Carlos López-Otín: «Actualmente es más probable curarse de un cáncer que no hacerlo»

María Cobas Vázquez
maría cobas OURENSE / LA VOZ

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Carlos López-Otín, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo.
Carlos López-Otín, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo. Miguel Villar

El catedrático dio una charla sobre la enfermedad invitado por la AECC

18 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El Tour del Cáncer organizado por la AECC para visibilizar la enfermedad ante la sociedad y divulgar su actividad paró en Ourense. Carlos López-Otín, catedrático de bioquímica y biología molecular en la Universidad de Oviedo, ofreció una charla titulada ¿Qué es el cáncer? y después entabló un diálogo con Ramón Reyes, presidente de la Asociación Española Contra el Cáncer. El acto incluyó también la firma de ejemplares del libro Egoístas, inmortales y viajeras. Todo lo recaudado por la venta de la obra de López-Otín se destina a apoyar los servicios que la AECC ofrece a los pacientes y a sus familiares.

—Con la gira ya a la mitad, ¿qué se está encontrando? ¿Cuáles son las dudas que le plantean desde el público?

—Hemos encontrado una atención excepcional. Es conmovedor comprobar cómo en cada una de las etapas se llenan las salas de personas con un afán común, conocer las claves de una enfermedad de la que siempre se ha hablado en voz baja. Tras las conferencias y el debate con el público y con el presidente de la AECC, comienza un tiempo para la firma de los libros que se extiende varias horas. En Lugo, donde todo fue maravilloso, al final, tuvimos que dejar la sede de la charla pues ya se había sobrepasado con creces la hora del cierre de la sala. En Pontevedra ocurrió algo parecido. Ese tiempo de las firmas, más que hacer preguntas concretas, la gente quiere hablar, expresarse, compartir las experiencias derivadas de convivir con su enfermedad o con la de sus familiares más cercanos. Para mí es tiempo de escuchar con atención y profunda emoción.

—¿Qué retorno está teniendo de los lectores del libro?

—Muchas personas me escriben con palabras amables y agradecidas. Un comentario frecuente es que el libro Egoístas, inmortales y viajeras les ha ayudado a entender cuestiones que pensaban que serían incomprensibles para alguien que no tenga una formación científica. Otros dicen que más que un libro sobre el cáncer, es un elogio de la vida y del asombro por nuestra supervivencia cotidiana. El libro además ha servido para generar una renovada curiosidad por los otros dos, La vida en cuatro letras y El sueño del tiempo, que componen con el de Egoístas, la trilogía de la vida.

—¿Habrá una segunda parte o un nuevo libro derivado de las cuestiones planteadas por los lectores? Me refiero en el sentido de incidir en algunos aspectos que no tocó en este o que ahora le plantean en las sesiones de la AECC, si en esas preguntas ha encontrado temas para otro libro.

—Es curiosa tu pregunta, porque muy pronto verá la luz un pequeño libro, Palabras para Samuel, que ha surgido directamente de una intensa y profunda experiencia personal compartida con un paciente oncológico y con su familia.

—Cada vez la tasa de supervivencia a un cáncer es mayor, pero aun así la palabra cáncer impresiona. ¿Dejará de ser una enfermedad mortal?

—Es cierto, la palabra impresiona, los números del cáncer son abrumadores, al final de este año se habrán diagnosticado alrededor de 300.000 nuevos casos de tumores malignos en España. Pero hay otros números más importantes que estos, a los que suelo llamar los números de la esperanza: hoy, hay máXs pacientes que se curan de un tumor maligno que los que no logran superar la enfermedad. Por eso, en global, es más probable curarse de un cáncer que no hacerlo, así que en buena medida el cáncer ha dejado ya de ser una enfermedad mortal. Además, esos números de la esperanza siguen aumentando como una marea creciente, porque hay tumores que todavía son técnicamente incurables, pero se pueden cronificar lo cual nos permite convivir con ellos durante años. Por supuesto, todos sabemos que hay algunos tipos de tumores en los que las tasas de curación son muy bajas. Es en ellos en los que hay que centrar el esfuerzo principal.

—¿Qué haría falta para conseguirlo?

—Multiplicar el estudio y la investigación, favorecer estrategias de traslación eficiente e igualitaria de los avances científicos a los pacientes, en definitiva, conocer para curar, que es el lema de esta gira de conferencias que estoy impartiendo por toda España en favor de la AECC.

—¿Se puede hacer algo para esquivar el cáncer?

—Nada mejor que mejorar en las estrategias de prevención de la enfermedad y en paralelo, avanzar en la educación sobre la corresponsabilidad en el cuidado de la salud. Estoy absolutamente convencido de que nada salvará más vidas que la prevención o la educación en salud. Ni los tratamientos más sofisticados que se puedan aplicar en los hospitales con más recursos, ni los avances científicos más sorprendentes que podamos desarrollar en los laboratorios de todo el mundo, podrán llegar tan lejos como la posibilidad de anticiparse al desarrollo de los tumores. Las medidas preventivas son muy claras: nutrición adecuada y natural, evitar agentes tóxicos de todo tipo, hacer ejercicio moderado, pedir consejo genético ante la sospecha de un cáncer familiar, alejarnos de situaciones de estrés biológico y emocional… Pero nos empeñamos en no prestarles demasiada atención, así que además del mantra conocer para curar, no deberíamos olvidarnos de otro esencial que ocupa con frecuencia mi mente: prevenir para vivir.

—¿Cuáles son los retos en investigación?

—Muchos. Por resumirlos de alguna manera, diría que en el ámbito más básico hay que seguir progresando en el desciframiento de los genomas del cáncer para conocer las mutaciones concretas que causan cada tumor de cada paciente. Esta aproximación ha permitido el desarrollo de la llamada oncología personalizada y de precisión, pero todavía necesita solventar cuestiones relacionadas con su implementación de manera amplia y equitativa. Hay que extender con urgencia el empleo de la inmunoterapia, una extraordinaria oportunidad, pero por ahora solo eficaz en ciertos tipos de tumores. Hay que investigar mucho más sobre los mecanismos que provocan la resistencia a la quimioterapia o el desarrollo de metástasis. Tenemos que introducir nuevas metodologías de imagen, aproximaciones nanotecnológicas, modelos de investigación como los basados en los llamados organoides, y nuevos formatos de ensayos clínicos que ayuden a limitar la toxicidad y mejorar la especificidad de muchos de los tratamientos actuales. En suma, el cáncer es una enfermedad muy antigua y muy compleja, que forma parte de nuestro legado evolutivo y que necesitará muchas mentes y muchas manos para avanzar en su conocimiento.