¿Su vecino podría tener covid? En China le pagarían por delatarlo

Jesús Centeno PEKÍN / EFE

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ALY SONG | reuters

La recompensa asciende a casi 1.500 euros. También la reciben quienes se chiven de personas que entran sin informar en determinadas zonas del país

17 jun 2022 . Actualizado a las 13:41 h.

Delatar al vecino del que sospecha que ha contraído covid-19 y llevarse 10.000 yuanes (1.418 euros, 1.492 dólares) como recompensa. Es una de las prácticas que se incentivan en China para cortar la cadena de contagios.

Las acusaciones, en su máximo apogeo durante los años de excesos de la Revolución Cultural (1966-1976), se potencian y se producen sobre todo en zonas de la China rural, como el condado de Jingxiu, en la provincia septentrional de Hebei, vecina de Pekín. Allí, sus autoridades sanitarias presumieron hace unas semanas de su nuevo «sistema de castigos y recompensas» para que los residentes se chivasen de aquellas personas que no hubiesen informado, como se requiere, de su entrada a la localidad. «Quien dé pistas al Gobierno de contagios sospechosos y finalmente se confirmen como casos positivos, recibirá una recompensa de 10.000 yuanes», reza una de las circulares de las autoridades locales. «Hay que buscar a todos esos contactos cercanos, a los subcontactos, a quien deba estar en aislamiento y no lo esté o a quien haya entrado en el condado sin informar o sin un código QR de salud válido. Si los encuentra, recibirá su recompensa», agrega el texto.

La misiva incide en el deber de vigilancia del personal de seguridad, porteros de urbanizaciones, médicos, farmacéuticos o funcionarios, así como en estar alerta por si se celebran bodas y funerales sin avisar.

Hace unos días en Chendai, una aldea de la provincia suroriental de Fujian, el señor Xie se embolsó 5.000 yuanes (709 euros, 746 dólares). Denunció a su vecino Huang, que había viajado al pueblo desde Foshan —en la provincia aledaña de Cantón— «sin informar de su desplazamiento». «Había un riesgo de transmisión y es nuestra responsabilidad, nuestra obligación, dar pistas para protegernos a nosotros y a los demás —comentó a los medios locales tras recibir su recompensa—. Los premios van a inspirar al resto a hacer lo propio para garantizar los logros alcanzados en la lucha contra la pandemia».

Huang fue enviado a aislamiento: según avisan varios gobiernos locales de China, quienes sean castigados deberán rendir cuentas según la ley, que prevé prisión de hasta tres años para quien, «en violación de las regulaciones impuestas por los departamentos sanitarios, cause la transmisión de virus infecciosos», y de tres a siete si la propagación es grave. No obstante, para casos como ocultar un itinerario de viaje, «se aplica otra legislación de seguridad pública que incluye hasta diez días de arresto», explica a Efe una abogada local experta en esta materia.

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Falsas denuncias

Aquellos que denuncien a otros de forma falsa y «maliciosa» serán investigados y castigados, como le ocurrió en abril a un residente de la oriental Shandong que notificó —presuntamente, de forma errónea— positivos en su empresa, el Grupo Industrial del Aluminio Huajian, y acabó diagnosticado con «alucinaciones, depresión y ansiedad». Un portavoz de Amnistía Internacional indica a Efe que no es raro que la administración china recompense las acusaciones: «Son iniciativas, por ahora, a nivel muy local. El Gobierno debería asegurarse de que las denuncias no se hacen de forma indebida y que tienen un alcance y plazo limitados. También debería ser capaz de demostrar si estas medidas se alinean con los estándares más actualizados y científicos de los derechos humanos».

China, aferrada a una estricta política de «cero covid», lleva más de tres meses lidiando con rebrotes de la variante ómicron, con el caso más serio ilustrado por el confinamiento de la megalópolis de Shanghái (26 millones de habitantes) durante más de dos meses. En Pekín, continúan los test masivos, las restricciones y también los correctivos administrativos, como los que se le aplicaron esta semana a varias personas por negarse a escanear códigos QR de salud o por hacer uso del transporte público pese a recibir una notificación de que debían guardar cuarentena en sus domicilios.

Además de incalculables pérdidas económicas y de mantener el país cerrado al exterior durante más de dos años, las duras medidas han provocado en los últimos meses muestras visibles de irritación y descontento en la población. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló en mayo que son insostenibles y recomendó un cambio de estrategia. Los portavoces del Gobierno chino, que destacan la superioridad del régimen comunista para lidiar con la pandemia en comparación con las cifras de fallecidos acumulados en Occidente, tacharon a la OMS de «irresponsable», alegando que las medidas tomadas han logrado salvar millones de vidas.