China proyecta una planta de energía solar en el espacio

María Puerto

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Vincent Jannink | EFE

El gigante asiático se plantea probar una nueva tecnología en el 2028 que permita transformar la electricidad en microondas y láser y enviarla a objetivos fijos en la Tierra

27 jun 2022 . Actualizado a las 11:20 h.

No es un programa de ciencia ficción y va a empezar a convertirse en realidad muy pronto, porque el Gobierno chino ha puesto la fecha del 2028 para empezar a probar la tecnología. El objetivo es construir una planta en el espacio que convierta la energía solar en electricidad y después la transforme en microondas y láser para poder reenviarla a objetivos fijos en la Tierra o a satélites en movimiento.

El primer paso será enviar en el 2028 un satélite a una altitud de 400 kilómetros para probar la tecnología inalámbrica de transmisión de energía desde el espacio a la Tierra. El proyecto chino se ha publicado en la revista Chinese Space Science and Technology y explica que se gestó en el 2014 y que desde entonces se ha acelerado la investigación, por lo que se ha adelantado en dos años su puesta en marcha.

Está previsto que la construcción de la planta solar se lleve a cabo en cuatro fases: empezará en el 2028 con la prueba de la tecnología inalámbrica. En un principio, la producción de energía es modesta, solo generaría unos 10 kilovatios, una cantidad que solo puede abastecer a unos pocos hogares, pero será ampliable.

En el 2030 se lanzaría un satélite más potente a una órbita geoestacionaria a unos 36.000 kilómetros. Y en el 2035 está previsto que podría aumentar la capacidad y transferir unos 10 megavatios. Según el documento, sería primero para usos militares y algunos civiles.

En el 2050 la estación solar produciría unos dos gigavatios y ya tendría viabilidad económica. Para entonces, el suministro de energía sería comparable a la de una planta de energía nuclear. A largo plazo las plantas espaciales podrían ayudar a alcanzar los objetivos de neutralidad de emisiones de carbono. Aunque de momento es un proyecto, tiene ventajas y también riesgos.

Las plantas serían más eficientes, ya que captarían la luz solar sin interferencias al estar fuera de la atmósfera y más cerca del sol. Además, generarían energía las 24 horas del día, porque el sol siempre brilla y no hay día o noche. A esto se suma que la utilización de las microondas reducirá la energía que se pierde al atravesar la atmósfera.

Pero los desafíos tecnológicos son importantes, porque los investigadores predicen que un haz de microondas podría proyectar 230 vatios por metro cuadrado en el suelo. Dada la potencia, falta por comprobar que las microondas sean seguras para la población que viva cerca de una planta de recepción.

También hay que tener en cuenta que la utilización de microondas y emisión láser de alta potencia puede afectar a las telecomunicaciones o dañar el hardware. Y en el futuro podrían ser utilizadas como armas, si son dirigidas a objetivos concretos.

El ambicioso programa espacial chino tiene una vertiente claramente comercial y la construcción de la planta solar es una pieza importante. Además, el Gobierno ha pisado el acelerador y se ha adelantado a otros países, como Estados Unidos y el Reino Unido, que tienen en su agenda proyectos similares, pero a más largo plazo. Hace más de dos décadas, la NASA se planteó un proyecto similar, pero todavía no lo ha llevado a cabo. Sin embargo, el ejército norteamericano ha probado una tecnología relacionada en el avión espacial X-37B.

El pasado marzo, Reino Unido confirmó que estudiaba la creación de una planta solar en el espacio para el 2035. La inversión superaría los 18.000 millones de euros y la llevaría a cabo con varias empresas europeas, incluida Airbus. En realidad, capturar la energía del sol en el espacio y dirigir sus rayos a la tierra no es una idea nueva. En 1941, el escritor de ciencia ficción Isaac Asimov ya lo sugería en Razón, uno de sus relatos. En unos años puede convertirse en realidad.