Mónica Oltra dimite del Gobierno y las Cortes valencianas tras su imputación por encubrir los abusos sexuales de su exmarido

J. C. Ferriol / M. Santiago MADRID / COLPISA

ACTUALIDAD

«Me voy con la cara bien alta sabiendo la infamia que es esto, pero también con los dientes apretados, bien apretados», ha aseverado la ya exvicepresidenta del Gobierno valenciano

13 dic 2023 . Actualizado a las 16:02 h.

Mónica Oltra tiró la toalla. Cuatro días después de haber comparecido ante la prensa para enrocarse en su decisión de continuar como vicepresidenta de la Comunidad Valenciana tras su imputación por encubrir, supuestamente, los abusos de su exmarido a una menor tutelada y tras haber protagonizado una fiesta de desagravio de los suyos, la líder de Compromís abandonó su cargo en el Ejecutivo de Ximo Puig y su escaño en el Parlamento forzada por la presión externa, pero sin moverse un ápice de sus posiciones ni ofrecer un asomo de autocrítica.

Se marcha, dijo entre lágrimas de frustración, para salvar el pacto del Botánico que sostiene el Gobierno de izquierdas y como una víctima de las embestidas de la ultraderecha. Su renuncia espoleó un postrero cierre de filas con ella de Unidas Podemos y de ERC. Horas antes la vicepresidenta Díaz había eludido referirse a la delicada situación de quien ha sido una de las valedoras de su proyectada plataforma electoral.

Oltra formalizó su obligado adiós después de acudir por sorpresa a la reunión convocada a primera hora de la tarde por la dirección de Compromís para afrontar la crisis política desatada el pasado jueves, cuando el Tribunal Superior valenciano resolvió citar como imputada a la ya exvicepresidenta el 6 de julio para que aclare la gestión de la Consejería de Igualdad que ella encabezaba y de la que dependía el centro en el que su exmarido abusó de una adolescente.

El educador ha sido condenado a cinco años de prisión por la Audiencia Provincial y por el propio TSJ. Desde entonces, la tensión se ha hecho palpable entre una Oltra empecinada en no dimitir, arropada por sus compañeros en Compromís, y un presidente Puig que primero pidió una reflexión y después mostró su disgusto por el homenaje a la líder en que convirtieron sus socios de Gobierno un acto político convocado el sábado.

«No voy a ser la coartada para que tiren a Compromís del Consell. No le voy a dar la coartada al PSOE para que fulmine las políticas del Botánico», justificó la dimisionaria, quien dijo irse con la cabeza muy alta «pero con los dientes apretados». «Esta historia pasará a la historia de la infamia jurídica, política y mediática de este país», proclamó con el tono entre reivindicativo y victimista en que se ha guarecido en los últimos días.

Persecución de la ultraderecha

La hasta hoy número dos del Gobierno valenciano incidió en la tesis de que está sufriendo la persecución de la extrema derecha —por la filiación del abogado de la menor que padeció los abusos— y su salida distó de ser pacífica. En especial, hacia el presidente con quien ha compartido la gobernación de la Comunidad Valenciana. «Es complicado decir si esperaba apoyo de Puig. Me hubiera gustado, pero no lo esperaba. Me voy de Les Corts y no sé qué haré en el futuro. Así se está enterando también el presidente de la Generalitat».

Las relaciones entre el jefe del Gobierno valenciano y la vicepresidenta estaban deterioradas desde aquel adelanto electoral del 2019 que benefició a los socialistas. Aparte de apuntar a Puig, Oltra echó mano de otras comparaciones. «Se encausan inocentes cuando no se encausa a M. Rajoy (...) Ganan los malos. Lo que más siento de esto y lo que querría evitar es que alguien piense que no es posible hacer políticas de izquierdas y plantarle cara a la corrupción. Nos están fulminando uno a uno con denuncias falsas», se defendió.

La crisis valenciana se proyecta sobre la política española en un contexto espinoso para los socialistas después del descalabro andaluz y también para Yolanda Díaz, quien había sumado a Oltra a los contados actos de promoción de su nuevo proyecto político.

Preguntada por la resistencia de Oltra a dimitir, la vicepresidenta se limitó a remitirse a lo que pudiera decir la aludida en su declaración judicial. Consumada ya su renuncia, los ministros de Unidas Podemos Ione Belarra y Alberto Garzón salieron en defensa de la dirigente de Compromís para alabar su «valentía» ante la persecución que ven contra ella. En términos similares se expresó el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, quien llegó hablar de ataque del «fascismo».

Una dimisión imparable, pero a regañadientes

Ramón Gorriarán

«Será más pronto que tarde», avisó el lunes Ximo Puig, y 24 horas después del florentino ultimátum del presidente de la Generalitat, Mónica Oltra dimitió de todos sus cargos en el Gobierno y en las Cortes autonómicas. No fueron las «razones estéticas, éticas ni jurídicas» que invocó el viernes la hasta ahora vicepresidenta para negarse a enfilar la puerta de salida. Ha sido la política, aunque ella haya echado la culpa —poco original— a una «infamia judicial y mediática».

La dimitida buscó unir su suerte a la del futuro del tripartito del Botànic (firmado en junio del 2015 por los socialistas, Compromís y Unidas Podemos en el jardín botánico de la Universidad de Valencia). Creyó estar por encima del pacto y calculó que si se iba, arrastraba a Compromís. Pero no. Desde la dirección de la coalición valencianista, de izquierda y ecologista le hicieron saber, para su disgusto, que las cosas no eran así.

Inoportuna francachela

Los cánticos y bailoteos con sombreritos naranjas del festejo del pasado sábado parecían pero no eran un cierre de filas. Unas imágenes infumables en medio de un caso sórdido donde los haya. «Yo no estoy para fiestas», avisó el socialista Puig haciéndose eco de un sentir general ante la inoportuna francachela.

La ya exvicepresidenta pinta mucho en Compromís, pero no manda todo. Porque aunque sea la cara más conocida, no deja de ser la líder de una formación minoritaria en la coalición, Iniciativa del Poble Valencià. En esa alianza la fuerza mayoritaria es el Bloc Nacionalista, ahora Més-Compromís.

Mónica Oltra se quedó en Iniciativa en coherencia con sus orígenes en el Partido Comunista del País Valenciano, al que se afilió con 16 años en 1984, el mismo año que regresa con su familia emigrante de Alemania. Tras el clásico proceso de centrifugado, divisiones y escisiones de todas las familias comunistas en los ochenta y noventa consigue un escaño en las Cortes autonómicas en el 2007 en las listas de Compromís.

Enseguida se hizo un rostro conocido fuera de la Comunidad Valenciana por su agresivo activismo contra el PP y sus casos de corrupción. Sus camisetas alusivas adquirieron notoriedad, por llevar una de «Camps. Wanted. Only alive» (Se busca. Solo vivo), fue expulsada de la Cámara regional. Se convirtió en la imagen de Compromís. Ahora, que ha probado su jarabe, el futuro es un albur.

Como también lo es su papel en el proyecto Sumar de Yolanda Díaz, del que es una firme propulsora. La vicepresidenta segunda del Gobierno, de momento, calla. Un silencio extraño y espeso bastante extendido entre supuestos aliados y presumibles amistades.