Trump acusa a Obama de llevarse «33 millones de páginas de documentos» clasificados para defenderse

Mercedes Gallego NUEVA YORK/COLPISA

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Vista aérea de la mansión de Trump en Mar-a-Lago, Florida.
Vista aérea de la mansión de Trump en Mar-a-Lago, Florida. MARCO BELLO | REUTERS

La lluvia de ofensas contra el FBI, la Casa Blanca y el Departamento de Justicia solo sirvió para desatar la violencia entre sus seguidores

14 ago 2022 . Actualizado a las 13:27 h.

La publicación el viernes de la orden de registro y el inventario de lo que incautó el FBI en la mansión de Mar-a-Lago terminó a lo Trump. Una hora antes de que el juez federal de Florida levantase el secreto de sumario, a petición del Departamento de Justicia, diversos medios recibieron las siete páginas de «fuentes» sin identificar.

El primero, The Wall Street Journal, propiedad del magnate Rupert Murdoch, cuyo apoyo a Trump a través de sus cabeceras ha sido crucial para su carrera política, pero empieza a disminuir. El caos se apoderó de las redacciones con las distintas versiones de documentos que los abogados de Trump tenían consigo desde el lunes.

De hecho, la que firmó el recibo fue Christina Bob, que fuera jueza en el cuerpo de marines y presentadora de la cadena de ultraderecha One America News. Según el expresidente, le enseñaron la orden de registro «a tres metros de distancia». Lo que sí es cierto es que no se le permitió estar dentro de la residencia mientras se llevaba a cabo el registro, de acuerdo al protocolo habitual para impedir que alguien pueda alterar la escena.

El FBI también pidió que se apagaran las cámaras de seguridad, en parte para proteger la identidad de los agentes y en parte para proteger la confidencialidad de los documentos secretos que buscaba. En total fueron 20 cajas, siete de las cuales contienen documentos con la clasificación secreta más alta del gobierno de EE UU, Sensitive Compartmented Information (SCI), que solo pueden verse de forma parcial.

En la Casa Blanca se guardan en una caja de seguridad del Ala Oeste y ni siquiera se pueden sacar de la sala. «Las paredes están llenas de fotografías de espías convictos para que sirvan de recordatorio», contó a MSNBC Robbert Gibbs, que fuera portavoz de la Casa Blanca con Obama. Además, hay dos «misceláneos» con documentos top secret (altamente secretos), uno «secreto», dos «confidenciales» y otras que simplemente han sido etiquetadas.

Son los documentos más inocentes los únicos que el FBI ha podido escribir libremente en el inventario: «Orden Ejecutiva para otorgar Clemencia a Roger Stone, Jr», amigo de Trump, e «Info referente al presidente de Francia». ¿Para qué querría Trump quedarse con información sobre Emmanuel Macron? Su aparición al comienzo de la lista, en ese orden, ha dejado perplejo a muchos.

A priori, la condición de ex presidente no blinda a Trump de cualquier acción judicial que pueda llevarse al amparo de la Ley de Espionaje o los delitos de obstrucción a la justicia y ocultamiento de prueba, ya que la inmunidad del presidente solo cubre las acciones que hayan ocurrido durante su cargo. Sumadas, las condenas podrían llegar a los 33 años de prisión, pero como mínimo le inhabilitarían para volver a ocupar un cargo público.

Trump alega que «solo tenían que pedirlo», pero para el Departamento de Justicia la operación fue el último recurso. Los Archivos Nacionales comenzaron a buscar los documentos que faltaban poco después de que se marchara en helicóptero de la Casa Blanca el 21 de enero del año pasado. El caso fue trasladado al FBI al saberse que entre los documentos se encontraban algunos que pueden comprometer la seguridad nacional.

En junio, se le conminó a que los entregase mediante orden judicial, pero sus abogados insistieron en que no tenía nada más en su poder. Un informante de su entorno habría soplado hasta el lugar en el que se encontraban. A falta de argumentos, la mejor defensa es el ataque. La lluvia de ofensas contra el FBI, la Casa Blanca y el Departamento de Justicia solo sirvió para desatar la violencia entre sus seguidores.

El viernes, tras publicarse el inventario, Trump acusó a Obama de haberse llevado a su residencia de Chicago «33 millones de páginas de documentos, muchos de ellos clasificados». Algo que ha provocado un categórico desmentido de los Archivos Nacionales, que se precian de tenerlo todo bajo control sobre esa histórica presidencia que desembocó en el caos de Trump.