (aunque lo tenga alquilado o cedido) y al cliente —si no hay demanda, no hay oferta—; pero no a la mujer, a la que considera víctima. Con este abordaje, los socialistas pretenden abolir la prostitución, que las mujeres «sean las únicas dueñas de su propia vida». Enfrente, los que defienden que su prohibición y persecución no implicará su desaparición. Todo lo contrario, alegan los partidarios de la regularización: ilegalizarla solo la empuja a la clandestinidad.

«En democracia, las mujeres ni se compran ni se venden», advirtió el martes en el Congreso la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra. Minutos después, los grupos votaban una propuesta que, además del respaldo socialista, consiguió el visto bueno del PP y el de parte de Podemos (232 votos a favor); los comunes de Ada Colau votaron en contra, como ERC y la CUP (32 noes). Con la abstención de Vox, pero también del PNV y Bildu (69), la Cámara Baja aprobó esta semana iniciar el trámite para reformar el Código Penal y prohibir el proxenetismo en todas sus formas. Ahora cada partido deberá presentar sus enmiendas y, a continuación, el pleno votará el nuevo texto que, de salir adelante, todavía tendrá que pasar por el Senado.

No hay datos oficiales sobre la prostitución en España, solo conclusiones parciales y desactualizadas. En su Plan integral de lucha contra la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual 2015-2018, el Ministerio de Sanidad estimó que aproximadamente 45.000 mujeres ejercían entonces la prostitución en nuestro país. Según datos de la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (Apramp), el 54,4 % son menores de edad, muchas de ellas niñas de 14 y 15 años. España es además el país europeo que más prostitución consume En el CIS del 2008 —el último que preguntó sobre el tema—, uno de cada tres hombres (el 32,1 %) reconoció haber pagado por sexo al menos una vez en su vida. El 10,2 % precisó que solo lo había hecho en una ocasión y un 21,9 % reconoció que habían sido más veces.

A nuestro alrededor hay básicamente dos maneras de abordar el tema: el modelo abolicionista por el que apuesta el PSOE, implantado en Suecia, Islandia, Irlanda del Norte, Noruega y Francia, con sus respectivos matices; y el de la legalización, en Holanda, Bélgica, Alemania, Austria, Grecia, Suiza y Dinamarca.

A favor de regular | Belén Sindicato Otras (Organización de Trabajadoras Sexuales): «Si algo se criminaliza, se vuelve clandestino; no va a desaparecer»

«Somos muchas las que nos dedicamos a la prostitución porque nos da la gana», dice Belén, secretaria de organización de Otras, primer sindicato español —también europeo— de trabajadoras sexuales. «Queremos poder tener la posibilidad de trabajar para terceros», continúa, y lamenta que nadie les haya preguntado. «Nunca ha habido un diálogo, nunca se nos ha consultado qué necesitamos ni qué queremos». Advierte de que la prostitución no va a desaparecer, de que si se castiga al cliente y se persigue al «empresario» la situación solo empeorará. «Ahí sí estamos condenados al proxenetismo; si algo se criminaliza, se vuelve clandestino», entiende.

Es ese escenario el que realmente le preocupa: «Actualmente los clubes tienen que rendir cuentas a Hacienda, porque tienen a gente contratada: camareros, porteros, limpiadoras... Hay un seguimiento de lo que ahí pasa. Pero en el momento en el que tengan que estar absolutamente cerrados a cal y canto, sin ningún control de lo que se hace dentro... A mí eso me da mucho miedo». Avisa, además, de la «cantidad de gente» que «se va a quedar en la calle», sin un techo bajo el que vivir. «La mayoría de estas mujeres viven en el espacio en el que trabajan», señala, y avanza que cundirá el miedo entre los propietarios a la hora de alquilarles pisos por miedo a que ejerzan en ellos.

El sindicato, que considera una «barbaridad» la propuesta socialista —«Vamos a pasar de un Estado garantista a uno punitivista, que legisla con el Código Penal en la mano»—, defiende un modelo de despenalización que ponga los derechos del trabajador en el centro, como el de Nueva Zelanda. «No el holandés, no el alemán y tampoco el sueco, que están planteados desde lógicas capitalistas, desde el punto de vista del empresario, sino el que pone los derechos, tanto laborales como sociales y humanos, en el centro —argumenta—. Sin nosotras no hay negocio, es evidente». ¿Cómo lo haría ella? «Legislemos para que no haya explotación laboral, al igual que se hace en todos los sectores, y veamos qué pasa con la ley de extranjería, que es un coladero para deportar a gente sin parar y para no dotar de derechos a los que están aquí».

