1. Expulsar el gas de la generación eléctrica
La primera propuesta que ha puesto sobre la mesa es la de marginar el gas en la generación de energía. Y la única manera que hay de desplazarlo es permitir que más centrales térmicas quemen mucho más carbón . Este domingo, por ejemplo, el gas apenas suministra a Alemania el 4,5 % de la electricidad generada, frente al 20 % del carbón. En España la cosa es bien distinta. El gas natural es la fuente de la que procede el 13 % de la energía producida. El carbón apenas aporta un 3 %, tras el cierre masivo de plantas en los últimos años.
«Esto significa, para ser honestos, más centrales eléctricas de carbón en los próximos años, durante un período transitorio. Es duro, pero es necesario [...] Debemos hacer lo posible por almacenar la mayor cantidad de gas en verano y otoño. Los tanques de almacenamiento de gas deben estar llenos en invierno. Eso tiene máxima prioridad», deslizó el ministro.
Alemania tenía previsto decir adiós al carbón en el 2038 , pero admitió en mayo, después de ver los estragos de la guerra en Ucrania , que necesitarían alargar la actividad de sus plantas más allá del calendario fijado.
2. Reducir el consumo industrial
Este mismo verano, Alemania lanzará un nuevo modelo de subastas de gas industrial que pretende compensar a aquellas empresas que liberen hidrocarburo cuando se produzcan cuellos de botella en el suministro. «Esto crea un incentivo para reducir el consumo en la industria y hacer que haya más gas disponible para almacenar. Se necesita con urgencia», reconoció Habeck. La propuesta se parece mucho más a los mecanismos de interruptibilidad existentes con los que se solía remunerar a las electrointensivas al reducir su demanda en los picos de consumo en la red.
3. Crédito para almacenar gas
Los 11 operadores encargados de gestionar las reservas están obligados a cumplir con los umbrales de almacenamiento de gas de cara al invierno. Para proporcionar liquidez suficiente, el Gobierno alemán ha anunciado el despliegue de líneas de crédito con garantías estatales para comprar hidrocarburo.
A estas tres nuevas medidas se suman las que ya ha ido aprobando el Gobierno en los últimos meses, entre ellas los subsidios a las empresas electrointensivas para sufragar de forma temporal los sobrecostes de la energía o la nacionalización y rescate de la filial rusa de Gazprom , Gazprom Germania, a la que le ha extendido un préstamo de entre 9.000 y 10.000 millones para poder hacer uso de sus instalaciones.
Berlín también apura los plazos para tener a su disposición el mayor número de estaciones de regasificación flotantes , debido a que no tiene plantas en tierra donde tratar el gas natural líquido (GNL) que le pueden ofrecer otros proveedores, como Estados Unidos.
C. P.
Alemania se resiste a pactar un embargo al petróleo ruso . No solo por las dificultades de buscar proveedores alternativos, sino por el temor a que solo les quede un cartucho en la recámara para sancionar al Kremlin : el gas .
Berlín hace cuentas. Y no le salen. Una interrupción del suministro de ambos hidrocarburos supondría una pérdida de 220.000 millones de euros en el conjunto del 2022 y el 2023, según cálculos del Instituto Ifo de Investigación Económica. El agujero equivaldría a más del 6,5 % de la riqueza anual que genera el país.
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