«El envejecimiento se ve como negativo y no como el éxito que es»

Juan Ventura Lado Alvela
J. v. lado REDACCIÓN / LA VOZ

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Vânia de la Fuente-Núñez, directora de la Campaña Mundial contra el Edadismo de la OMS
Vânia de la Fuente-Núñez, directora de la Campaña Mundial contra el Edadismo de la OMS

La directora la campaña de la OMS contra el edadismo expone el daño del fenómeno

09 jul 2022 . Actualizado a las 18:35 h.

La coruñesa Vânia de la Fuente-Núñez, que fue becaria de posgrado de la Fundación ‘la Caixa’ en el máster de Filosofía, Política y Economía de la Salud de la University College London, dirige la campaña mundial contra el edadismo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y es la coautora principal del primer informe mundial realizado por la ONU sobre este fenómeno.

—¿En qué momento de la historia empezamos a discriminar a las personas por su edad?

—Es una muy buena pregunta para la que no tenemos una buena respuesta. Carecemos de datos históricos sobre la prevalencia del edadismo en diferentes sociedades. Lo que sí tenemos es evidencia del uso del lenguaje y como ha evolucionado con el tiempo. Por ejemplo, en el inglés se miró una base de datos a lo largo del tiempo y lo que sí que se vio es que se fue incrementando el uso de palabras negativas sobre las personas mayores hasta llegar al día de hoy. Es una indicación indirecta de como el edadismo se ha ido incrementando a lo largo del tiempo.

—¿Tiene carácter global?

—Muchas personas piensan que el edadismo solo tiene lugar en Europa, en Estados Unidos o en países de rentas más altas. Lo que sabemos es que sí es un fenómeno global. Los datos que tenemos es que a nivel mundial una de cada dos personas es edadista hacia las personas mayores. Y en Europa sabemos que los jóvenes son los que más edadismo reportan. Esos datos también demuestran que es más prevalente en países de ingresos bajos y medianos-bajos. Muchas veces se piensa que en determinados países hay una comunidad intergeneracional muy unida. No es lo que vemos, ni en los datos ni en nuestras experiencias. Yo hago formación también a nivel de país y muchas veces es verdad que empiezas a hablar del tema en algunos contextos y la primera reacción es: esto no es un problema de este país porque la cultura gira en torno al respeto a las personas mayores, etcétera. Pero luego empiezas a hacer preguntas sobre determinadas prácticas, determinados estereotipos y la gente empieza a decir: «¡Ah!, esto sí que pasa, esto sí que lo vemos aquí». Entonces, a lo mejor muchas veces es cuestión de que la palabra no existe en la lengua de ese país y otras veces puede ser el reflejo de que se ha interiorizado la idea de que determinadas acciones son la norma en la vejez y entonces ni siquiera se cuestiona que son edadistas. Si yo asumo que que me traten mal es lo normal en la vejez ni siquiera reacciono.

—¿Qué impacto tiene en la salud de las personas mayores?

—Vemos un impacto muy, muy nefasto en nuestra salud cuando somos mayores. Vemos que está asociado con una muerte más temprana. Un estudio que se realizó en China encontró que las personas mayores con actitudes negativas hacia el envejecimiento tenían casi un 20 % más de posibilidades de morir en un período de seis años —que fue el plazo de seguimiento del estudio— que aquellas con percepciones más positivas. El edadismo también está relacionado con una peor salud mental y física: presencia de enfermedades crónicas, aparición de depresión o la adopción de actitudes de riesgo como no llevar una dieta saludable, alcohol en exceso, fumar... incluso no tomar la medicación que nos prescribe el médico. Y si miramos nuestro bienestar también vemos que aumenta el aislamiento social y la soledad y que se reduce nuestra calidad de vida.

—¿En qué medida el covid ha contribuido a acentuarlo?