Apenas hay cifras y las que hay se simplifican para dibujar un panorama que, quizá, no sea así, señala. Se alude, por ejemplo, a informes oficiales que recogen cuántas de las prostitutas son inmigrantes y se deduce que todas ellas están en trata, «y esto no es verdad». «¿Por ser migrante ya estás en trata? Hay muchas compañeras que están sin papeles y que cuando las pillan en alguna redada se las presiona para que se declaren víctimas de trata para subir los ratios, y ellas lo hacen, aunque no lo sean, porque si eres víctima de trata te dan los papeles», cuenta. «Es un tema de derechos humanos —continúa—, de que si tienes un niño no te lo quiten los servicios sociales solo por ser prostituta. No sé en qué momento se decidió que ser puta es ser mala madre. Hay que dejar la moralidad a un lado, los prejuicios, no hay que ser hipócrita y hay que tener voluntad de entender lo que pasa, de ver la realidad como es y no como les gustaría que fuese. Por lo visto, el gran lema feminista de ‘Mi cuerpo, mi decisión' ha pasado a ser ‘Mi cuerpo, tu decisión'».

¿Con la regularización se corre el riesgo de convertir al proxeneta en empresario? «El proxenetismo está absolutamente tipificado en el Código Penal desde hace muchísimos años —responde Belén con indignación—. Es que tú puedes ser intermediario y no ser proxeneta, de hecho hay mucha gente que lo es. Hay muchísimas cosas que hay que mejorar, pero equiparar estos dos términos es perverso. Centrémonos. Claro que existe el proxenetismo, es horrible y hay que perseguirlo, por supuesto. Pero, ¿por qué seas empresario ya eres proxeneta? No. Puedes ser un caradura, claro que sí, pero para eso también está el sindicato, para mejorar las condiciones laborales de nuestras compañeras en sus espacios de trabajo, para conseguir que se hagan contratos… Y en eso es en lo que estamos trabajando desde hace años». 

A favor de abolir | Silvia Pérez Freire, socióloga experta en prostitución y activista: «Hai que aplicar medidas para desalentar a demanda»

Los que respaldan la vía abolicionista argumentan que la prostitución no es una actividad cualquiera, que lo de elegir libremente el trabajo sexual como ocupación de vida es un mito, que las mujeres que venden su cuerpo lo hacen por necesidad, consecuencia de circunstancias sociales y económicas. Su objetivo es acabar con la demanda para terminar con la oferta, pero también con las circunstancias que favorecen su existencia. «A proposta de lei [socialista] require de concrecións en varios asuntos que esperemos se acaden no trámite parlamentario e, sobre todo, necesita de dotación orzamentaria que garantice o seu cumprimento ou estaremos como en outras leis que afectan ás mulleres: o papel o aguanta todo, pero non vai a ter recorrido», anota Silvia Pérez, socióloga experta en prostitución y activista feminista. «Europa leva dicindo dende o 2011 que un elemento clave é aplicar medidas para desalentar a demanda —continúa—. Nós levamos décadas de retraso. Neste tempo España converteuse no país onde se atopa máis desenvolvida a industria da prostitución. Nisto hai que intervir xa. Penalizar o lucro directo da prostitución allea e o seu consumo é un mecanismo para conseguir cambios necesarios para facer unha pedagoxía social que merme este fenómeno en auxe». Añade, además, que no hay que olvidarse de las mujeres en situación de prostitución: «Hai que otorgarlles dereitos sociais en materia de estranxeiría e o mesmo amparo institucional que a unha vítima de violencia de xénero».

La radiografía gallega también es opaca. Desde la red contra la trata, integrada por 14 entidades, cifran en más de 8.000 las prostitutas de la comunidad. Solo son la punta del iceberg. «A muchas no se llega y hay una rotación grande», explica su portavoz, Carlos Villar. La pandemia, lejos de erradicar esto, lo reactivó: «Han vuelto a alquilarse habitaciones a prostitutas y el propietario se queda con una parte de las ganancias, esto estaba superado ya».