—La pandemia del covid ha hecho muy visible el edadismo que existe en nuestra sociedad, y lamentablemente hay mucho. La edad se ha utilizado en muchos casos como único criterio para el acceso a servicios básicos como la atención médica, terapias que salvan vidas, acceso a unidades de cuidados intensivos... y también para las medidas de aislamiento físico. Y yo me pregunto por qué se considera aceptable limitar el acceso a recursos a partir de una determinada edad. ¿Qué hace que una persona cuando llega a una determinada edad cronológica se merezca menos? En el contexto del covid sabiendo que había un mayor riesgo de enfermedad grave y de muerte en personas mayores, pues todavía peor. Las personas mayores durante todo este tiempo han sido estereotipadas como homogéneamente frágiles, vulnerables, y las personas jóvenes como egoístas e invencibles, lo que no reconoce para nada la diversidad que vemos. Es falso ese estereotipo y contribuye a perpetuar el edadismo que hay en la sociedad. Yo creo que hemos ido hacia atrás y no solo es una cuestión de discurso. Sabemos que una representación estereotipada en los medios de comunicación es nociva.

—¿Cómo influye el modelo español de jubilación?

—Es como lo sociedad ve a las personas mayores. ¿Qué hace que al cumplir una determinada edad no puedas desempeñar tu trabajo? Es como si el día que cumples los 66 años te levantas y hay algo misterioso que hace que no puedas seguir desarrollando tu trabajo, que es lo que nos indica la jubilación obligatoria. Yo creo que aquí es una cuestión de elección, del modelo hacia el que deberíamos ir. Puede pasar por tener un tiempo de trabajo más flexible. A lo mejor una jubilación paulatina, no tener un horario fijo.... porque lo que pasa muchas veces a medida que nos haces mayor es que tenemos, por ejemplo, que cuidar de nuestras parejas. Si no tenemos esta flexibilidad la persona se retira antes. El sector laboral no está adaptado para estas necesidades que vamos teniendo cuando nos hacemos mayores. El tipo de jubilación que deberíamos tener tendría que estar más basado en la elección de la persona mayor. Si puede seguir desempeñando su trabajo no veo por que se le puede obligar a que se jubile.

—¿No supone también un despilfarro de capital humano?

—En general hay un discurso en el que el envejecimiento de la población se presenta como algo negativo y no como el éxito que es. Hay una obsesión, por ejemplo, con los impactos económicos del envejecimiento y esta obsesión hace que no nos demos cuenta de las contribuciones que hacen las personas mayores. Esto nos impide aprovechar el potencial social y económico de la población mayor. Además está basado en estereotipos e ideas falsas que ven a las personas mayores como una carga. En el 2014, por ejemplo, los trabajadores de 50 años o más ganaban uno de cada tres dólares en las economías del G20. Otro estudio reciente indicaba que el impacto económico de los mayores de 50 significaba casi un tercio del producto interior bruto de España. Por un lado vemos un discurso que va dejando de lado a las personas mayores, las va segregando, y por otro están los datos de su contribución económica. Por eso es necesario acabar con ese discurso negativo para poder abrir espacios de convivencia.

—¿Qué acciones se están llevando a cabo a este respecto?

—El año pasado lanzamos el primer Informe Mundial sobre el Edadismo y no solo presentamos la mejor evidencia sobre la naturaleza del problema, la escala... también hablamos sobre qué funciona. De hecho es la primera vez que sabemos qué podemos hacer para abordar el edadismo basándonos en estudios existentes. Sabemos que hay tres estrategias para abordarlo. Las medidas políticas y legislativas pueden abordar fundamentalmente la discriminación y la desigualdad por razones de edad y proteger nuestros derechos humanos. Las actividades educativas nos ayudan a mejorar la empatía y eliminar los conceptos erróneos que podamos tener sobre diferentes grupos de edad. Las intervenciones intergeneracionales juntan a personas de diferentes grupos de edades y nos ayudan a reducir los prejuicios intergrupales. Tiene sentido. Si nosotros tenemos la posibilidad de interactuar con personas de otra edad es probable que acabemos cuestionando cualquier estereotipo que podamos tener. Estas acciones también son prometedores para reducir el edadismo contra los más jóvenes. En Oporto, por ejemplo, hicieron un programa muy interesante —también en otros países— para vivir juntos jóvenes universitarios, que necesitaban acceder a un piso asequible, y personas mayores, que no querían vivir solas. Además, lo que hemos visto es que las estrategias que funcionan no son muy costosas y casi todos podemos hacer algo a título individual.